«La fe es esperanza y la humanidad necesita confiar»

El grupo está abierto a todo aquel que se siente perdido, aunque para mantener las distancias, ahora se reúnen por Skype. En sus citas, reflexionan sobre las enseñanzas del Evangelio y meditan. Durante la pandemia, CECO Bizkaia ha perdido a varios de sus miembros por el covid. Pero no la fe, asegura Javier Navarro, hijo de una madre ciega, que comenzó a ir a las reuniones hace 24 años y que ha sido reconocido por su labor como voluntario en la agrupación. Navarro esgrimió el ejemplo extraordinario de algunos compañeros de CECO por la aceptación de su enfermedad y que después fallecieron, unos que en vida «nos iluminaron mucho con su tono de buen humor y de alegría» pese a que no podían ver y en uno de los casos, tampoco caminar.

«Hemos mantenido la fe y ésta va a crecer en la pandemia. La fe es tener esperanza. Y la humanidad necesita confiar, tener fe. Nos refugiamos en muchas cosas buscando a Dios sin darnos cuenta. A veces hasta en la droga, en busca de paz, estímulos. Venimos del amor y hacia el amor vamos. Pero en el mundo actual el dinero es el dios y mientras eso siga así el hombre va a la destrucción», explicó Carmen García Azumendi, Carmentxu, una de las personas a las que sus compañeros también realizaron una mención especial, que comenzó su andadura en la ONCE a raíz de un problema de miopías magnas y desprendimiento de retina. Pudo, a raíz de ello, descubrir en ella un carisma «que nunca supe que tenía». A su juicio, «esta pandemia nos está interpelando. Nos está diciendo que todos somos iguales, que vivimos en el mismo mundo, que no podemos vivir a lo loco, que hay que respetar más la naturaleza, cuidar a las personas que más lo necesitan y aprender a vivir con las dificultades».

En estos meses, en los que a las personas ciegas se les ha privado del sentido de tocar, «han crecido las llamadas un 120% entre los miembros del grupo», según Marian Caselles, vecina de Getxo que creó la Asociación tras una peregrinación a Lourdes. En un principio solo estaba formado por seis personas. «La gente se siente querida por el resto del resto de las personas. Somos una familia espiritual. Es un grupo alegre, sosegado y de acogida», resaltó.

La Asociación ha celebrado primero su aniversario con una misa en la basílica, que estuvo presidida por el administrador diocesano Joseba Segura. Durante su homilía, se refirió a la importancia de sacar partido a los dones y capacidades de cada persona. Porque «algunos ven estupendamente y sin embargo, en otras dimensiones ven poquito y no quieren ver; otros, tienen el oído que les funciona perfectamente, pero no son capaces de escuchar, porque creen que lo saben todo y que no necesitan de nadie». Según explicó, «todos hemos recibido de maneras diferentes y en dones distintos» y por ello invitó «a ver la vida desde lo que se tiene, que es mucho más de lo que nos creemos que nos falta, porque ello arroja oportunidades a todos los niveles que van creciendo cada día». A su juicio, es menos preocupante tener más o menos salud o visión que «vivir en las tinieblas sin saberlo, dando tumbos, sin crecer en sabiduría de corazón».