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Ya apuntaba maneras en su adolescencia. Así que, durante los cinco años que estudió Medicina, realizó los conciertos que le salían, aunque «no ganaba prácticamente nada. Nunca pedí nada en mi casa. Prefería ganarme un dinerillo para mis cosas», recuerda, orgulloso, el facultativo José Luis ... Benito, aunque de artista eligió el sobrenombre de Luis Beltrán. Actuaba junto a otros compañeros en bandas juveniles y en solitario, que es lo que más le gusta. Las veces que habrá interpretado el famoso 'The young ones', de Cliff Richard.
De aquella etapa recuerda sus conciertos en algunas de las salas de fiestas vizcaínas más conocidas de la época, empezando por Yunque, en Zabalburu, donde dio su primer bolo «con contrato y Seguridad Social». Luego llegaría el Tulua, de Sodupe, propiedad de los padres del presentador Ramón García. También se movió por Elorrio, Bermeo, la localidad burgalesa de Melgar de Fernamental y el festival que se celebraba todos los veranos «en la plaza logroñesa de Espartero».
Lo daba todo. Tanto, que en un bolo de Nochevieja en una discoteca de Gernika se quedó «totalmente afónico». En el descanso del concierto tomó una copa de champán «muy fría» y pagó las consecuencias. No obstante, salió airoso de aquel percance, porque había «tanta animación que el público apenas se enteró de nada. Estaba todo lleno», aplaude. También pudo influir que bordara el clásico 'What a wonderful world', de Louis Armstrong.
Se pasó la carrera cantando. Desde 1968 -«soy de la primera promoción de la Facultad de Medicina de Bilbao», detalla- hasta aprobar el último examen. Aprovechaba los descansos de sus actuaciones para meterse en los camerinos y estudiar lo que «me tocaba». Sin embargo, en cuanto arrancó su actividad profesional, aparcó los escenarios y se centró en su consulta privada, donde continúa, y en Osakidetza, donde trabajó durante más de 30 años y se jubiló hace una década. «Nunca me ha gustado la vida bohemia que había después de la música», se justifica.
A sus 74 años, que en absoluto aparenta -«toda la vida me han dicho lo mismo», presume-, admite que la pandemia supuso un punto de inflexión. Rescató una pasión que nunca había olvidado, aunque le surgieron algunas dudas al contraer el covid y permanecer afónico durante más de dos meses, en los que no pudo hacer «nada». Ignoraba si la voz le respondería «igual que de joven. Pero yo fui el primer sorprendido al darme cuenta de que, a los setenta y tantos, la tenía igual de bien que antes».
Si siempre ha encontrado el apoyo de su familia, aunque al principio hubo ciertos recelos -«¿pero dónde vas?», le decían-, especialmente significativa ha sido la labor de David, uno de sus tres hijos, que le hace las veces de «representante». Gracias a él ha vuelto a subir a los escenarios. Pero no en cualquier sala. Ha actuado en la Fever, de Bolueta, «con un gran éxito», y en el New Holiday de Deusto. Y, además, ha publicado en estos dos últimos años un par de discos. El más reciente, el pasado noviembre. En él versiona temas de Elvis Presley -'Always on my mind'-. Elvis Costello -'She'- y el 'My way' de su «adorado» Frank Sinatra. «Es el no va más», subraya. A Beltrán le gustan, sobre todo, los cantantes dotados de «una gran personalidad». Por eso, este doctor, que jugó en el Sestao «de zaguero, medio y delantero», huye de las «copias» y prefiere hacer suyas las canciones de otros, reinterpretándolas a su manera. «Intento que suenen distintas, pero, claro, eso no se puede», esgrime. De ahí que admire tanto al británico Engelbert Humperdinck y Michael Bublé.
En el concierto de la Fever reunió a más de una treintena de amigos, a los que convenció «por completo». Otro cantar fue cómo finiquitó la actuación. Acabó «destrozado» tras interpretar una docena de canciones. Tras casi 50 años sin encontrarse con el público, la espera mereció la pena. Más para un artista como él que sufre en el escenario lo que no está escrito por su «extremada timidez».
Puesto a cumplir sueños, y sin dejar de pasar consulta en Las Arenas, se le hace la boca agua pensando en la posibilidad de interpretar temas originales . «¡Qué más quisiera que alguien me compusiera y contar con una orquesta propia!». De adolescente creó cuatro temas, pero ahora no se atreve. «No me veo capaz y, además, me da vergüenza», confiesa este endocrino amante de las baladas, melodías y el «rock suave», mientras de fondo suena el 'Unchained melody', de The Righteous brothers. «¡Quién la pillara!», sugiere.
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