Desde su atalaya de estadista infalible, Arnaldo Otegi ha dictaminado hace pocos días que el PNV, y ya de paso también Podemos, se dedican a vender humo cuando hablan de un nuevo estatus político para Euskadi. Quien durante tanto tiempo aventara tempestades, parece encantado de ... haberse conocido en su nuevo papel de apaciguador tardío, ungido por propios y algún que otro extraño con la excelencia de los más altos dignatarios.

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Sus renovadas dotes como augur no vienen acreditadas, desde luego, por la solidez tradicional de las propuestas lanzadas con frenesí durante largos años por la izquierda abertzale, cuya apariencia de piedra filosofal pretendía disimular su auténtica naturaleza de tosco pedrusco. Así, los incontables proyectos de superación estatutaria alumbrados por la formación de origen del secretario general de Sortu han quedado como piezas sublimes del surrealismo político. Pura abstracción obcecada, panoplia incompatible con la realidad social a la que decían responder con feroz vehemencia. Humo era, y es, prometer un Estado propio para pasado mañana.

Tanto en términos de gestión como de aportación a la construcción nacional, la cuenta de resultados del PNV supera infinitamente a la de la izquierda abertzale, como de aquí a alfa centauri, sistema estelar ubicado al parecer a unos 41 billones de kilómetros de nada. Los jeltzales han sido una pieza esencial en la puesta en marcha y posterior desarrollo de las instituciones propias, y ni el más crítico del lugar puede negar tan palpable evidencia. A Otegi y sus correligionarios ya les pareció humo el Estatuto. Humo fue también el Concierto Económico. En humo se quedaron el Parlamento vasco, el sistema propio de bienestar social y todos los órganos de autogobierno. En esencia, fue la voluntad popular expresada en las urnas la que les pareció humo durante décadas.

Progresivamente liberados del providencialismo concretado en creerse pura expresión de las esencias en forma de vanguardia impositiva, aún parecen incapaces de asumir los méritos de los demás en una sociedad plural a más no poder. El nuevo estatus político llegará más pronto que tarde, y las aportaciones del PNV volverán ser fundamentales gracias al sostenido apoyo ciudadano que le ha dado su trayectoria. Mientras, Otegi sigue buscando entre el humo a sus votantes perdidos por tanta fullería, jugando ahora, paradójicamente, a ser Podemos en Bizkaia. Ni el rostro angelical de Oskar Matute en los carteles electorales puede con semejante lastre.

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