El pasado lunes a las 10.30 horas Juan Carlos recibió el alta en el hospital de Urduliz. Llevaba una semana ingresado y tenía ganas de regresar a su casa. También su familia. Pero Juan Carlos necesitaba una ambulancia para regresar a su domicilio. Hace ... 22 años sufrió un infarto cerebral y desde entonces padece una parálisis corporal. A esto se suma que hace un tiempo se le diagnosticó un cáncer de páncreas que se encuentra en una fase muy avanzada. Es precisamente esta enfermedad por la que ha estado ingresado siete días. El lunes le dieron el alta para que recibiese cuidados paliativos en su domicilio. Pero la ambulancia de transporte sanitario programado o no urgente gestionada por el hospital no llegó hasta más de 30 horas después. Y eso porque un familiar del enfermo telefoneó directamente a la empresa que presta este servicio para Osakidetza, Grup La Pau, y le trasladó lo que estaba ocurriendo.
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El vehículo llegó, pero lo hizo solo con un operario. Fue necesario la ayuda de personal del hospital para que se pudiese montar Juan Carlos. «Pesa unos 70 kilos, pero no se puede mover. Hay que levantarlo y una persona sola no puede con él», cuenta su hermano Alberto Martínez. A la llegada al domicilio del paciente, situado en Las Arenas, sus allegados tuvieron que ayudar al trabajador de La Pau para subir al enfermo desde la calle hasta su casa.
Para la familia, el tener que esperar más de 30 horas por una ambulancia con un paciente terminal que no se puede mover para poder regresar a su casa es toda una «indecencia». «Es una vergüenza el trato inhumano que se está dando desde Osakidetza», critica Alberto, para quien el argumento de que los trabajadores del transporte sanitario en Euskadi estén de huelga no justifica el trato que ha recibido su hermano. Hasta pasadas las 18.00 horas del martes no le trasladaron a su domicilio. «Nos dijeron en el hospital que tendríamos que esperar más por los paros, pero 30 horas es algo inadmisible», valora. La familia ha presentado una queja ante el servicio de Atención al Paciente para denunciar lo ocurrido. «Situaciones como la que nos ha sucedido no se deberían repetir. Es necesario que Osakidetza corrija estos errores», sostiene.
La huelga indefinida en el sector del transporte sanitario urgente y programado comenzó el pasado 19 de febrero. Los sindicatos piden la homologación de los trabajadores de las contratas al personal de Osakidetza y la recuperación del poder adquisitivo perdido en dos años, que cifran en un 17%. La patronal asegura haber ofrecido subidas de un 3% en 2022 y de un 3,5% en 2023 no consolidables, así como de un 3% anual a partir de 2024. Por el momento no hay acuerdo entre las partes ni fecha de fin de los paros.
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