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Si cada septiembre hacemos propósito de enmienda con nuevos proyectos en mente, conviene también echar la vista atrás y recordar lo que hemos perdido por el camino. Y, aunque tampoco se trata de hacer un ejercicio de nostalgia, en muchas ocasiones nos preguntamos qué fue ... de aquellos lugares donde disfrutaron tantos bilbaínos. En materia gastronómica, los ejemplos son abundantes, pero conviene detenerse en El Churrasco, un clásico de los 80 –echó a andar en 1979– que triunfó, como pocos, en los fogones y fuera de ellos.
Porque a este emblemático restaurante de la calle Conde Mirasol, en el corazón de Bilbao la Vieja, muy cerca de Las Cortes, se iba a comer, y mucho. Y también a divertirse. Entre otras cosas, porque sus antiguos dueños, Trini y Manolo, junto a sus dos hijas eran para dar de comer a parte. Era las auténticas almas de una fiesta que arrancaba a primeras horas de la mañana y solía concluir bien entrada la madrugada, recuerda La Otxoa.
Porque si algo distinguió a este local fue que durante mucho tiempo se convirtió en el centro neurálgico de la fiesta, más allá de las jamadas de empresa donde abundaba el mejor género y el mejor precio. Habitual del establecimiento, el popular showman asegura que El Churrasco pertenecía a esa clase de locales que abría las puertas a todo tipo de gente.
Por el día se llenaba de «muchos albañiles», que daban buena cuenta. «Trini era una mujer muy generosa y preparaba raciones a rebosar para auténticos glotones. ¡Y muy barato!», ensalza. Colgaba todos los días el cartel de completo con un mérito enorme. «No sé cómo lo hacía para servir tanto y cobrar tan poco. La gente salía morada. Echaba cantidades para parar un tren con una relación calidad-precio insuperable».
Cocina tradicional, de la de toda la vida, pero con un protagonismo especial para los langostinos a la plancha. El restaurante se convirtió en referente de la hostelería. Y en el local de moda donde había que ir sí o sí. «Lo pusimos de moda 'La Charcu' (dueño del Harry's) y yo. Llevábamos allí a todos los artistas», evoca La Otxoa.
Por supuesto, muchas despedidas tuvieron lugar en sus comedores, cuyas paredes, costumbre de la época, estaban plagadas de rostros famosos con un inequívoco aire kistch. Por allí pasaron famosos de todo pelaje: Lola Flores, Peret, Bárbara Rey, Jesús Vázquez, Luz Casal, Moncho Borrajo, Sergio Dalma, Cruz y Raya y, claro, la misma Otxoa.
Por la noche se llenaba de músicos, actores... Trini y Manolo, un antiguo jubilado de Renfe, eran muy de relacionarse con la farándula. «Trini era muy folclórica y le gustaba salir por la noche con su marido» cuando apagaban los fogones y darse un garbeo por el Garden y el Tiffany's, en Deusto.
Cuando Trini y Manolo bajaron la persiana con destino a Benidorm, donde viven ahora, El Churrasco siguió trabajando de lo lindo y sirviendo platos clásicos: bacalao a la vizcaína, churrasco con salsa picante, kokotxas de bacalao en salsa verde, mousse de pato con confitura de ciruela, almejas en salsa verde, gambas cocidas, carrillera de ternera y, por supuesto, los famosos langostinos a la plancha, ...
El chef Carlos Muelas innovó, desde 1997, con elaboraciones más modernas como tartaletas de salmón marinado, pequeñas almejas y trozos de espárrago y langostino, croquetas de mejillón, cucharitas de revuelto de morcilla sobre salsa vizcaína...
Pero ya nada fue igual.Mantuvo el nivel gastronómico, aunque perdió parte de su esencia a toda esa legión de famosos que se acercaban a San Francisco para paladear un Bilbao que pasó a la historia.
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