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Maribel es la sanitaria expedientada por simular supuestamente que vacunaba a niños en el ambulatorio de Kabiezes, en Santurtzi. Tiene unos 50 años, es enfermera de «vocación» y empezó a trabajar en la unidad de pediatría del centro de salud en enero de 2021. Ahora ... mismo, es la mujer de la que todo el mundo habla en la localidad marinera. Sobre todo desde que el pasado miércoles se supo que el Servicio de Salud va a ampliar la investigación a 400 menores -todos los que atendía- para saber si están inmunizados.
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Desde que arrancó la investigación Maribel fue apartada de las «tareas asistenciales» y ahora mismo está de baja laboral. Hasta ahora no había dado su versión de lo ocurrido. EL CORREO ha conseguido contactar con ella. Se confiesa sorprendida por la repercusión que ha adquirido la investigación y afirma que todo esto le ha pasado ya cierta factura, aunque espera que sirva también para «abrir camino». «No he tenido mala intención», asegura.
Maribel niega que no vacunase a los niños. Lo que afirma es que les puso «lo que tenía que ponerles». Y asegura que, en realidad, sólo tuvo problemas con un puñado de familias a las que no les gustaban las cosas que ella les decía durante las consultas en relación a los alimentos y los tratamientos «naturales».
Poco después no tarda en mostrarse abiertamente en contra de las vacunas. «Sobran. Somos seres perfectos. Tenemos un sistema inmunológico perfecto. No podemos ver el mundo que nos rodea como algo hostil ni tomar decisiones basadas en el miedo», sostiene. La sanitaria pone un ejemplo que repite varias veces: «No hay que ponerse una escayola en el brazo si no lo tienes roto», sentencia.
Maribel asegura que ella es sanitaria «de vocación». Recuerda que cuando era pequeña su madre le decía que iba a ser enfermera porque le encantaba «cuidar» a los demás. Pero reconoce que sufrió un episodio que le hizo «cambiar el chip» en lo que respecta a las vacunas. Fue hace ya varios años. La sanitaria inoculó un preparado antigripal a un hombre que, poco después, enfermó de neumonía. Una vez curado, este sujeto le reprochó que le hubiese inmunizado. «Si pudiese volver atrás ni yo ni mi hija nos habríamos vacunado», reconoce.
La enfermera insiste en que, desde entonces, ha visto a «muchos niños» llorando y protestando cuando les iban a vacunar. También a muchos padres que acudían a la consulta «por presión». Por eso «aconsejaba» a algunas familias en lo referente a tratamientos «naturales». «A mí sólo me mueve el bienestar de la gente. Y, sobre todo, de los niños. Que cada uno pueda elegir lo que quiere», comenta.
Las explicaciones de la sanitaria llegan en un momento en el que crece la preocupación entre las familias afectadas y el enfado por la «falta de información» de Osakidetza. Las que presentaron las primeras denuncias explicaron que la enfermera hacía el gesto de la vacunación de forma «muy rápida». Indicaron que pinchaba a los niños -lloraban y les quedaba una marca-, pero que después tiraba de forma precipitada la jeringuilla a la basura. Fue la peculiar forma de actuar de esta mujer la que despertó las dudas de los padres. Algunos sospechaban que podía estar simulando para no inyectar las medicinas a sus hijos. Estas quejas dieron inicio a la investigación, que ahora se ha ampliado.
Maribel lanza un mensaje a las familias. Les asegura que «no he querido hacer ningún mal» y les recomienda «que escuchen a sus hijos, que son muy sabios. Que no les vean como posibles futuros enfermos. Están muy sanos».
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