«Urte berri on!», gritaron ayer las dos jóvenes que abrieron la fiesta en un Merkatua de Portugalete lleno hasta la bandera. «Urte berri on! ¡Feliz 2973!» Sí, podría resultar desconcertante para cualquier despistado que pasara por allí, pero tenía todo el sentido para los ... que llenaban el local: se celebraba el Yennayer, año nuevo o primer día del año del calendario agrario utilizado desde la antigüedad por los bereberes de África del Norte, pueblo al que pertenecía la mayor parte de la concurrencia. Pero desde luego no toda, porque el planteamiento intercultural del acto saltaba a la vista desde el momento en el que uno se topaba con unos dantzaris al cruzar la puerta -la fiesta arrancó con una breve actuación de una pareja de txalapartaris-.
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Del frente del escenario colgaba una gran bandera, la que representa a las gentes de Tamazgha, el área del norte de África en la que, a lo largo de la historia, han vivido las culturas bereberes. «Mejor si se utiliza 'amazigh' -'imazighen' en plural-. No pasa nada si la gente dice bereber, pero el origen de la palabra es un poco... feo», explicaba Ridouane Chakouch, de la asociación Agharas, organizadora de la fiesta de ayer. «Bereber significaba bárbaro. Y si te fijas, las dos palabras son muy parecidas. Es el nombre que nos dieron los romanos cuando entraron en contacto con nosotros y que daban a los que no hablaban el latín, a los extraños, al extranjero al que no entiendes cuando habla».
Así que mejor amazigh, una etnia -o conjunto de etnias para ser más exactos- con una lengua propia, el tamazight, que se reparte por todo el norte de África y, hoy día, como todas las demás, por el resto del mundo. Obviamente, también por Euskadi, la mayor parte provenientes de Marruecos, aunque es difícil saber cuántos amaziges viven aquí. No existe un registro formal. «Hay algunas estimaciones», apuntaba Chakouch. «El Congreso Internacional Amazigh apuntó unos 5.000 en 2016 pero para ser sincero, no sabría decir cómo hicieron la estimación».
Pero ayer todo esto no importaba demasiado. «Venimos a celebrar nuestro Año Nuevo, el 2973». A diferencia de otros calendarios, la base del amazigh «no es religiosa». «Esta es una fiesta laica». Eso sí, con un punto de partida muy llamativo. El año 1 equivale al «950 antes de Cristo y es el año en el que se considera que subió al trono de Egipto el faraón Sheshonq I», fundador de la Dinastía XXII y que pertenecía a la etnia libia bereber de los Mashauash. «Pero además, este es sobre todo un calendario agrario y lo que se celebra hoy es el momento en el que la tierra se vuelve fértil y va a dar sus frutos».
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La de ayer era la octava edición de esta celebración organizada por Agharas, asociación fundada en 2013. «Siempre la hemos planteado como la fiesta de la convivencia, de la interculturalidad y la diversidad. Por eso esa txalaparta que te ha llamado la atención sonará con la pandereta amazigh». Y sonó. Con el grupo Agharasen Bidean, conjunto euskoamazigh que nació en plena pandemia y que fue el primero en actuar ayer en un programa musical indudablemente intercultural, que incluyó a Etrabar Romeria, Chile Lindo y la cantante Meryan Aanouz, entre otros, para un público sobre todo familiar, con muchísimos niños, para los que también se organizaron talleres y que se lo pasaron en grande.
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