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Jorge Murcia
Viernes, 2 de junio 2017, 12:57
Desde la revolución industrial del siglo XIX, el proverbial espíritu emprendedor del pueblo vasco ha alumbrado grandes compañías -muchas de ellas aún sobreviven-, pero son las pequeñas y medianas las que históricamente han dado consistencia al tejido empresarial del país. Aún hoy es así: el ... 99,8% de las empresas vascas se pueden incluir en esta categoría (las que tienen hasta 250 empleados). Sólo el 0,2% supera esa cifra. Es justo el doble que en el conjunto de España (0,1%), pero no resiste comparación con economías que suelen citarse como modelo a seguir. Por ejemplo, Alemania, donde el 0,5% de las compañías -más del doble- están catalogadas como grandes.
El problema es que, dentro del apartado de pymes, las medianas (de entre 50 y 250 trabajadores) sólo representan el 1% del total (en España es el 0,6%), mientras que las pequeñas (de 10 a 50 empleados) suponen el 5,3% y las 'micro' (con menos de 10 trabajadores) son el 93,6%. Euskadi se encuentra, eso sí, alineada con la media europea en cuanto a compañías con más de 50 empleados (medianas y grades): un 1,2% (el 0,7% en España y el 3% en Alemania). En lo que se refiere a número de empleados, la empresa vasca tiene, de media, 5,4, casi uno más que en el conjunto de España. Las austriacas tienen 8,5 y las alemanas 11,1.
Ser pequeño no había sido casi nunca un problema para sobrevivir en el mercado. Pero en un mundo cada vez más blobalizado «la relevancia del tamaño es mucho mayor. Sólo así puedes abordar ciertas actividades como la I+D, la exportación o la financiación. Se necesita un tamaño mínimo para poder hacer todo esto de una manera eficiente», sostiene Pablo Martín, del departamento económico/fiscal de Confebask.
La patronal vasca recuerda además que, según distintas estadísticas, ganar en tamaño es sinónimo de una mayor longevidad empresarial, mejores salarios y más actividad en I+D. Por ejemplo, el salario medio de las empresas que en 2015 tenían más de 250 empleados era un 20% superior al del conjunto de compañías vascas (32.193 euros frente a 26.765). En aquellas con una plantilla de enre 50 y 199 trabajadores el salario medio ascendió a 27.513 euros (un 3% más que la media). Por su parte, las pequeñas (menos de 50 empleados) pagaban, de media, 22.805 euros (un 15% menos).
Las estadísticas también demuestran que las empresas de mayor tamaño presentan un porcentaje superior de exportaciones, ya que presentan más capacidad para afrontar con éxito su salida a mercados exteriores. Además, el porcentaje de empresas consideradas como 'innovadoras' es mucho más elevado en el caso de grandes y medianas (el 56% y el 45% respectivamente) que en las pequeñas y las 'micro' (27% y 12%). Y, a medida que crece el tamaño de la empresa, mayor protagonismo adquiere la innovación focalizada en el producto, porque también es la que exige mayores capacidades para desarrollarla, frente a la innovación en el proceso.
La teoría económica distingue dos formas básicas de crecimiento: la orgánica y la inorgánica. En la primera de ellas la compañía crece de una manera interna, desarrollando recursos propios: incrementando la facturación, captando nuevo negocio, o abriendo nuevas platas. El crecimiento inorgánico -también conocido como corporativo o externo- se suele llevar a cabo por la vía de la compra de empresas, los acuerdos de distribución, las fusiones, las franquicias o las joint ventures.
¿Cuál de ellas es la más adecuada? Eso depende de muchos factores. Los más importantes son el sector económico en el que opere la empresa, y los mercados a los que quiera acceder. El crecimiento orgánico -el que más se da en las pymes, sobre todo en las más pequeñas- suele ser también el habitual en mercados no saturados. Y requiere de menos recursos que el inorgánico, más agresivo, rápido y también más expuesto a influencias externas que pueden incluso llegar a cuestionar el control sobre la gestión del negocio.
