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Yolanda Veiga
Miércoles, 15 de junio 2016, 15:10
El movimiento se demuestra andando, y por ahí se escapa la gestualidad también. Los pies son la única parte ingobernable de nuestro cuerpo y los de Patxi López (PSOE) marcan un tempo, 'lento moderato', 'tap', 'tap', 'tap'... palmea con la suela del zapato en ... un gesto involuntario, como si tuviera una melodía en la cabeza. El contertulio melómano sobresale en la batalla de los gestos y hasta protagoniza un pequeño forcejeo con Aitor Esteban (PNV), los dos agarrándose por el antebrazo cuando hablan de regeneración democrática (traducido al lenguaje de los votantes, corrupción) y se intercambian reproches: «Aquí lo de los ERES no podría pasar nunca, hay más control institucional», «Hay control del PNV», «Oye, que tú también has gobernado».
La gestualidad gana peso en esta campaña electoral que se está haciendo por la tele y que incorpora al examen un nuevo elemento al margen de lo que dicen: cómo lo dicen. Lo que permite catalogar a los contendientes al margen de su discurso. Patxi López y Eduardo Maura (Unidos Podemos) mantendrán una reñida batalla gestual que acabará por decantar la balanza al lado socialista (ojo que la expresividad no es necesariamente un plus ni todo lo contrario); Alfonso Alonso (PP) y Aitor Esteban (PNV) apuestan por la economía del movimiento, el primero con gesto severo y el segundo más relajado, una casi permanente media sonrisa que alterna con algunos gestos de incredulidad cuando le hacen alusiones directas; y Oskar Matute (EH Bildu) y Rodrigo Zamora (Ciudadanos) se diferenciarán por su contención gestual, especialmente llamativa en el representante abertzale.
Es el único que no toma notas (López pocas, pero tiene un papel encima de la mesa al que recurrirá ocasionalmente), ni siquiera saca un bolígrafo para mantener ocupadas las manos. Escucha los argumentos de los demás con rostro impenetrable y expone los suyos con enorme rapidez. Solo cuando Alonso reclama que «el derecho a decidir lo deciden los españoles» mueve la cabeza para negar: «A vosotros os están birlando la cartera», le interpela el ministro de Sanidad en funciones, en referencia al auge de Podemos en Euskadi y a Matute apenas le asoma una sonrisa: «Ya veremos».
En el otro extremo, López. Mueve discretamente el pie cuando escucha (cuando habla, no) y llamativamente las manos, los brazos... Su cuerpo entero es una potente herramienta de comunicación y no rehuye el contacto físico. No solo en los saludos -al finalizar Alfonso Alonso y Patxi López se palmearán la espalda y el representante popular se fundirá en un abrazo con Aitor Esteban-, también en la batalla dialéctica. Porque abordan el capítulo de los pactos y Alonso le toca el brazo a López: «Tenemos que hablar, vais a tener que elegir».
Será una de las pocas excepciones que haga el representante del PP, que mantiene durante todo el encuentro un rictus severo. Eduardo Maura (Unidos Podemos) le reprocha que el PP «ha convertido Cataluña en una fábrica de independentistas» y Alonso, pese a la alusión directa, ni siquiera pestañea. No interrumpe apenas y toma notas. Muchas notas, especialmente cuando hablan Maura y Matute. Ininmutable durante los discursos de los demás, vuelca toda la expresividad en sus intervenciones y la emoción se puede medir por el tono de la voz, que eleva cuando hablan de economía y empleo (hasta se quitará las gafas para leer unos datos» y provocará una pequeña carcajada en los demás: «Esto me lo sé».
Le cortará en varias ocasiones Patxi López, incontenible en el gesto y la palabra: «No pienso callarme (...) Todavía no he intervenido». «Hombre, Patxi, algo ya has dicho», le replica Maura, que desde el comienzo del debate exhibe un amplio registro de gestos. Los ojos muy abiertos cuando Patxi López acusa a su partido de «estar hablando con Anguita a la vez que negociaba con el PSOE», un resoplido cuando se hacen alusiones a Pablo Iglesias. Cuando no gesticula toma notas, muchas notas.
Y apenas ninguna Rodrigo Zamora, que solo hace una concesión en el gesto, cuando Aitor Esteban defiende que «en el Estado español hay varias naciones». Entonces niega con la cabeza, descruza las piernas y enrolla en las manos la carpeta de las notas. Otra pequeña pista en el gesto, en el alegato final, cuando separa la espalda de la silla, incorporándose para mirar a la cámara. Lo hacen prácticamente todos, apenas medio minuto que han ensayado antes de llegar. Lo de las fotos también se lo van sabiendo: «¡Aguantando la mandíbula!». Es Aitor Esteban, que aparca la media y suelta una carcajada. Saludos apresurados, cordiales todos, y hasta la próxima.
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