Un ensayo con el coro de Gorabide: «La música es para todos»

Un ensayo del Coro Gorabide viene a ser una lucha constante y caprichosa entre el orden y la anarquía. En realidad, seguro que eso sucede en mayor o menor medida en todas las agrupaciones musicales, pero digamos que aquí la frontera entre ambos conceptos es más relajada y se acaba cruzando algunas veces en un sentido y en el otro. La guardiana del orden es la profesora, Emma López, de la Sociedad Coral de Bilbao, y en el fondo todos los cantantes están de su parte, pero de vez en cuando sucumben a la dulce tentación del caos. Eso sí: este viernes 24, en el concierto que ofrecerán junto a otros dos coros de personas con discapacidad intelectual (Alai Abesbatza, de la asociación Gaude Bizkaia, e Igual a Ti, de Logroño), han prometido ceñirse a las normas, porque además les toca ejercer de anfitriones.

La actuación se encuadra en el ciclo Bilboko Korala Gertutik, impulsado por el Ayuntamiento de Bilbao y la Sociedad Coral, y será a las siete en la iglesia bilbaína de San Vicente, con entrada libre hasta completar aforo. «A mí me hace mucha ilusión, porque es la primera vez que nos juntamos tres coros de las mismas características. Es una buena oportunidad para visibilizar que la música es para todos», celebra Emma, que lleva cinco años trabajando con estas voces: «En este tiempo han evolucionado muchísimo: en afinación, en intensidad, en concentración, en todo», detalla, y se pone manos a la obra.

Hay que ensayar siete canciones: las cinco que van a entonar por su cuenta y otras dos en las que aunarán fuerzas los tres coros. La profesora, pacientísima pero estricta, tiene una instrucción principal para cada una: van sonando 'La joven madre' de Schubert («tiene que ser un sonido armonioso, porque es una canción de cuna»), el 'Txoria txori' de Mikel Laboa («la fuerza la tenemos que guardar para el final»), 'Kanta kantari' («quiero unos 'la, la, la' de Caperucita, no de elefante»), 'Luz que brillas', con su exigente pasaje a dos voces («es una noche de verano tranquila y tiene que ser el 'uuuuuuh' más bonito que he oído en mi vida»), y la mismísima 'Dancing Queen' de ABBA («¡aquí el que no se mueva es un soso!»).

–Pero hay que controlar la energía, porque, si no, nos queda como salvaje –añade ahí la profesora, que a veces tiene que evitar que lo den todo desde el principio.

–¡Bieeen! ¡Salvaje! ¡Aupa! –se asilvestra el coro.

En realidad, la directriz sobre el movimiento era innecesaria, porque algunos ya se estaban meneando desde el principio del ensayo. Entre los integrantes del coro los hay más aplicados, más bailongos, más juguetones, más distantes y también alguno con tendencia a ir un poco a su bola, como ese pájaro al que no le cortan las alas. Está Iñaki, que de vez en cuando grita un entusiasta «¡azúcar!» y le suelta alguna galantería a la profe («¡mi amor bello!»); está Sanmi, que va salpicando el ensayo con sus risas incontenibles («es que la música me hace reír»), y está, en primera fila, Iñigo, todo un 'dancing king' que lo mismo acuna amorosamente a un bebé durante la nana que 'travoltea' como un rey de la pista con la de ABBA. «Yo bailo mucho, como Alaska», apunta. ¿Es divertido ensayar? «Bueno, también nos enseñan muchas cosas».

Lo de Alaska viene a cuento porque el tramo final del programa, con los tres grupos juntos, va a consistir en 'Eso que tú me das', de Jarabe de Palo, y el remate apoteósico con '¿A quién le importa?', de Dinarama. Estas dos, como no forman parte de su repertorio habitual, las ensayan con la letra delante, pero eso no es obstáculo para la felicidad colectiva, ni para que los versos desborden significado: «Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mí».

¿Y qué tal se presenta el concierto? «Va a salir genial», proclama Iñigo. «Todo perfecto», apoya María Ángeles, una de las mayores del grupo. «Va a ser emocionante», dice Cristina. «Saldremos un poco nerviosos», concede Sanmi. E Iñaki se muestra convencido de que no van a fallar en nada.

–Bueno, ¿a lo mejor un poquito?

–Un poquito.

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