¿Y cómo lo están haciendo las empresas vascas que deciden ganar músculo? «Pues no hay una receta mágica», explica Pablo Martín. Lo que sí tienen claro es que «muchas veces el no moverte puede acabar siendo un problema porque te saca del mercado». Eso sí, el mayor tamaño «sólo tiene sentido si esa empresa más grande es más competitiva. Aunque normalmente suele ser así».
Las ventajas del crecimiento parecen evidentes y, aunque en opinión de Confebask aún hay «ciertas barreras mentales» que impiden a algunas empresas plantearse ganar tamaño, «es un tema que progresivamente va ganando peso en la agenda de las empresas». He aquí algunos ejemplos.
El sector del mueble ha sido uno de los más castigados en Euskadi, en parte por la crisis económica general, en parte por la masiva entrada de agentes 'low-cost' en el sector. Así que diez empresas vascas del mobiliario y equipamiento de diseño han unido sus fuerzas para competir en los mercados internacionales. Fue bajo el impulso de un clúster, que en Euskadi «son muy activos a la hora de fomentar la cooperación y la integración de sus empresas asociadas», destacan en Cofebask. En este caso fue Habic el que dio un empujón a la marca Basque Retail. La puesta de largo del grupo tuvo como escenario la Feria Euroshop, celebrada en marzo en Düsseldorf, Alemania.
Las diez firmas que componen Basque Retail se sienten de esta forma más preparadas para afrontar el reto de crecer en el mercado del retail, un subsector del mundo del mueble especializado en el equipamiento de todo tipo de comercios. Como cada una de ellas es fuerte en un nicho de mercado concreto (muebles, revestimientos de madera, lámparas de diseño, luces seguridad, etc..) les resulta más fácil acceder a proyectos completos.
Habic está conformada por Basmat (Mutilva-Navarra), Blux (Gizaburuaga-Bizkaia), Daisalux (Vitoria), Cianco (San Sebastián), Induo (Zarautz), MLook (Irun), Equilan (Hernani), Grupo Eun (Beasain), Revers (Irun) y Prodema (Legorreta) .
Garazi Eguren -CEO del Grupo Eun-, considera un paso adelante la constitución de Habic porque «juntos aprendemos y salen nuevas oportunidades de negocio. Por ejemplo, en Eun vamos a cooperar con Revers integrando sus paneles en nuestros armarios. A este buen resultado ha contribuido que formamos parte del clúster Habic y nos conocíamos de actividades comunes, como las misiones comerciales inversas, en las que se invita a arquitectos de todo el mundo a que conozcan nuestras empresas».
Como las del mueble, las empresas vascas del mercado eólico marino han elegido la modalidad de joint venture para aunar fuerzas y ganar competitividad. Ocho de ellas han constituido recientemente Windbos, un consorcio con participación público-privada que les permite presentar ofertas comunes y con alto contenido tecnológico. La alianza está liderada por dos gigantes de la fabricación de aerogeneradores como Gamesa y Adwen, a los que acompañan seis compañías especializadas en componentes: Wec (Itziar), Glual (Azpeitia), Hine y Laulagun (Olaberria), Matz Erreka (Bergara) y Antec (Portugalete). El Gobierno vasco (a través de Spri) y el cúster vasco de la Energía conforman la pata pública del proyecto, en el que también participa IK4-Tekniker.
El consorcio ha puesto en marcha cinco bancos de ensayo -localizados en Eibar- para testar el funcionamiento de las piezas que fabrican sus empresas asociadas, y en unas condiciones muy parecidas a las que se dan en alta mar. Una iniciativa que «nos ha aportado visibilidad internacional», tal y como destacó en su presentación Imanol Olaskoaga, de Matz Erreka. Gerardo Pedrero, de Wec, destacó cómo «resulta prácticamente imposible encontrar en el mundo un territorio tan pequeño capaz de disponer de casi todas las tecnologías necesarias para montar un aeronegenador».
