José Luis Galende
Domingo, 4 de junio 2017, 01:45
Las frecuentes denuncias sobre la discriminación de la mujer en el mercado laboral han logrado en las últimas décadas poner en primera línea de interés público una circunstancia incompatible con un país moderno, una sociedad más justa y una economía competitiva y dinámica. Jornadas laborales ... que se suman al trabajo del hogar, discriminación respecto a los varones en el puesto de trabajo, retribuciones económicas diferentes por el simple hecho de ser mujer o más obstáculos en el desarrollo de la carrera profesional son algunas de las circunstancias que han sido denunciadas de manera reiterada y que, pese a que han concienciado sobre este problema a amplias capas de la población y a la sociedad en general, no han sido suficientes para dar un impulso definitivo a la solución de esta injusticia.
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Es más, la crisis económica de los últimos años, aunque ha permitido la incorporación de la mujer al mercado laboral hasta tasas de actividad cercanas a las de los varones, no ha servido para impulsar en la misma medida su papel en ese ámbito; incluso, en algunos capítulos se ha producido un retroceso, tanto en Euskadi como en el resto de España, según se desprende de las encuestas de población activa (EPA), aunque en otros la situación ha mejorado.
La evolución de los últimos cinco años, desde 2011 a 2016, revela que ha bajado en Euskadi la proporción de mujeres ocupadas que desempeñan puestos de directoras y gerentes de las empresas del 3,5% al 2,5%, y lo mismo ha sucedido con las que ostentan puestos de técnicos y profesionales de apoyo (del 11,1% al 9,1%), que es la tercera ocupación en la clasificación que hace el INE sobre la situación profesional. No obstante, se ha producido un fuerte impulso, del 22,4 al 26,8% de las que están en el segundo escalón, el de técnicos y profesionales científicos e intelectuales.
Conjunto de España
En el conjunto de España se ha registrado una tendencia mejor que en el País Vasco en el primero y en el tercer nivel, con un descenso menos acusado de las mujeres que desempeñan puestos de directoras y gerentes y un mínimo incremento porcentual en los puestos de las técnicos y profesionales de apoyo, aunque en el caso del grupo de técnicos y profesionales científicos la progresión ha sido inferior a la vasca, al pasar del 19,8% al 22,1%.
Y, entre tanto, qué ha pasado con el nivel formativo de la población activa femenina en la comunidad autónoma vasca. Otra vez los datos de la EPA, que solo incorpora esta información desde hace tres años, revelan que en este periodo las mujeres con titulación superior han continuado su fuerte subida y representan ya el 56,8%, casi ocho puntos más que los varones y claramente por encima del 54,9% de 2014.
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En el caso del segundo escalón de formación (segunda etapa de formación secundaria, con orientación profesional), también ha mejorado la situación, con un incremento de medio punto (del 10,5% al 11%). En este nivel, los varones han bajado del 11,9% al 11,3%.
Pero si en educación está absolutamente claro la mejor posición de las mujeres vascas, esta circunstancia no se traduce en una ventaja equivalente en los puestos de trabajo. Ni siquiera en un equilibrio. Así, mientras, el 4,7% de los hombres que trabajan lo hacen en el puesto de directores y gerentes (2,2 puntos más que las mujeres), en el tercer nivel de la clasificación (técnicos y profesionales de apoyo la desventaja es de 5,6 puntos, al ocupar el 9,1% de las mujeres puestos de esas características, y el 14,7% de los hombres.
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Sin embargo, de acuerdo con ese papel de 'segundonas' que parecen jugar en el mercado laboral, las mujeres desempeñan con más frecuencia que los varones puestos de técnicos profesionales y científicos, al hacerlo en un 26,8% de los puestos de trabajo que ocupan, frente al 15,6% de ellos. Es decir, alcanzan con gran facilidad puestos elevados, pero el salto definitivo a la responsabilidad máxima de las empresas les es negado.
Pocos dudan de que esta discriminación laboral no obedece tanto a decisiones concretas sobre la ocupación de los puestos de alta gestión como a un problema más profundo, con origen cultural y social que deviene en una situación de discriminación que amenaza con cronificarse pese a la mejor preparación femenina.
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No obstante, es esperanzador que en los cinco años de referencia que facilita la EPA, que coinciden con una fase de recesión y otra posterior de recuperación de la economía, el empleo femenino fuera capaz de crecer con fuerza en el segundo escalón (más de 15.000 empleos creados en el periodo) cuando perdió una cifra similar en los niveles primero y tercero, y ello en una etapa de destrucción de empleo, ya que desaparecieron más 15.000 puestos de trabajo en este colectivo (casi 40.000 en el caso de los varones).
La situación podría resumirse en que las mujeres dan dos pasos hacia adelante y alguno hacia atrás, y en que, aunque la discriminación continúa, la mejora registrada en tiempos de crisis permite aventurar progresos importantes a medio plazo.
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