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La marihuana está considerada como una droga blanda y su distribución no está tan penada como la de la cocaína, por ejemplo, aunque en este caso, a los nueve detenidos en la última gran operación antidroga en Bizkaia, entre ellos un ertzaina, se les acusa ... también de pertenencia a organización criminal, lo que eleva mucho la condena, de 1 a tres años de prisión pasa de cuatro a diez años. Se les incautaron 23 kilos de cogollos de marihuana, más de 5.000 plantas, 19 kilos de hachís y 1,3 de 'coca', además de 78.000 euros en metálico, seis vehículos, una pistola simulada, grilletes y una defensa extensible.
El líder de la banda, un marroquí afincado en Bizkaia, concretamente vivía en la Avenida del Minero, en Ortuella, tenía antecedentes por tráfico de drogas, aunque no penales porque aún no ha salido la sentencia. Había sido detenido con anterioridad por la Guardia Civil de Palencia. Precisamente allí empezó a gestarse la operación conjunta entre el instituto armado y la Ertzaintza, denominada Tahocei-Lizar por el THC, el componente activo de la marihuana, y por el nombre de un árbol en euskera.
El ertzaina arrestado, vecino de Basauri, jefe de operaciones en la comisaría de Durango, no se encontraba en la cúpula de la organización, sino en la base. Había instalado una plantación de marihuana en su domicilio. «Tenía los armarios forrados de albal y numerosas propiedades y cuentas corrientes». A los propios investigadores les ha sorprendido el perfil del agente, de sólo 31 años, «bien considerado por sus compañeros y con proyección en el cuerpo». «A veces este mundo te atrapa y es difícil salir de él. Te pueden extorsionar».
Se le ha imputado además revelación de secretos porque «podría haber utilizado su condición de policía para acceder a bases de datos policiales para transmitir información privilegiada a la organización», aunque este extremo está siendo objeto de auditorías internas, según explica el capitán jefe de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Antonio Bayona, responsable de la operación por parte del instituto armado.
Con el objetivo de que «no se investigue la misma cosa por dos juzgados distintos y para preservar el principio de 'non bis in idem', que no se impute dos veces el mismo delito a una persona», se creó el CITCO, Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado, que vigila que no existan duplicidades.
Una vez que se detectó que el grupo de Drogas de la comisaría de la Ertzaintza en Sestao y la Guardia Civil estaban detrás de la misma organización dedicada al tráfico internacional de marihuana y hachís, con base en Bizkaia, los primeros centrados en la zona de Barakaldo, se convocó una reunión para coordinarse. «Ha sido una operación ejemplar. No se le puede sacar ni un pero», se felicita el capitán Bayona. «No buscábamos desarticular un punto de venta, que puede mover 20 gramos a la semana, sino detectar al proveedor, el que tiene el peso de la banda».
La red aprovechaba la ruta del hachís, que atraviesa la península por la vía de la Plata entre Marruecos y Francia, para trasladar la droga en coches y camiones por carretera. «Es lo más fácil». El cabecilla «no tocaba la droga y encargaba los principales roles a su gente de confianza, sus hermanos carnales. Uno de ellos dirigía las reuniones importantes y el otro controlaba las plantaciones más grandes». Han descubierto nueve plantaciones indoor, la mayoría en casas aisladas y con buenos extractores para disimular el intenso olor de esta droga.
La principal fue localizada en la carretera de Castrejana a Basurto, donde hallaron 2.900 plantas, y otra importante también en Kortatzu (Alonsotegi). Había un encargado de todos los cultivos, «de perfil técnico, que actuaba como jardinero, electricista y para lo que hacía falta». Cuando hicieron el «reventón», como se conoce en argot policial a la entrada para las detenciones, se sorprendieron del «blindaje» que había en la vivienda del jefe en Ortuella. La puerta era de madera de roble y estaba tan bien anclada que «se desplomó la pared con ella». Los traficantes protegen así sus plantaciones de los vuelcos, robos de otras organizaciones.
Los investigadores no han utilizado pinchazos telefónicos en esta ocasión. Los miembros de la trama «eran muy desconfiados y quedaban cada pocos días». «La información importante preferían decirla de palabra y cara a cara», en encuentros en la vía pública, precisamente para evitar ser espiados.
La investigación empezó a finales de 2023 y desde febrero se intensificó. «Con la marihuana hay que ir contrarreloj porque se seca y nos quedamos sin droga», la principal prueba de cargo, advierte el mando. «Ellos (los traficantes) juegan con el calendario anual y tienen plantaciones en distintas fases de crecimiento para no quedarse sin mercancía. Recolectan en ciclos de entre ocho y doce semanas. Detectamos que ellos envasaban al vacío los cogollos secos, que viajaban del País Vasco a Francia y otros países europeos».
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