Optar a licitaciones internacionales es casi imposible cundo no se dispone de un tamaño empresarial adecuado. Por eso seis empresas vascas de consultoría, proyectos y mantenimiento del sector de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) se unieron hace unos pocos meses para tener alguna opción en los concursos promovidos por organismos internacionales. Se trata de Bilbomática, Entelgy Ibai, GFI Norte, Ibermática, Near Technologies y Odei, que han creado la nueva entidad jurídica GAIA Trade Factory en colaboración con la consultora IKEI y el Clúster Gaia, y con el apoyo de la SPRI.
El presidente del clúster Gaia, Manuel Salaverria, explicó que la intención del nuevo consorcio es la de «promover la internacionalización de nuestras empresas, convirtiéndonos en un actor de referencia internacional reconocible en los segmentos cliente a los que nos dirigimos: instituciones públicas europeas y organismos multilaterales». Además, GAIA Trade Factory nace con la intención de ser «un vehículo que promueva la innovación en colaboración, favoreciendo el desarrollo homogéneo y eficiente de proyectos conjuntos internacionales».
La adquisición de otras compañías es una de las modalidades del crecimiento por la vía inorgánica. Cuando es en el extranjero, puede abrir puertas al mercado del país en cuestión. Esa ha sido una de las motivaciones que ha llevado a Teknia Group a comprar la estadounidense Orchid Mt Juliet, una compañía radicada en el estado de Tennessee que cuenta con una planta de 11.000 metros cuadrados y da empleo a 130 trabajadores. Teknia Group es una compañía del potente sector vasco de los componentes de automoción que cuenta con 19 plantas productivas en 7 países de todo el mundo.
La compra de Orchid permitirá a Teknia convertirse en un proveedor de referencia no sólo para sus clientes estadounidenses, sino también para los europeos establecidos allí. tanto para sus clientes con presencia en Estados Unidos. «Esta adquisición supone la primera piedra de nuestra historia en el segundo mayor mercado de automoción del mundo, donde durante 2015 se fabricaron 12 millones de vehículos, casi tantos como toda Europa y tres millones más que su rival nipón», destacó el director de Teknia USA, Javier Quesada de Luis.
Orchid aumentará la capacidad de la multinacional vasca de fabricar troqueles propios de estampación, al tiempo que le proporcionará una cercanía geográfico a grandes plantas de los gigantes de la automoción «como la de Nissan en Smyma, la de General Motors en Spring Hill, o de Volskwaggen en Chattanooga».
La cooperativa de Mondragon Corporación tiene dos líneas de productos: por un lado diseña y monta máquinas que fabrican envases (la planta está en Legazpi) y por otro produce esos mismos recipientes (botellas y otro tipo de envases de plástico) en su planta de Ezkio-Itsaso para diversos clientes, algunos de la talla de Nutrexpa o Iparlat. Gran parte de su facturación descansa en las ventas al exterior. Aún así, Plásticos Urola ha querido dar un paso más en su proceso de internacionalización, y ha elegido la orgánica como vía de crecimiento.
El pasado mes de agosto puso una pica en Rusia, donde abrió una planta de fabricación de envases. Plásticos Urola eligió este mercado porque, pese a no ser precisamente fácil, no les resulta desconocido. «Llevamos tiempo vendiendo maquinaria allí, y por esa misma razón la marca Urola no les resultaba nueva. Este recorrido ya estaba hecho y en consecuencia el camino abierto para ofrecer envases. Contactamos con varios clientes y vimos que nuestra propuesta la aceptaban de buen grado. Así que dimos el paso», explicaba el pasado mes de noviembre Ibon Aseginolaza, director de la división de Transformados de la compañía.
La planta rusa -situada en Kirzach, a 200 kilómetros de Moscú- se ha constituido junto a un socio local, aunque la cooperativa vasca posee el 75% del capital. Allí fabricarán envases destinados a aceites industriales y líquidos para el automóvil.
Bajo esa misma modalidad de alianza desembarcó el pasado marzo en China, con la constitución de una filial -llamada Huzhou Urola Blowmolding Solutions Co.Ltd- que es el resultado de la 'joint venture' entre Urola (que tiene el 70% del capital) y el grupo empresarial chino Giant (que ostenta el 30% restante). En China se llevará a cabo la fabricación parcial de máquinas rotativas de extrusión-soplado, tecnología en la que Urola es líder mundial.
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