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Cuando en mayo de 2022 las administraciones anunciaron que en 2027 Mercabilbao se trasladaría a Ortuella parecía que aquello estaba muy lejos. Ahora ya no. 2027 suena próximo. Sobre todo, si se tiene en cuenta la dimensión de la operación que está por delante: supondrá ... desmantelar la gran despensa de Bizkaia que desde hace medio siglo funciona en Basauri, por donde pasan 260.000 toneladas de alimentos al año y en la que trabajan 1.200 personas. Y llevarlo todo a la Margen Izquierda para integrar esta instalación en su parque tecnológico, con ambiciones que van mucho más allá de su actividad actual: se pretende que sea el corazón de un campus alimentario, que esté rodeada de empresas de transformación e investigación (para hacer platos preparados, por ejemplo) creando un ecosistema que supera con mucho la comercialización de productos frescos que existe ahora.
Pues lo mismo hay que retrasar la maniobra. Las empresas que trabajan en Mercabilbao, parte de las cuales han sido siempre bastante reacias al traslado, están negociando posponer el momento de la mudanza con las administraciones y particularmente con el Ayuntamiento de Bilbao (propietario del 60% de la instalación). Fuentes conocedoras del proceso alegan que hay una buena batería de argumentos para echar el freno: que no es tan necesaria una ampliación como se decía porque en Basauri hay espacios sin uso; que a varias empresas no les sale a cuenta irse a Ortuella y que optarían o por cerrar por jubilación o por reubicarse en otros municipios; que la proximidad de la mudanza desincentiva inversiones; que la marcha a la Margen Izquierda dificulta en ciertos casos la logística, elemento crucial para este negocio...
Como es natural, ninguna de las partes negociadoras quiere avanzar los términos de las conversaciones porque, según explican desde ambos lados, aún hay extremos por concretar. Esencialmente, hasta cuándo se retrasará la marcha a Ortuella. Enviar la fecha hacia un futuro lejano denotaría que el proyecto pierde fuelle.
Hay que tener en cuenta que la operación es muy compleja, muy cara, y además resulta imprescindible seducir a la iniciativa privada para que sea viable y provechosa. Las cifras son bastante impresionantes. Aunque en un principio, en mayo de 2022, la operación se cifró en 60 millones de euros, a los pocos meses, en octubre de aquel año, ya se había elevado hasta los 72, según reveló entonces el Gobierno vasco: 17 serán para adquirir los nuevos terrenos en Ortuella, 15 para ejecutar los accesos, 12 para completar los trámites y licencias urbanísticas, y 28 para urbanizar el nuevo polígono.
¿Y cómo financiar todo eso? La mayor parte se pagará con lo que se saque de vender el solar de catorce hectáreas que ahora ocupa Mercabilbao y que es propiedad del Ayuntamiento bilbaíno. La última tasación había valorado la finca en 55 millones de euros. La cuestión es que alguien quiera pagarlos. En los casi dos años transcurridos desde el primer anuncio no han trascendido ofertas en firme por esos suelos, cosa de la que se duele mucho el Ayuntamiento de Basauri, preocupado por su futuro. Las administraciones siempre dicen que quieren para esta zona la implantación de actividad productiva, industria «avanzada de alto valor añadido». Hace sólo un par de semanas la Diputación volvió con esa proclama. Pero no se conocen pretendientes para esta novia.
También hay que tener en cuenta que en el entorno del Gran Bilbao la oferta de viejos suelos industriales para estos mismos fines, tan deseados, es extensa: desde Zorrozaurre hasta las muchas parcelas en la Margen Izquierda están buscando firmas interesadas en implantarse para generar riqueza y crear empleo. Pero no hay a la vista grandes operaciones concretadas.
La otra pata de la operación, también importante, es generar actividad alrededor del futuro Mercabilbao, en Ortuella. La idea es alquilar los edificios que se construyan en torno al equipamiento a empresas de transformación de alimentos. El plan supone generar una industria que aporte valor añadido junto al gran mercado de productos frescos, es decir, espacios donde convertir verduras en ensaladas y pescados en todo tipo de platos precocinados, por ejemplo. Otra cosa es que las grandes firmas del sector, las que cuentan con más capacidad financiera para abordar grandes proyectos, sean proclives a montar aquí sus plantas de producción. O que inversores locales de menos dimensión se animen a dar el paso. De momento no se conocen avances en esta dirección tampoco.
En caso de que no hubiese empresas interesadas ni en comprar los terrenos de Basauri ni en implantarse en las nuevas ubicaciones de Ortuella, o de que las ofertas no fuesen de mucho fuste, retrasar la mudanza de Mercabilbao no solo no supondría un problema, sino que seguramente sería un alivio para las administraciones. Las implicadas son, por un lado, el Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia (responsables de la red de parques tecnológicos, Parke); y, por otro, los ayuntamientos de Bilbao y de Ortuella.
El de Basauri, como es lógico, también está muy pendiente de la operación porque según los cálculos del Ejecutivo de Vitoria el impacto de Mercabilbao en el municipio es de uno 400 millones al año (y 300.000 van directamente a las arcas municipales por el pago de impuestos). Encontrar una actividad productiva que tome el testigo en ese suelo será vital para la prosperidad del municipio.
El ánimo de montar en Ortuella un 'campus alimentario', como le llaman las administraciones, va más allá de la mera transformación de los alimentos crudos que lleguen a Mercabilbao. Va también de experimentar e investigar nuevos procesos y productos. Los usos sociales tienden a la vagancia y cada vez se cocina menos en las casas, de modo que los precocinados ganan terreno. Pero también hay interés creciente por la salud entre parte de la ciudadanía. Así que la producción de alimentos sanos de rápido consumo es un negocio al alza y hay mucho margen de mejora. Hay, en fin, mucho que inventar.
Por otra parte está la gestión logística. El reparto de última milla, la comida a domicilio, también es un fenómeno en auge donde se cree que hay mucho que hacer. Por eso, el ánimo de las instituciones es incentivar la investigación y se pensaban las futuras instalaciones con utilidades variadas que van desde la digitalización de procesos hasta controles de calidad.
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