«No hacen falta delitos violentos para asustar»

Sin embargo, no ha sido así. ¿Por qué? Porque durante 2018 las circunstancias fueron manteniendo viva la llama de la inquietud. Sobre todo, porque siguieron aumentando los delitos. «Especialmente, los robos en pisos, que crean mucha alarma». Pero no sólo, ni principalmente, esos. Lo que más se ha incrementado son los hurtos, que suponen cuatro de cada diez infracciones penales en la ciudad. Es verdad que se trata de las menos graves, pero en una atmósfera como la existente «influyen mucho en la sensación de inseguridad».

Charro lo explica de una manera muy clara: aunque en un primer momento las alarmas se encienden con los delitos más graves, lo cierto es que «hay mucha gente que los considera como algo anecdótico, restringido a ciertos entornos». Si en ese estado de ánimo repuntan «los delitos leves, los que creemos que podemos sufrir todos», entonces se crea la situación que hay ahora. ¿Cuál es? «La percepción de que no podemos ir a ningún sitio, por céntrico que sea, sin el riesgo de ser víctimas de un delito». Dicho de otro modo: hemos pasado de salir a la calle de forma despreocupada, a estar obligados a pasear en alerta. A desconfiar. Y así no se vive tranquilo. «La sensación de la ciudadanía es que Bilbao ya no es una ciudad segura».