«El trabajo de la mujer rural en esta comarca ha sido fundamental. Sin su labor durante tantos años Las Encartaciones no serían hoy en día lo mismo». Con estas sentidas palabras ha reconocido hoy Martín Pérez Garmendia, presidente de la mancomunidad de esta comarca, ... el papel de cientos de mujeres, madres y abuelas. Hoy se las ha rendido homenaje en Lanestosa, un municipio eminentemente rural, en una jornada con la que se ha querido «empoderar su figura».
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Un mercado con una decena de puestos atendidos todos ellos por mujeres rurales ha concentrado la actividad por durante la primera parte del día. No faltaban productos de la huerta, lácteos, embutidos o pan y repostería artesanal.
Allí han ido llegando las decenas de mujeres que se bajaban de los autobuses llegados desde los otros diez municipios de esta comarca. Antes de comer ha tenido lugar una exhibición de deporte rural femenino a la que ha seguido una gran comida popular preparada en tres enormes paelleras en la que participan en estos momentos cerca de 250 personas.
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Alba Cárcamo
Las Encartaciones han celebrado por segundo año consecutivo el Día Internacional de la Mujer Rural con un amplio abanico de actividades. También se han organizado visitas guiadas al antiguo lavadero de la localidad, proyección de un documental sobre la mujer en Enkarterri o talleres varios. La jornada se enmarca dentro de los actos previstos en el III Plan de Igualdad de esta comarca.
Itziar Zubizarreta y su familia gestionan una explotación ganadera con 180 vacas lecheras. La actividad principal es destinar la leche al mercado lácteo, pero hace unos años decidieron «diversificar el negocio» para hacer frente a los «bajos precios» en origen que reciben los ganaderos. Organizan visitas guiadas a la granja y desde hace un año elaboran y venden también «yogures artesanales». Los hay de mandarina, frutos del bosque, castaña o fresa. «A la gente le gustan mucho, suelen repetir».
Hace 12 años Erika Yurre y su pareja abandonaron Bilbao para iniciar una aventura en Carranza. «Construimos nosotros mismos una casa bioclimática y años después un horno de leña, que diseñamos con un herrero», explica. Allí se encuentra el motor del obrador de Ama Orea, energéticamente sostenible y que cuenta con paneles fotovoltaicos. En él elaboran toda su producción, que va desde varios tipos de pan a una amplia gama de bizcochos y galletas para los más golosos.
Adelia Castañón cultiva una amplia gama de frutas autóctonas. Lo hace en la finca situada junto al restaurante Aretxaga de Zalla, que gestiona con su marido. Una parte de la producción se dedica a surtir a la cocina del local. Con la otra elabora un amplio surtido de mermeladas, pero también vinagre de frutos rojos y membrillo. Ella es una firme defensora de los productos de kilómetro cero. «Si no los cuidamos se perderán».
Hace cuatro años Edurne Asensio decidió cambiar de vida. Dejó su profesión de peluquera y convirtió lo que hasta entonces había sido un entretenimiento en su modo de vida: produce y vende frutos de la huerta. «Te exige todo el día, no tienes horarios», comenta. Asensio disfruta mucho del contacto con la clientela en los mercados a los que acude y percibe que «la gente cada vez valora y compra más el producto local».
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