Al programa Cultiva lo conocen popularmente como el Erasmus de los granjeros. Se trata de un sobrenombre un poco exagerado, porque aquí las estancias formativas duran como mucho dos semanas y transcurren dentro de nuestras fronteras, pero esa desproporción ya da una idea de que ... se trata de una iniciativa inusual, chocante dentro de un sector poco acostumbrado aún a este tipo de aventuras. Promovido y financiado por el Ministerio de Agricultura, que lo articula en colaboración con diversas organizaciones de productores, Cultiva consiste en llevar a jóvenes agricultores y ganaderos –y hay que tener en cuenta que, en este mundillo envejecido, el límite de la juventud se fija en los 40– a pasar unas cuantas jornadas en «explotaciones modelo», que se consideran referentes por su planteamiento innovador, su modelo de negocio o algún otro rasgo.
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En esta convocatoria, participan en el programa dos granjas vizcaínas: una explotación familiar de Zeberio, dedicada a la horticultura, y la cooperativa ganadera Bizkaigane, de Errigoiti. ¿Por qué merecen que se las considere ejemplares? «Las dos son modelos de producción agroecológica, de calidad y con venta directa. La de Zeberio cultivaba antes lechuga, tomate y pimiento y vendía a mayoristas en Mercabilbao, lo que supone más cantidad a menos precio, pero han dado el paso a producir más de 70 hortalizas diferentes y confeccionar cestas: así han ganado autonomía, pero no es nada sencillo. De cara al programa interesa ese tránsito y cómo manejan el semillero», desarrolla Alberto Llona, del sindicato EHNE, que interviene en la iniciativa a través de COAG.
Bizkaigane, con sus ovejas latxas y sus vacas de leche que pasan casi todo el día en el pasto, realiza en sus propias instalaciones la transformación de sus productos (desde yogur hasta nueve tipos de queso) y los vende en un radio de treinta kilómetros, con especial atención a los mercados semanales de los pueblos más cercanos. Sus calendarios respetan ciclos como la lactación estacional de las ovejas y, de hecho, son activistas de la sostenibilidad: «Es ridículo que, teniendo tanta información que nos dice que o cortamos ya o nos vamos al garete, no se den pasos más atrevidos. Aquí ves que es posible sacar una rentabilidad», resume Leire Sorhouet. «El sistema de producir alimentos baratos ha colapsado, hay que tomárselo en serio», añade su compañera Amets Ladislao, que ha participado en Cultiva de dos maneras: ha sido anfitriona aquí en Bizkaigane y también alumna en Zeberio.
¿Qué ha aprendido allí? «Lo que más me ha alucinado es la capacidad de diversificar, de rotar cultivos con un calendario muy marcado, eso de 'aquí ha ido una umbelífera, una crucífera, una leguminosa...'. Y humanamente ha sido una pasada, es gente que visualiza cómo debe ser el mundo», agradece Amets, que destaca una característica del programa: «Somos personas que ya estamos instaladas, de manera que puedes compartir más que si se partiese de cero, y se trata de una relación de campesina a campesina, sin 'supertécnicos' por medio». También hay una base de convicciones compartidas, porque los alumnos suelen ser agricultores o ganaderos que ya han emprendido un camino más sostenible o están más o menos convencidos de hacerlo.
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Por Bizkaigane ha pasado, por ejemplo, Nieves Martínez, del pueblecito burgalés de Partearroyo de Mena, que posee «una pequeña granja» con ovejas y también con abejas. «Intento enfocarlo todo a lo natural, como antaño. Por ejemplo, hago la miel como la hacía mi abuela y la gente dice que está de diez. Quería abrir la mente, ver cómo trabajan otras personas, porque esto te fortalece en tus decisiones: todo son noticias de que lo rural está acabado, te dicen que estás loca por tirar con ovejas, pero aquí ves que no».
–¿Qué enseñanzas concretas se ha llevado de Errigoiti a Mena?
–Me ha interesado mucho el vallado virtual, con un dispositivo digital que controlas con el móvil, y por supuesto los quesos: yo no hago todavía, pero tengo ese proyecto a corto plazo. Ha sido una semana muy intensa, porque al principio y al final de cada jornada tenía que atender mi propio ganado en Mena, pero he aprendido a tope.
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«Es de agradecer la predisposición a contarte todo, sin secretos», añade Alazne Intxauspe, otra de las alumnas que han pasado por Zeberio. Su explotación familiar, repartida entre Iurreta y Andoain, se dedica a la horticultura y a la fabricación de purés que después venden en mercados y en cestas de consumo. «Quería mejorar técnicamente. El objetivo es controlar todo el ciclo, desde la semilla hasta la venta, y nos faltaba esa primera parte de desarrollar nuestro propio plantel. Con lo que he aprendido en Zeberio ya estamos empezando a hacer pinitos con un semillero: ¡en agosto espero llenar Donosti de melones!», se propone.
También los anfitriones consideran que la experiencia está siendo muy positiva. En Bizkaigane han acogido a ganaderos de Cataluña, Aragón y Navarra. ¿Algo que tuviesen todos en común? «Una pedrada elegante, potente –se ríe Leire–, ¡tienes que tenerla para esto! Había de todo: unos de relevo generacional, otros que están empezando... Pero todos tenían mucho interés y ha resultado muy enriquecedor». Y su compañero Markel Enzunza puntualiza: «¡Enriquecedor para las dos partes! Siempre es bueno intercambiar conocimientos, porque los que vienen saben cosas que nosotros no sabemos».
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–O sea, que ustedes también han acabado aprendiendo algo, ¿no?
–¡Claro que sí! Ahora vamos a empezar a hacer una receta de fuet que nos enseñó el catalán que tuvimos aquí.
«El programa Cultiva es una apuesta por el relevo generacional y por asentar a los jóvenes baserritarras en la tierra», resume la delegada del Gobierno en Euskadi, Marisol Garmendia, que anima a los profesionales vascos del sector a inscribirse. En esta convocatoria, han participado seis alumnos de la comunidad: tres de Bizkaia, dos de Gipuzkoa y uno de Álava. El total en toda España es de 226 personas, con estancias formativas en 93 explotaciones, y el presupuesto destinado por el ministerio asciende a 1,2 millones de euros, con dotaciones tanto para los anfitriones como para los alumnos.«Se trata de compartir experiencias y proyectos y permite abrir los ojos, ver que otra gente está haciendo la misma apuesta y que, con esfuerzo, se puede conseguir –añade Garmendia–. Los agricultores y ganaderos comprueban que es posible diversificar y modernizar sus explotaciones. La cercanía con los consumidores y la sintonía con el entorno ya no es solo el futuro: ¡es el presente!».
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