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Alquilar un piso en Bilbao se ha convertido, por dos razones, en una tarea titánica. Hay muy poco donde escoger. La bolsa disponible se reduce a 377 viviendas, según la última encuesta del Gobierno vasco, aunque algunas inmobiliarias elevan la oferta a 700. Y ... los pocos que hay están por las nubes. «Cada vez más caros», recuerdan en Pisos.com, uno de los principales portales inmobiliarios del país. La capital vizcaína se ha convertido esta misma semana en la cuarta ciudad española más cara, con unas rentas medias mensuales de 1.079 euros. Solo tiene por delante a Barcelona (1.701), Madrid (1.652) y San Sebastián (1.352). La Administración autonómica, por su parte, rebaja la media que se paga a 968 euros al mes.
Con todo, lo realmente preocupante es que cualquier barrio de los que hay repartidos por los ocho distritos de la villa cercena las posibilidades de infinidad de ciudadanos, jóvenes en su inmensa mayoría con ganas de independizarse o bien personas separadas que optan por esta alternativa ante la imposibilidad de poder costear una hipoteca. Si los alquileres fluctúan entre los 900 y 1.200 euros, y los más altos pueden dispararse hasta los 2.400 en algunos tramos de la Gran Vía, encontrar techo por debajo de los 500 euros supone una pérdida de tiempo. Mejor ni intentarlo. Ni en Bilbao ni en ningún municipio vizcaíno. No se encuentran porque sencillamente no hay, salvo, y en contados casos, en zonas concretas de Castaños y Zorroza.
Algunas agencias ofrecen pisos «normalitos» de una habitación, salita, cocina, baño y, «por supuesto» sin ascensor, por 480 euros en Castaños. «¡Y casi gracias porque más barato olvídense! Nada de nada», advierten en la inmobiliaria Estudio Desarrollo Castaños. Ante este escenario, normal que las oportunidades más «interesantes» vuelen en cuestión de horas. De hecho, muchas ofertas «no duran ni un día» en las páginas web de las agencias, asume Gonzalo Irizar de la agencia Irizar. «Hace falta muchísima más oferta de la que hay. Lo bueno dura muy poco. Se le da salida muy rápidamente», enfatiza. Por lo general, las negociaciones entre inmobiliarias y clientes se cierran entre 7 y 10 días, «no más, si los precios están ajustados y las viviendas están en buenas condiciones. La gente no está dispuesta a pagar cualquier cosa si no le gusta lo que ve.
No pasa, afortunadamente, lo que en Madrid, donde se alquilan muchas veces sin llegar a verlas», esgrime José Manuel González Robles.Pese a resultar inalcanzables para la inmensa mayoría de bolsillos, el presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Bizkaia (Apis) asegura que las rentas continúan «todavía en niveles inferiores» a las marcados en 2008, en los «momentos precrisis». Pisos por los que hace una década, dice, se pagaban 850 euros «ahora no pasan de los 650».
Igor Godoy, gerente de la firma Arrendamiento 10, cuestiona esos datos. Asegura que el 35% de la oferta de alquiler se concentra en Abando, Indautxu y el Ensanche, con precios por encima de los 1.200 euros «en el 80% de los casos». Achaca unas tarifas «tan desorbitadas», entre otros aspectos, a la «presión» de los 300 pisos turísticos que operan en algunas de las arterias más céntricas, sobre todo en el Casco Viejo. «Han disparado los precios, hasta el punto de rozar de nuevo niveles de máximos históricos, y detraído gran parte de la oferta del ámbito residencial», alerta Mario Yoldi.
El director de Planificación de Vivienda delEjecutivo autónomo atribuye a «esta oferta tan ridícula» el «escaso apego» de la política de alquiler imperante tanto en Bilbao como en Bizkaia, fijada en el 8,8% –el porcentaje más bajo de toda España– frente al 11,2% de Gipuzkoa y el 12,1% de Álava. Cifras que nada tienen que ver con el «salto cualitativo» que el alquiler ha dado en Madrid y Cataluña, principalmente. El peso en ambas comunidades supera ya el 20%, pese a que las rentas mantienen una escalada alcista sin precedentes, por encima del 15%. También en Bilbao, las subidas van por barrios. Nadie se libra de ellas.
