Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La asociación en defensa de los derechos de niños con necesidades especiales Lagundu acudió la pasada semana al Parlamento vasco para reclamar que se permita a estos escolares con problemas de aprendizaje estudiar y recibir apoyos en el aula en castellano. Denuncian que escolarizar a ... estos alumnos en modelos de euskera es condenarles al fracaso académico. El colectivo expuso que muchas familias se han visto obligadas a matricular a sus hijos en centros de fuera de la comunidad. Entre los estudiantes que recorren decenas de kilómetros al día para ir al colegio en provincias limítrofes también hay inmigrantes que no han podido superar la barrera del idioma. Dos madres y sus hijos relatan su experiencia.
«Creían que el problema estaba en mí, que no tenía capacidad y no era así. Me costaba más estudiar en otro idioma, pero eso no significa que no pueda». Ugaitz resume con sencillez y naturalidad su experiencia, sin darle más importancia. Pero su historia es excepcional. Pasó de suspender todas las materias menos lengua castellana y arte en un colegio de enseñanza en euskera, -en el que le iban a incluir en un programa de educación especial-, a sacar sobresalientes y notables en otra escuela de Villasana de Mena (Burgos).
Mónica Nadal llevaba a su hijo afectado de autismo a un centro público de Balmaseda de modelo D, en euskera, desde los tres años. A medida que pasaron los cursos su expediente se llenó de 'gutxis' -suspensos- y tuvo que repetir cuarto curso de Primaria. «Les pedí una adaptación curricular en castellano -ajustar el programa a sus capacidades-, una oportunidad para estudiar en su lengua materna, porque por su autismo tenía problemas de comunicación. Pero se lo negaron». Ugaitz tenía «la autoestima bajo mínimos por escuchar siempre que no era capaz. Se sentía frustrado», recuerda su madre. «Me ponían a hacer trabajos de niños pequeños», cuenta Ugaitz torciendo el gesto. El centro comunicó a la madre que el pequeño sufría graves problemas de aprendizaje y que le tendrían que integrar en un programa especial -ACI-, en el que ya no podría sacar títulos oficiales de Secundaria, FP... «Le cerraban toda posibilidad de estudiar y tener una profesión, un futuro, le condenaban a quedarse en centros especiales», añade la madre. Pero Mónica creía en su hijo y no se dio por vencida. «Yo veía que los cuadernos que le compraba en verano en castellano los hacía bien. Sabía que podía». Pidió plaza en el colegio público de Villasana de Mena, perteneciente al sistema educativo de Castilla y León, comunidad que en la última prueba PISA encabezó el ranking de resultados de España.
«Cuando me llamaron para decirme que le admitían me eché a llorar. Le iban a dar una oportunidad». En la escuela burgalesa no vieron la necesidad de ponerle apoyos en el aula. Ugaitz entró en quinto de Primaria, con el curso empezado, y obtuvo una nota media final de 8,5. En sexto volvió a sacar todo notables y sobresalientes y este año ha pasado al instituto para cursar Secundaria.
«No voy a perdonar nunca que me hicieran dudar de las capacidades de mi hijo, que me intentaran convencer de que me estaba equivocando, sin molestarse a probar lo que yo pedía, que estudiara en castellano. Ni el berritzegune, ni Inspección, nunca creyeron lo que les decía: que el obstáculo era el idioma... Me hacían ver que era una madre loca que no aceptaba los problemas de su hijo», se lamenta Mónica. «Apoyo la enseñanza en euskera», aclara, «pero para casos como el de mi hijo debería haber una normativa por escrito que autorice las adaptaciones y ayudas en castellano aunque el centro sea de modelo D», reclama.
Madre e hijo han vivido un punto y aparte en sus vidas. «Antes salía llorando de cada reunión porque me decían que no era capaz y ahora salgo llorando de alegría cuando los profesores me cuentan que están encantados con él, que podrá ir a la Universidad y ¡estudiar dos carreras si quiere!», añade feliz y «agradecida», dice, a los maestros de Villasana que «se implicaron» y «dieron una oportunidad a Ugaitz».
