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Las dificultades de las mujeres para acceder o ser socias de txokos no son algo del pasado, aunque cada vez más integrantes de estas asociaciones ... quieren impregnar de un carácter más aperturista la que en muchos casos consideran su «segunda casa». Eso es lo que sucede en Gure Txoko, la sociedad gastronómica más antigua de Bilbao, en la que hay abierta una fractura interna entre partidarios y detractores de que las féminas tengan los mismos derechos que los hombres.
Según sus estatutos, ellas pueden cruzar la puerta «en San José, Nochevieja, Reyes, los días de la Semana Grande y los sábados a partir de las 20.00 horas». Lo explica José Luis Sastre, último responsable del txoko antes de que, hace ahora cinco años, se estrenara la actual junta directiva. Durante su mandato, en 2014, aprobaron en asamblea que las mujeres también entraran los viernes por la noche, algo que «no gustó a algunas personas». De ahí que, lamenta, no se plantearan acometer un cambio de la normativa. Por temor a que no prosperase.
Para el resto del calendario, los socios deben solicitar permisos especiales. «Nosotros no se lo negábamos a nadie -tercia Armando Torres, quien lidera una pequeña rebelión de la que también forman parte Sastre y otro antiguo presidente; una minoría, en cualquier caso, entre una masa social que reúne a «85 integrantes»-. Aunque realmente no se piden tantos; como una veintena al año».
Con el cambio de junta, conseguir una licencia se complicó. Torres solicitó celebrar el 17 de julio de 2019 una comida con sus compañeros de trabajo, entre quienes también había mujeres. Se la rechazaron porque cuatro meses antes, el 8 de marzo, le habían autorizado otra parecida. «Los permisos deben gestionarse como una excepción y no como una norma», le respondieron a través de un email, en el que reconocían que «hemos denegado otras peticiones en similares circunstancias».
Fue la gota que colmó el vaso. «Antes había cierta normalidad, pero es que la situación se ha vuelto ridícula -censura Torres-. Vivimos en el siglo XXI con unos estatutos que se elaboraron cuando Pilar Primo de Rivera se encargaba de dictaminar cómo se debían comportar las mujeres». En un primer momento, los díscolos -uno de ellos ha sido sancionado con la prohibición de acceder a las instalaciones durante 15 días- aspiraban a que cualquier persona pudiera pasar entre semana, cuando «suele estar vacío». Ahora quieren ir un paso más allá: «Tienen que ser también socias». Porque lo cierto es que, hoy por hoy, solo dos mujeres pueden franquear la entrada a Gure Txoko cualquier día y a cualquier hora: «Sí, las de la limpieza».
En abril celebraron la última asamblea. Se votó «analizar» la modificación de los estatutos para hacerlos más igualitarios. Seis de los asistentes o de quienes delegaron su papeleta se mostraron a favor de emprender un proceso que desembocara en la inclusión de mujeres con todos los derechos. Otros 42 se opusieron. «En el orden del día solo ponía cambio de estatutos, no se hablaba del tema de las mujeres, así que muchos no fueron», justifica Torres.
El Instituto Vasco de la Mujer investiga la conducta de Gure Txoko y ultima una resolución tres años después de iniciar las «diligencias», que se han demorado por los obstáculos y los cierres vividos por este tipo de asociaciones como consecuencia de las restricciones impuestas durante la fase más crítica de la pandemia.
Desde Emakunde no avanzan el sentido de ese dictamen, aunque los promotores de la denuncia que abrió la caja de los truenos confían en que dé un tirón de orejas a la junta directiva, con la que este periódico ha intentado ponerse en contacto sin éxito. El organismo público, dependiente del Gobierno vasco, tiene la potestad de «practicar investigaciones... para el esclarecimiento de posibles situaciones de discriminación directa o indirecta por razón de sexo relativas al sector privado». Así lo recoge la primera notificación remitida al txoko, en febrero de 2020, por la asesora jurídica del instituto. A priori, su capacidad se limita a «facilitar vías de negociación» y «dirigir recomendaciones» para evitar la discriminación de género.
1954es el año en que se fundó el Gure Txoko, que cuenta con 85 miembros.
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