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Ivia Ugalde
Sábado, 20 de mayo 2017, 01:07
La solidaridad es la semilla de la prosperidad colectiva. Pero requiere un terreno fértil: «más cultura de la donación». Ahí es donde España tiene «margen de crecimiento», según Silverio Agea, director general de la Asociación Española de Fundaciones (AEF), quien desde hace siete años representa ... a 1.000 organizaciones que mueven al año 8.000 millones. El ex secretario general de Cáritas ha participado en Bilbao en una jornada sobre filantropía organizada por CaixaBank.
La Fundación Amancio Ortega ha donado a Osakidetza 14,7 millones para equipos contra el cáncer y 320 millones en toda España. ¿Crece el interés de las grandes fortunas por la filantropía?
Afortunadamente. Aunque con mucha diferencia respecto a otros países como EE UU y también de Europa, va siendo importante. El caso de Amancio Ortega viene de largo y que la gente le imite es clave para avanzar. No es justo que se le critique sobre por qué lo hace. Dicen que para evadir impuestos y es lo contrario, porque un empresario que ha ganado su dinero de forma legítima y ha tributado, no tiene nada que devolver a la sociedad. España necesita cultura de filantropía.
¿Envidian el modelo americano en el que está normalizado tener dinero y regalarlo?
Sin duda. En EE UU ser filántropo da prestigio y aquí lo cuestionamos. Hay que inculcar a los ciudadanos ser solidarios, incluso por egoísmo. En la medida en que mejoras tu sociedad, ayudas a la economía y ganas en calidad de vida. En España, la donación media es de 180 euros al año, cuando en Europa es el doble. Quienes contribuyen aquí están en torno al 8 o 10%, mientras en la UE hay países que están en el 30 o 40%. Hay margen de crecimiento.
¿Ha habido repunte con la paulatina salida de la crisis?
Sí. Las fundaciones hemos resistido mejor que la propia empresa porque porcentualmente hemos perdido menor número de organizaciones. Ha habido una caída de ingresos de más de 2.000 millones de euros, pero el gasto no ha caído ni en 500 millones porque han preferido consumir las reservas antes que reducir la atención a los beneficiarios.
Además de mejorar la imagen, ¿qué más obtienen las empresas que ayudan en fines sociales?
La empresa que no ofrece una línea de responsabilidad ante sus clientes, tiene menos posibilidades de supervivencia en el mercado. Se va viendo, sobre todo entre los jóvenes, que hay un espíritu solidario y la mala práctica de una compañía la pone rápidamente en jaque sobre todo ahora con las nuevas tecnologías y las redes sociales. Y al contrario, una buena actuación va en favor de la cuenta de resultados. Estoy convencido de que la donación es un acto de solidaridad, pero también una inversión.
En 2015 entró en vigor la reforma fiscal, que aplica incentivos al mecenazgo. Ustedes, sin embargo, la ven insuficiente.
Hasta ahora la desgravación en el IRPF era sólo del 25%. Hemos conseguido que los 150 primeros euros desgraven un 75%, aunque pedíamos el 100%. Lo vamos a seguir reclamando. Queremos que haya más dinero para fines de interés general y además está comprobado que por cada euro que deja de recaudar, Hacienda recupera 1,3 vía producción y empleo. Queremos acercanos al modelo francés o italiano, con mucho mejor tratamiento.
¿Se observa ahora con la recuperación un aumento en España del número de fundaciones?
Se crean más. Desde 2011, cada año hay 200 nuevas.
434 en Euskadi
¿Cómo está Euskadi?
En Euskadi hay 434 fundaciones que aportan a la economía 164 millones y emplean a 11.000 personas. Por cada 100.000 habitantes hay 20 organizaciones, en la media. A la cabeza están Madrid, Cantabria y Navarra con 32, mientras que la más baja es Andalucía, que tiene 10.
¿Cuánto dinero mueven?
Las fundaciones gastan 8.000 millones cada año en favor del interés general en España. El 15% viene de la Administración y el 85% de fuentes privadas. Generamos 220.000 empleos y atendemos a más de 30 millones de personas.
Aun así, en ocasiones son criticadas por ser vistas como negocios encubiertos y opacos.
Tenemos el mejor producto y no sabemos comunicarlo. Lo que sale en noticias es lo negativo y muchas veces diciendo que son fundaciones las que no lo son. Cuando hay una manzana podrida, los que trabajamos en el sector somos los primeros interesados en quitarla. Pero estas organizaciones son uno de los mejores instrumentos para la solidaridad.
Al ser organizaciones no lucrativas, las suelen componer voluntarios. ¿Están ocupando empleos?
No. Tenemos contratadas a 220.000 personas y los voluntarios son 120.000, que no están para sustituir al trabajador, sino para mejorar el servicio. El problema está en que de las 8.500 organizaciones no lucrativas que hay en España, el 30% tienen un presupuesto inferior a los 30.000 euros y no se pueden permitir pagar un sueldo.
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