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El palacio Chávarri acoge al espíritu de Margarita en un relato de Sol Aguirre.

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El palacio Chávarri acoge al espíritu de Margarita en un relato de Sol Aguirre. Jordi Alemany

Un escalofrío recorre Bilbao

Halloween es la excusa perfecta para contemplar la villa como escenario de todo tipo de fantasías y terrores

Jueves, 31 de octubre 2019, 01:52

No hay ciudad con solera que no cuente con su parte sombría, evocadora de terrores y recuerdos inquietantes, a veces ficticios y otras veces reales, a menudo mezcla de las dos cosas. Bilbao también se presta a una revisión oscura. Al estilo de Gaston Leroux, periodista que convirtió un suceso cierto, la caída de una lámpara sobre el patio de butacas del Palacio Garnier, en la base de la creación de 'El fantasma de la Ópera'. Esta noche se celebra Halloween, festividad tradicional de hace cuatro días, una excusa ideal para contemplar la villa con ese mismo enfoque. Uno de miedo.

El teatro Arriaga también tiene fantasma. Y como el de la ópera de París, también es literario. Se debe a la pluma de la escritora Sol Aguirre, creadora de hasta cinco espectros bilbaínos: el del teatro, el Espíritu de la Alhóndiga –que da nombre al colectivo de escritores del que Aguirre forma parte–, uno vecino en el desaparecido edificio del RAG, otro en el antiguo Coliseo Albia y el que parece que ya va camino de convertirse en una leyenda urbana: Margarita, ectoplasma que deambula por las estancias del Palacio Chávarri, la actual Subdelegación del Gobierno. «Es inventado, como todos los demás», explica su creadora. «Aunque la gente que trabaja en el edificio suele hablar y bromear sobre él», añade entre risas. En su relato 'El crimen de la torreta', Aguirre cuenta la historia de una joven desdichada, Margarita, cuyo cadáver acabó emparedado. Según el cuento, en 1943, durante una reforma del edificio «en una de las torretas, escondido en un cuartucho sin acceso se encontró el esqueleto de una mujer joven». «Supe con certeza que Margarita, la de Cadegal, es el espíritu del palacio Chávarri de la plaza Elíptica de Bilbao», concluye el cuento.

Dos rincones ideales para una narración espectral al estilo de M. R. James están en las calzadas de Mallona. Lo que ahora es el Museo Arqueológico fue en su día estación de ferrocarril, con la particularidad de que era punto de partida del tren funerario, un servicio mortuorio del ferrocarril Bilbao-Lezama que servía para trasladar a los difuntos bilbaínos hasta Derio. La parada contaba con su propia capilla, en la que los ataúdes pasaban la noche a la espera de la salida del convoy. El servicio disponía de vagones fúnebres de primera, segunda y tercera. De esta parada solo queda un arco de acceso a los andenes, detrás del Museo, en las escaleras de Mallona.

La Cosa de la ría

Ya en lo alto de las rampas está el arco monumental del antiguo cementerio de Bilbao, una necrópolis de estilo neoclásico que se distribuía en torno a un gran patio porticado. La vista nocturna de esta entrada es digna de cualquier película de terror de la Hammer. Todos los que esta noche se disfracen de vampiro o de Jack el Destripador, tienen aquí el fondo ideal para sus 'selfies'. Pero hay más: dentro del campo de fútbol que ahora ocupa lo que entonces era el camposanto quedan dos panteones. Uno tiene forma de sarcófago y el otro de pirámide.

El eje de la villa, la ría, también tiene su cosa. De hecho es la morada de la Cosa de la ría, personaje monstruoso de los cómics de Burdinjaun (1987), superhéroe vasco creado por el grupo Producciones No. El humanoide protagonizó después una serie propia creada por Álex de la Iglesia en solitario en 'La Ría del Ocio'. En una encarnación más reciente, el cómic 'En las fauces de la cosa de la ría' (2014, en la revista 'El Balanzín'), de la mano de Joaquín Ágreda –guionista del colectivo autor original– y Alberto Muriel, el ser es presentado como «una cosa enorme que devora anguleros, estibadores y tripulaciones completas de sub-traineras».

La ría estuvo a punto de ser escenario de una película de terror 'con bicho', en este caso un cetáceo asesino: «Hay una cosa de 'Orca 2' que pocos saben y es que la íbamos a rodar en Bilbao», reveló a ELCORREO en 2003 el cineasta Juan Piquer Simón, director de 'La grieta' y 'Muerte viscosa', entre otras. Iba a ser la secuela de 'Orca: La ballena asesina' y parece ser que en ella el animal iba a comerse a alguien que se caía del Puente Bizkaia. O algo así. Una película que sí se rodó y estrenó, pero que no llegó a distribuirse, fue 'Alma sin dueño' (2008), de Tinieblas González. Filmada sobre todo en el metro, contaba las andanzas de unos grafiteros que acababan topándose con algo bastante más inquietante que los vigilantes de seguridad en el fondo de los túneles. La clausurada estación de La Naja era parte de la cara oculta y siniestra del suburbano.

Y aunque no sea una película de terror –pero sí muy perturbadora–, hay que mencionar 'La casa sin fronteras' (1972), de Pedro Olea. El título era el nombre de una siniestra organización de tintes sectarios que tenía su sede en el palacio Ibaigane, que en las fechas del rodaje todavía era el Gobierno militar. Olea no guardaba precisamente un buen recuerdo del edificio. Según recordaba en 2008, «había chupado muchas guardias allí» en la mili. Como revancha, en su película el caserón se convirtió en un lugar de pesadilla con torturas incluidas.

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