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D. G. / O. B.
Miércoles, 19 de febrero 2020, 01:41
El lehendakari dio ayer profusas explicaciones sobre la comunicación que él mismo y su Gobierno han mantenido con las familias de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, los dos trabajadores desaparecidos. Ante las duras acusaciones de la oposición, que le ha achacado «falta de empatía» con ... los afectados, el lehendakari quiso hacer «autocrítica», aun convencido de que la principal queja de los allegados de Alberto y Joaquín no ha sido tanto esa supuesta lejanía, sino más bien la necesidad de acelerar el rescate.
La primera rectificación llegó en el lenguaje. Donde el lunes 10, tras la convocatoria de las elecciones del 5-A, el lehendakari hablaba de «accidente laboral», ayer aludió a la «tragedia» y el «desastre» de Zaldibar. Y si ese lunes dejó claro que no iba a dejarse ver en el vertedero solo porque lo pidieran «campañas de Twitter» y rechazó «escenificaciones» – «no se trata de estar por estar», dijo entonces–, ayer hizo «autocrítica» por la impresión de lejanía que haya podido transmitir. «Y lo hago con hondo pesar», se dolió.
«Tengo un protocolo personal que me obliga a actuar con la máxima prudencia pero la prudencia no está reñida con la empatía», abundó Urkullu, que insistió en que en ningún momento dejó de ponerse en el lugar de los afectados. «No es ése el caso», dijo, en su primera intervención.
En la tercera y última, insistió en la misma idea, tras asumir «con toda humildad las críticas que se han podido formular y los errores que se hayan podido cometer». Y dejó caer que si no se dejó ver más en Zaldibar fue para evitar que se le acusara de utilizar políticamente la tragedia, en una velada alusión a los atentados de ETA en tiempos pretéritos. «Lucho en mi interior tras haber vivido en el pasado, como muchos de ustedes, situaciones con fatal desenlace entre la necesaria empatía con las personas allegadas y la prevención de hacerlo, pudiendo ofrecer certezas, y sin ánimo de que los gestos de solidaridad sean interpretados como vacuos», explicó.
De hecho, Urkullu asumió que no se reunió con las familias hasta el miércoles 12, seis días después del colapso, en el momento en que tuvo «información relevante» que ofrecerles. Hubo después un segundo encuentro, el domingo pasado, cuando dispuso de nuevos datos. Eso sí, recalcó que nunca el Gobierno se ha desentendido. «Las familias han estado atendidas en todo momento de forma profesional y personalizada. Han recibido información veraz, completa y realista desde el primer día».
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