Andy acaba de empezar en el instituto en Villasana de Mena. «Quiero ir a la Universidad y ser abogado», comenta sonriente y seguro este muchacho nicaragüense de 13 años. «Ahora es feliz», dice satisfecha Belki Díaz, su madre, pero «lo ha pasado muy mal». Ella llegó de Nicaragua a Balmaseda con sus dos hijos en diciembre de 2017. Educación les asignó plaza en la ikastola. Andy, que entonces tenía once años, comenzó en enero en sexto curso de Primaria, pese a que ya había aprobado ese nivel en su país con buenas notas. «Yo me sentaba y solo escuchaba, no entendía nada, no hablaba, ni sabía lo que tenía que hacer en clase, ni que me pedían en los deberes que llevaba a casa. Solo participaba en Lengua Castellana. Cuando había exámenes a veces les decía a los profesores que me los tradujeran, pero mientras lo traducían se me acababa el tiempo para responder...», cuenta aún incrédulo por la experiencia que ha vivido.
Al acabar el curso, la ikastola informó a la madre de que había suspendido y que debía repetir curso. «¿Cómo no iba a suspender si no entendía nada? Mi hijo lo tomó muy mal, se deprimió, estaba muy triste. No comprendía por qué debía repetir si ya había aprobado ese curso. Me pedía que nos volviéramos a Nicaragua». Belki buscó un instituto en Bizkaia con enseñanza en castellano. «Fui al de Bertendona de Bilbao. Me explicaron que tenían 40 alumnos en lista de espera, pero que el Gobierno vasco no les iba a autorizar abrir un aula de modelo A y que me llamarían si había plaza, pero no me llamaron». Belki conocía a amigas de países latinoamericanos que había decidido llevar a sus hijos a centros de Villasana de Mena y acudió a hablar con el colegio de la localidad burgalesa. «La profesora vio el expediente académico de mi hijo en Nicaragua y me dijo que no tenía sentido que repitiera sexto y que fuera al instituto a pedir plaza», recuerda. Pero fue inútil. En el expediente académico de la ikastola de Balmaseda figuraba que Andy había suspendido el curso por lo que no podía matricularse en Secundaria. La directora del centro de Villasana le animó a que fuera a hablar con la ikastola para evitar que su hijo se viera obligado a hacer de nuevo sexto de Primaria. «No me atreví, no soy de aquí, y eso te detiene de hacer muchas cosas. Además, mi hijo, al saber que iba a poder estudiar en castellano, se conformó y me dijo que no le importaba repetir».
Y eso que no lo tenía fácil. Su madre, que tiene dos trabajos para sacar a sus hijos adelante, no podía llevarle a diario al colegio. El chico cogía solo el autobús de Balmaseda a Villasana de Mena a las siete de la mañana y cuando llegaba a la localidad burgalesa se sentaba en un banco de un parque, hiciese frío o lloviera, y esperaba durante dos horas a que abrieran las puertas de la escuela. Así todos los días durante ocho meses, hasta que la madre de Ugaitz, compañero de clase, se enteró de su situación y se ofreció a llevarle en coche. Andy aprobó sexto de Primaria con buenas notas y ha pasado al instituto. «Está muy contento, ha dado un cambio inmenso. Va a clase encantado, hace los deberes con ganas y ha hecho amigos», cuenta feliz su madre.
Los alumnos de Bachillerato son otro de los colectivos que optan por emigrar a centros de provincias limítrofes, en Cantabria y Burgos principalmente, con el fin de acabar la etapa previa a la Universidad cuando se les atasca el euskera. «Es habitual que tengamos estudiantes vizcaínos en Bachiller. Este año hay una decena, algunos llegan con varias materias suspendidas y otros solo con Lengua vasca. Si solo tienen el euskera por superar titulan directamente, ya que aquí no deben cursar esa materia. Después se examinan de la Selectividad en Cantabria», explican responsables del Instituto Zapatero de Castro.
En otro centro de Secundaria de esa misma localidad, Barquín, también tienen estudiantes vizcaínos en sus aulas cada curso. «Incluso hemos llegado a revisar la normativa con Inspección de Educación para ver cómo podíamos ayudar a los que solo tenían el euskera suspendido, con el fin de que pudieran titular sin tener que apuntarse a otra materia como era obligatorio hace años».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.