La escasez de lluvias arruina el arranque de la temporada de setas

El arranque del otoño, la estación por excelencia de la micología, no atraviesa sus mejores momentos. Las fructificaciones de esta estación se están atrasando para tener su punto álgido en noviembre y diciembre, y la primavera va cobrando año a año más fuerza. Especies como la Amanita, la Cantharellus, la Russula, el Boletus, los Xerocomus, Hydnum o Clitocybe, comienzan a dejarse querer también en la estación primaveral, algo inusual hace décadas. Tras estos movimientos está el cambio climático.

Los hongos micorrízicos como los rebollones, trompetillas y otros muchos comestibles, que cubren las raíces y ayudan a los árboles a absorber nutrientes y agua, necesitan precipitaciones constantes y suaves, además de un clima templado. Y esto está cambiando por una «mediterraneación» de la cornisa cantábrica que ve reducir sus días de lluvia, aunque no tanto el agua caída ya que han aumentado las tormentas e inundaciones que no hacen sino destrozar el suelo y dificultar que florezcan las setas.

Según Alfonso Requero, coordinador de micología de la Sociedad Micológica recreativa Santa Cruz de Galdakao, una de las más veteranas de Bizkaia con 56 años de historia, «el fin del sirimiri ha provocado una pérdida de setas». Un hecho que ratifican desde Aranzadi. que estima que las dos últimas décadas se ha perdido la mitad de la producción micológica en Euskadi.

La sociedad micológica 'Geredixa' de Abadiño, que abrió a primeros de octubre las ya tradicionales exposiciones, recolectó, pese a todo, bastantes ejemplares, algunos traídos de Navarra y La Rioja, el resto de la zona del Gorbea, Urkiola y Oiz. «Para lo que esperábamos recoger viendo como está de seco todo, fue bastante, pero desde luego hongos ninguno, todos los que se expusieron vinieron de fuera de Euskadi», apunta el presidente del colectivo Fermín Zubero. Lo cierto es que la mayoría de los aficionados comentan en corrillos, que hongos y setas, este año, ni pintadas.

Si bien localidades con tradición setera como Abadiño o Durango han mantenido las fechas de sus jornadas, el retraso en la eclosión ha provocado que muchos colectivos micológicos hayan ido retrasando las citas para poder ofrecer una muestra. Es el caso de la Sociedad Micológica recreativa Santa Cruz de Galdakao, que celebra este año su 54 edición, y que de organizarse a mediados de septiembre coincidiendo con las fiestas de la localidad, ha pasado a primeros de noviembre.

Este cambio, según explica Requero, tiene su reverso de la moneda ya que se frena en ocasiones por la llegada de nieves prematuras o heladas. Según admite, lo ideal es que haya luz, que empiece a otoñar un poco, y que las lluvias empapen la biomasa del suelo. El problema, asegura Esteban Ruiz, presidente de la sociedad micológica Errotari de Durango -que a finales de año publicará la decimonovena edición de la prestigiosa revista 'Errotari'- es que las lluvias caídas las últimas semanas no han tenido una continuidad. «Es necesario que llueva durante una semana de manera calmada y que luego no haya viento sur», como el que hemos tenido los dos últimos días, explica este experto.

Señalar en un mapa dónde podemos encontrar hongos o setas, al margen del secretismo que se da entre los aficionados, es para Alfonso Requeno, de la Sociedad Santa Cruz de Galdakao, «una lotería. Allí donde haya habido una tormenta, saldrán». En este momento las pocas especies que salen se están dando «donde ha llovido, en zonas muy húmedas y sin grandes pendientes, en las que el agua ha logrado empapar», zonas boscosas con luz y humedad en el Gorbea, Oiz o Urkiola, entre otros.

Según detallan los expertos, ya se pueden ver algunas especies boletáceas de la familia de Edulis o Boletus. De estos los primeros en salir son los pinícolas. También podemos meter en la cesta algunas Xixas o Cantharellus y las especies lignícolas, asociadas a la madera como el Pleurotus ostreatus que se venden en supermercados. Los jardines y prados comienzan a salpicarse de champiñones silvestres y están saliendo algunos hongos hipogeos también llamados trufas como 'pedo de lobo', que no es comestible.

Las talas masivas que han cambiado la orografía del país, en buena parte provocada por la banda marrón, ha reducido su hábitat. Según Requero, ese hábitat se mantiene vivo en el caso de que se hayan dejado los tocones. Las raíces del árbol cortado siguen permitiendo al hongo mantener la simbiosis a través de la red subterránea que puede tener hasta kilómetros de longitud. Pero en el caso de que se hayan sustituido por eucaliptus, todo está perdido, ya que «no deja crecer nada en el suelo, lo seca todo».

No obstante, a pesar de este pesimismo, los expertos vaticinan que se produzca un brote próximamente. Saldrán los hongos habituales -boletaceas o agaricoides- y setas comestibles. Toda la biodiversidad de hongos superiores. Entre tanto, animan a disfrutar del monte y respetarlo. «No arrasar, no pisar los hongos o setas malas, no dañar los árboles y no tirar latas, plásticos ni cáscaras biodegradables. El bosque es de todos y hay que cuidarlo».