Antropólogo, etnólogo, activista y miembro de la ONG de solidaridad internacional Mugarik Gabe, Jesús González Pazos, leonés de 63 años, falleció ayer. Especialista universitario en Derechos Humanos, lideró el área de Pueblos Indígenas de esta organización no gubernamental de cooperación al desarrollo surgida en 1987.
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Cuentan los más cercanos que pocos como González Pazos conocían América Latina «a ras de suelo», así como la realidad de las poblaciones sometidas por los poderosos a la pobreza y las luchas de los pueblos indígenas por sobrevivir.
A este activista siempre le movió el convencimiento de que todas las personas y pueblos tenían los mismos derechos. Elevó la voz y escribió por una sociedad más justa «para todas las personas y todos los lugares del mundo». Lamentó en innumerables ocasiones que el modelo de desarrollo dominante «neoliberal y heteropatriarcal» privilegiaba y enriquecía a unos pocos a costa de la subordinación, desigualdad, vulneración de derechos y opresión de las grandes mayorías. Trabajó también por «un mundo equitativo entre mujeres y hombres». Se postuló en todo momento al lado de movimientos sociales emancipadores y de colectivos indígenas, campesinos y feministas.
Colaborador de varios medios, lamentó las constantes violaciones de derechos humanos que sufrió su amada América Latina y las injusticias a las que era sometido el pueblo palestino. En uno de sus últimos artículos, titulado 'Palestina: llorar hasta ahogarles', expuso su visión sobre la masacre de Israel en Gaza. «Más allá de mirar la crudeza de la situación desde la geopolítica internacional, simplemente, lloramos y gritamos por Palestina. Son miles las personas asesinadas, heridas, hambrientas, huérfanas, sin refugio, deambulando por el mayor campo de concentración que ha visto la humanidad esperando, sencillamente, el momento en que caerá la bomba que se llevará por delante sus vidas.
Mantuvo una prolífica actividad editorial. En 'La otra América latina', escribió sobre las mujeres y hombres de las barriadas de las favelas y periferias, mientras que en 'Bolivia' hablaba de cómo los escenarios de crisis se multiplicaban en uno de los países más pobres del continente americano.
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González Pasos se situaba al lado de los más débiles y desfavorecidos del sistema. Como en 'La vida en juego', donde denunció «el inmenso poder» que acaparaban las empresas transnacionales en el marco del modelo neoliberal «y su disposición para violentar incluso los sistemas democráticos, además de los derechos humanos individuales y colectivos».
Las muestras de tristeza y pesar se han sucedido desde que se conoció su muerte. «¡Hasta siempre compañero! Compañero de cambios por una sociedad más justa. Compañero de utopías. Compañero de risas y llantos. Compañero solidario», han descrito desde la ONG Mugarik Gabe, donde no se hacían a la idea del fallecimiento de Pazos. «Estamos sin palabras, tanto es el dolor. Te vamos a extrañar mucho, Jesús. Gracias por todo el camino compartido», añaden.
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