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El lobo despierta odio y adhesiones a partes iguales. No hay término medio. Probablemente, no haya un animal que genere sentimientos tan fuertes y antagónicos en la sociedad. La semana pasada, el Gobierno central dio un paso de gigante para poner fin a siglos de ... ancestral acoso y derribo contra este cánido. El lobo pasa a ser una especie protegida en España. Igual que el águila imperial o el elegante lince. Y esto implica que ya no podrá ser cazado ni perseguido con la innumerable ristra de métodos ilegales que emplean los furtivos: lazos, trampas, cepos o veneno. Pero también se prohíben los cupos y las batidas de control organizadas por la propia Administración, que son aplaudidas por los ganaderos. Sólo resta un trámite: su publicación en el BOE. Entonces, el lobo quedará blindado.
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La medida ha sido calificada de «victoria» por los conservacionistas y de «barbaridad» por cazadores y representantes del sector primario, que no dudan en calificarla de «puntilla a la España olvidada». ¿Qué consecuencias tendrá la decisión en Bizkaia? Según los expertos y los propios ganaderos, el fin del cerco al lobo permitirá su regreso al territorio. El último censo sobre este animal data de 2014. En aquel documento se contabilizaban 297 manadas al norte del río Duero. Una de ellas tenía su asentamiento a caballo entre Carranza, Burgos y Cantabria. Pero en enero de 2016 se abatieron (con permiso de la Diputación vizcaína) cinco ejemplares en la localidad encartada. «Supuso el aniquilamiento y dispersión de ese grupo», lamenta Jorge Echegaray, biólogo vitoriano y miembro de la asociación Ascel, que ha sido precisamente la entidad que ha promovido la modificación legal para preservar al cánido.
Echegaray espera que ahora, con el nuevo régimen legal de protección, la especie vuelva a instalarse y a reproducirse en Bizkaia. «En cuanto entre en vigor, cualquier acción contra un cachorro o un adulto implicará un delito penal», advierte. La sensación entre los ganaderos de Carranza es que aquellas batidas alejaron a «una de nuestras peores pesadillas». «De unos años a esta parte, la cosa está más tranquila», afirma Pedro Ortiz, que en el pasado vio cómo el lobo mataba a varias de sus cabras. «Los ataques nos obligaron a meter el ganado en una zona cercada y a utilizar mastines».
Jorge Echegaray | Biólogo y miembro de Ascel
Desde aquellas monterías, que suscitaron gran polémica, sobre todo tras la filtración de una imagen en la que un cazador mostraba victorioso un lobo como trofeo, el número de ataques se redujo de manera drástica. En 2018, Bizkaia registró cuatro. Todos ellos en el valle encartado. Un año después la cifra bajó a 3, de nuevo con Carranza como escenario y también Orduña. Sin embargo, en el ejercicio pasado la cifra se disparó a 20, con la reaparición del lobo en el Gorbea (Zeanuri, Orozko y Areatza). En este 2021, son ya tres las denuncias interpuestas (Orozko). Todos estos encontronazos han tenido como protagonistas a ejemplares divagantes. Se trata de lobos que se desplazan en solitario y que no tienen aquí su hogar. «Pueden llegar a moverse hasta 40 kilómetros en una noche», dice Juan Antonio Sarasketa, representante de los cazadores vascos.
El terreno está ahora abonado para el regreso del cánido. Y Bizkaia y Álava son piezas fundamentales en la ecuación del lobo en España, porque su caza en Euskadi ha impedido el movimiento de la especie hacia los Pirineos occidentales (a Cataluña sí han llegado manadas desde Francia e Italia). Echegaray lo celebra: «La nueva normativa es una gran noticia y nuestro papel ahora será que la Administración cumpla».
Gloria Dehesa1| Sindicato Ehne
Una parte de los ganaderos y los cazadores se muestran radicalmente en contra. «Es un disparate», insiste Sarasketa. Mientras que otros representantes del sector primario abogan por una coexistencia pacífica. «Tenemos que convivir y utilizar métodos que sean contundentes, pero que no impliquen su muerte. No podemos seguir con los frentismos. Hacen falta más medios y más ayudas», pide Gloria Dehesa, del sindicato agrario Ehne.
Por su parte, el biólogo Mario Sáenz de Buruaga discrepa con algunos de sus colegas y cree que la protección del lobo llega en un momento en que el animal no está en peligro. Si el blindaje actual «se apoya en una hipotética amenaza para la especie, digo con rotundidad que esa situación es falsa».
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