Abando
Abando es de largo el distrito más caro. El alquiler de pisos de dos habitaciones oscila entre los 750 y 2.200 euros. Y no tiene ninguna pinta de que los precios vayan a corregirse, al menos a medio plazo. Baja algo, no obstante, en Indautxu, donde las viviendas de cuatro dormitorios salen por 1.800. El Ensanche sigue escalando posiciones. 1.700 euros de media pagan los inquilinos que escogen pisos de tres habitaciones. «Si el inmueble está cuidado y bien localizado, en una semana o dos a lo sumo, firmamos los contratos de arrendamiento», subraya Gonzalo Irizar. Godoy insiste, no obstante, en que los altos alquileres impiden que muchas viviendas de Abando lleguen a ocuparse. «Ocurre lo mismo que en algunas zonas de Getxo. Hay casas muy buenas, pero pocos pueden asumir esas rentas».
Begoña
En Santutxu, los edificios con ascensor marcan la diferencia. A la salida de la boca del metro, en la Campa del Muerto, un piso de una habitación sale por 575 euros, mientras que en la misma zona, con dos dormitorios pero con elevador, se incrementa a los 700. «Cada vez hay más demanda y menos oferta; mucha menos que hace un año. Hay muy poco de todo, de ahí la dificultad de complacer a toda la cartera de clientes», explican en Inmobiliaria Basarrate.
Basurto - Zorroza
Zorroza es el barrio más barato de Bilbao, pero las apariencias engañan. Tampoco hay chollos. Inmobiliaria Pisozorroza ofrece un apartamento de 35 metros cuadrados, habitación, «salita», cocina y baño por 450 euros.«Es lo más económico. ¡Y sin ascensor!», ataja Óscar Baños. Si se quiere algo más vistoso, a escasos metros de este piso sugiere otro «muy majito» con tres cuartos, dos baños y calefacción «de gas» por 700 euros. «Siempre hay movimiento», especialmente entre parejas jóvenes que «acaban de salir de casa de sus padres y muchos extranjeros», reitera Baños.
Deusto
Si hay un barrio favorito entre los estudiantes es Deusto, aunque la oferta también es exigua. Y eso hay que «pagarlo», advierten en Inmobiliaria Amuriza. Mientras en Arangoiti una vivienda de dos habitaciones y 55 metros cuadrados se alquila a 700 euros, la céntrica Lehendakari Aguirre dispara el 'top-ten'. Las viviendas de cuatro habitaciones no bajan de los 1.200 euros, mientras que una de 3 dormitorios en la misma arteria supera los 900. «Aun así, estamos más baratos que hace diez años. Entonces todo el mundo se subía a la parra», inciden.
Uríbarri
Uribarri es un caso especial por la diversidad de precios. Aunque la media de este distrito se sitúa en los 600 euros, en los mejores tramos de Huertas de la Villa, «donde la demanda es «elevadísima», fluctúan entre los 900 y 1.100 euros. Plantarse en Campo Volantín es una quimera para la mayoría, salvo quien pueda permitirse abonar cada mes 1.800 euros. Por el contrario, en Matiko se pueden conseguir, con un poco de suerte y después de mucho mirar, pisos de tres dormitorios a 675. «Ahora mismo compensa más comprar que alquilar. Yo, al menos, lo recomiendo», sentencia Alberto Borrallo, de Estudio Desarrollo Castaños. «Alquilando parece que le estás pagando la hipoteca al dueño».
Ibaiondo
Barrios que durante años despertaron muy poco interés están por las nubes desde que se pusieron de moda. Es lo que le ha pasado a San Francisco. Inmobiliaria Somera sacó un apartamento de 40 metros cuadrados y a las pocas horas ya estaba ocupado, pese a superar los 500 euros. «Nos los quitan de las manos. Hay muchísima demanda, tanto por parte de gente de aquí como extranjera», expresa Felipe Peña. «El barrio se ha vuelto cosmopolita y está muy bien visto entre los jóvenes». En el mismo distrito, Miribilla se ha puesto en cuestión de precios a la altura de las zonas más céntricas. No hay nada por debajo de 800 euros y pisos de tres dormitorios, dos baños y garaje se van fácilmente a los 1.100. «Es lo que tiene que haya tanta gente que no pueda acceder en propiedad», revelan en Quorum,
Otxarkoaga - Txurdinaga
De esta inflación tampoco se libra Txurdinaga. En la avenida Txomin Garat viviendas de tres habitaciones andan ya por los 800 euros. «Y con garaje, 50 más», detalla el peruano Edward Vargas, de Inmobiliaria Renovatia. En Otxarkoaga la cosa baja. En el arranque de la calle Txotena, por ejemplo, pisos «apañaditos» sin ascensor y solo 50 metros cuadrados se ofertan a 550 euros. Da lo mismo: «¿Quién alquila aquí?El que no puede comprar. Muchos ciudadanos africanos y de etnia gitana , porque por esta zona no vienen españoles y sudamericanos, pero no nos engañemos: tampoco aquí se regala nada», apunta Vargas.
