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Unai Sordo.
Unai Sordo, sindicalista «por casualidad»

Unai Sordo, sindicalista «por casualidad»

A sus 44 años, tiene una de las carreras másfulgurantes de CC OO, central que dirige en Euskadi desde 2009. Ayer mismo fue propuesto por Igancio Fernández Toxo para sucederle en el puesto de secretario general

Ivia Ugalde

Domingo, 12 de marzo 2017, 02:31

Unai Sordo se ve como un miembro de la generación «que llegó tarde a todo, o pronto, según se mire». Su trayectoria, sin embargo, hacer pensar que se trata más bien de un renovador. A sus 44 años, ya sabe lo que es comandar un nuevo tiempo. Lo hizo en enero de 2009, cuando se convirtió en el artífice del cambio generacional de CC OO en Euskadi al suceder a Josu Onaindi en el que fue el primer relevo 'pacífico' de la secretaría general en tres décadas de historia. Ahora, parece otra vez encaminado a desbrozar ese camino después de que Ignacio Fernández Toxo le considerara ayer el mejor candidato para heredar la jefatura de la central en España.

Es curioso, sin embargo, que el hombre que se ha labrado un consolidado liderazgo en el País Vasco diga sin rodeos que llegó al sindicalismo «casi por casualidad y con conjunción de astros mediante». Sea como sea, lo que nadie cuestiona es que Sordo ha sabido ganarse el respeto de los afiliados al llevar el timón de CC OO en Euskadi durante una de las mayores crisis económicas del país. La confirmación del respaldo que ostenta quedó patente cuando en 2013 fue ratificado para un nuevo mandato de cuatro años por parte del 97% de los delegados.

Graduado social por la Universidad del País Vasco, a Sordo le ha valido su imagen cercana «de trabajador de un barrio de Bilbao». Un hombre sencillo que huye de lucir corbata y que ha vivido como muchas personas «periodos de contratos temporales, formación y desempleo». Recuerda los «duros» años que pasó cuando trabajó en el sector de la madera. También ha sido recolector de fresas en la localidad vallisoletana de Castronuño, el pueblo de su familia materna al que escapa en cuanto siente la necesidad de «desconectar». Su otro refugio son las viejas ciudades de Europa, por las que siente gran predilección, casi tanto como por la fotografía y por escudriñar en internet desde blogs políticos hasta recetas de cocina.

Nada más poner el primer pie en CC OO en el año 2000, la carrera de Sordo ha sido una de las más fulgurantes del sindicalismo vasco. Inició su andadura como responsable del área de Juventud y en 2004 ya se desempeñaba como responsable de organización territorial de Bizkaia. Sólo precisó cinco años más para erigirse como 'número uno' regional con el gran reto de hacer frente a un sistema productivo cada vez más «disperso» y enturbiado por la «subcontratación en cadena».

Defensor del diálogo social

Siempre asentado en la defensa de «la pluralidad y la transversalidad», Sordo ha hecho de la mesura y la defensa del diálogo social una de sus principales señas de identidad. Como líder vasco de CC OO, tampoco ha escatimado en hacer explícitas críticas, sobre todo a ELA, a la que acusó el mismo día en que fue elegido secretario general de practicar un «sindicalismo autarquista» e «instrumentalizar la negociación colectiva». Su oposición a las políticas de LAB también ha quedado de manifiesto, en claro contraste con la unidad de acción que ha forjado con UGT-Euskadi.

Sus ideas, favorables a una España federal, las tenía muy bien definidas desde su etapa de estudiante. De hecho, tal y como relata en su blog, es uno «de los que no se hizo abertzale en el instituto». Su «primer pinito revolucionario», sin embargo, se produjo bastante antes, cuando un día se le ocurrió ir al colegio Zurbaran con un enorme cartel de papel con la «boda» de Felipe González y Ronald Reagan en plenas protestas contra la OTAN.

Hijo de una familia humilde, Sordo dice que es «ante todo un deudor social» porque ha podido ser quien es gracias al sistema público: desde su nacimiento el 2 de octubre de 1972 en el hospital de Cruces en Barakaldo a toda la enseñanza recibida. La modesta economía familiar no permitía en casa más que los gastos justos. «En aquellos tiempos de coderas y rodilleras remendadas, de jerseys heredados de primos, no daba ni para el 'making off'».

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