José Luis Galende
Domingo, 12 de febrero 2017, 00:30
En el territorio comanche en que se están convirtiendo algunos sectores laborales de Euskadi, el hecho de que este año unos miles de trabajadores tengan una subida salarial del 8% es una buena noticia. El secreto de este incremento tan infrecuente se encuentra en el ... incremento dictado por el Gobierno central sobre el salario mínimo interprofesional (SMI), que ha pasado de 764,4 euros al mes (por 14 pagas) a 825,7.
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Al comienzo del siglo, el fijado por el salario mínimo era un nivel prácticamente desconocido en la negociación colectiva vasca. Pero con el abandono de muchos convenios sectoriales y la posterior llegada de la crisis ha pasado a ser muy frecuente en amplios grupos de trabajadores; en especial, los que se incorporan por primera vez al mercado laboral.
Una situación que afecta a profesiones concretas, que desempeñan nombres y personas concretas. Por ejemplo, las trabajadoras asalariadas del sector de peluquerías de mujeres de Bizkaia. Unos pocos cientos de mujeres que han quedado abandonadas de la mano sindical, dado que llevan ya 16 años sin renovar su acuerdo colectivo. Se trata de un documento caducado, pero que se mantiene como referencia para muchas empresas, que lo siguen aplicando en sus diferentes términos, salvo en el salarial, dado que -salvo las categorías más elevadas- hace ya años que sus tablas retributivas se quedaron por debajo del salario mínimo.
Esa ausencia de regulación ha supuesto que algunas empresas hayan optado por aplicar el convenio nacional vigente, que recoge retribuciones ligeramente por encima del SMI, mientras que otras aplican fórmulas propias.
El convenio colectivo -la última renovación fue de 2001 y su vigencia decayó tras la reforma laboral- establecía hace 16 años una retribución de 564 euros al mes a una ayudante de peluquería y 642 a una oficial de primera. En aquel momento, el SMI era de 505,7 euros mensuales, lo cual colocaba a todas las categorías laborales -salvo las de aprendiz- por encima del nivel garantía fijado por el Ejecutivo. Pero desde 2004 (caso de las ayudantes) y 2006 (las oficiales de primera), el salario mínimo vigente rebasó las tablas salariales y las empresas lo asumieron.
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Aunque parezca irreal, los autónomos y empresas de peluquería siguen aplicando con mucha frecuencia el convenio decaído por consejo de sus asesores laborales, porque les evita muchos problemas. Se trata de microempresas, donde la aplicación arbitraria de un salario -casi siempre reducido- provocaría un descontento adicional y mal ambiente en las relaciones con las empleadas, por lo que la referencia al convenio, aunque esté tan abandonado como este, aporta ciertas dosis de tranquilidad.
Decenas de convenios sin actualizar
Pero lo peor es que el convenio de peluquerías de Bizkaia tomado como ejemplo es solo uno de las varias decenas de pactos sectoriales que los sindicatos y los empresarios han dejado abandonados, en una situación en la que los trabajadores son los más perjudicados y en la que correspondería, por tanto, a las centrales tomar la iniciativa negociadora.
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Así, solo en Bizkaia hay más de una veintena de convenios que llevan más de cinco años sin actualizar seis de ellos, más de 15 años-, más de una treintena en Guipuzkoa y siete en Álava. Además, hay otros tres interterritoriales. Son decenas de miles de trabajadores afectados, porque algunos esos acuerdos son muy importantes, como el del metal de Bizkaia, que expiró en 2011.
Las cifras del Consejo de Relaciones Laborales de Euskadi (CRL) de finales de año son reveladoras. En torno a dos tercios de los asalariados de Bizkaia que han regido sus relaciones laborales por convenios colectivos no los tenían a actualizados ni en retribuciones ni en otras condiciones. Tal vez por ello, el reciente 'Acuerdo Interprofesional en Relación a la Estructura de la Negociación Colectiva' ha despertado algunas esperanzas de normalización de la recuperación de los convenios en la comunidad autónoma vasca.
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No deja de ser sorprendente que en la que es posiblemente la comunidad autónoma más sindicalizada de España, la que tiene las retribuciones más altas y en la que las fuerzas sindicales se disputan a muerte la afiliación de trabajadores, haya colectivos como el referido que tenga que recibir las buenas noticias salariales a través del Boletín Oficial. Unas buenas noticias que llegan hasta donde llegan -42,50 euros al mes- porque, como reza el dicho popular, lleno de trágico realismo, «cuando el pobre come jamón, o está malo el pobre o está malo el jamón».
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