Rekalde
Amezola también se ha puesto imposible. «No hay nada barato, todo está caro», reconocen en Inmoparque Amezola, que arrienda viviendas de tres habitaciones, trastero y garaje por 1.200 euros. ¿Algo más barato? «¿Menos de 900? Complicado. Amezola se ha convertido prácticamente en el centro de Bilbao y la gente valora la ubicación», destaca Yolanda Ibáñez. No muy lejos, en Basurto, Euskalcasa oferta pisos de dos habitaciones por 700 euros, más o menos lo que sale vivir en casas de Irala con más de 70 años de antigüedad. «Lo poco que sale medianamente aceptable lo acabamos alquilando al día siguiente», afirman en Inmobiliaria Ugalde.
El parque de alquiler vizcaíno presenta, según Mario Yoldi, importantes singularidades. Para empezar, es más moderno. Las viviendas construidas a partir de 1991 suponen el 37% frente al 31% de los pisos ocupados en propiedad. Por el contrario, son más reducidas. El 56% dispone de menos de 75 metros cuadrados, trece puntos por encima de las demás. Yoldi destaca que la incidencia de los litigios y lanzamiento judiciales ha disminuido en los últimos años. Ha ayudado mucho, según Estíbaliz Bengoetxea, de Fincas BilboEtxe, que casi todos los propietarios exigen a los futuros inquilinos «contratos de trabajo y nóminas» para asegurarse el pago de los alquileres y el buen estado de sus inmuebles.
El último informe del Observatorio Vasco de la Vivienda revela que los vizcaínos que viven de alquiler llevan de promedio algo más de cinco años y que la edad media de los arrendatarios es de 45 años. Los pisos de alquiler acogen de media a 2,6 personas. El perfil se ajusta en gran medida a la familia de Gorka. A sus 39 años, este bilbaíno siempre ha vivido de renta. Desde que se independizó, hace ya más de 15 años, y allá donde le ha llevado el trabajo: Logroño, Madrid, Gijón, Málaga... «Somos expertos en alquiler y en distintas ciudades», afirma este responsable de I+D de una multinacional radicada en la capital vizcaína.
Tras su vuelta a Bilbao, alquiló junto con su mujer, Noelia, una ingeniera de 43 años, un piso de dos habitaciones en la calle Sombrerería, en el corazón del Casco Viejo. Viven con su hija, Alize. «Es muy pequeñito. Tiene 60 metros cuadrados, pero útiles solo 40. La ventaja es su ubicación, ya que está pegado a la plaza Nueva».
¿Por qué alquilar en vez de comprar? «Al principio, no teníamos dinero y no podíamos meternos de ninguna manera en una hipoteca, aunque en 2010 sopesamos dar el paso y lanzarnos», reconoce. Al final, la pareja se lo pensó dos veces. Echaron números –«tampoco los sueldos son una maravilla»– y dedujeron que les salía «más barato» seguir viviendo de alquiler. «Si pides un préstamo de 200.000 euros, al final acabas pagando 240.000. Pensamos que nos iría mejor reinvertir esos 40.000 en alquiler. Yo es que soy muy analítico. Pero no solo eso. Había que sumar también los gastos de comunidad y los derivados de posibles derramas. Además, preferimos darle el dinero a un casero antes que a cualquier banquero. Solamente pensaríamos en comprar si tuviésemos que hacer frente a una hipoteca pequeña. Si no, para nada», razona.
Gorka y Noelia pagan 700 euros mensuales y están encantados con el ambiente de la zona. No parecen afectarles las aglomeraciones reinantes enun barrio invadido a casi todas horas de turistas. «Aprovechamos todo lo bueno de la plaza Nueva, ya que las vistas nos dan al cantón de la calle Cueva. No tenemos ruidos», detallan. Tampoco se quejan de las pequeñas dimensiones de su hogar: «Vivimos apretaditos, igual que se vivía antes. En los mismos metros que nos movemos nosotros antes residían familias de cinco miembros», relatan. Y, llegado el caso, recuerdan que la actual normativa «te permite dejar la casa avisando entre quince días y un mes de antelación».
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