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Luis López
Martes, 16 de mayo 2017, 01:20
La foto de aquí arriba tiene mucho de simbólico. Todo el mundo está pendiente de Loli García, la que con toda seguridad se convertirá el mes que viene en secretaria general de CC OO-Euskadi. Le mira Unai Sordo, que deja el ... puesto para dirigir el sindicato a nivel estatal. Y le miran también los responsables de las siete federaciones de la central en Euskadi. Este martes, todos respaldaron su candidatura de consenso, de la que saldrá la nueva ejecutiva de CC OO en el XI Congreso que se celebrará el 1 y 2 de junio. La actual responsable de Empleo y Formación nació en Barakaldo en mayo del 68 («buen mes y buen año», dice), y allí sigue viviendo, en el barrio de Lasesarre, con su pareja y sus dos hijos, de 15 y 18 años. Feminista y vinculada a CC OO desde 1990, Loli García se encuentra una organización recién reestructurada para dedicar más efectivos a patear la calle, a llegar a los centros de trabajo y a movilizar a la gente. «El sindicato está listo para salir a la ofensiva», anuncia.
¿Está pronosticando un tiempo de mayor conflictividad social?
Lo que pronostico es un tiempo de recuperación de derechos que nos han arrebatado vía decreto ley. No se va a terminar la crisis hasta que la gente perciba que la mejoría llega a sus vidas. Las cosas tienen que cambiar; si no, esta sociedad se quiebra.
Sin embargo, los trabajadores, sobre todo los más jóvenes, ignoran a los sindicatos. ¿Cómo le explicaría a un joven que gana 700 euros que CC OO es útil?
La organización colectiva es lo que araña derechos colectivos, y ese trabajo sólo lo puede hacer un sindicato. La crisis nos ha dejado un modelo individualista que nos dice que cada uno debe pelear por lo suyo, pero eso no es cierto. La lucha colectiva es la vía para la consecución de unos derechos que no se heredan, sino que se conquistan día a día.
Pues llevamos tres años de recuperación económica y, aunque se crea empleo, las condiciones no parecen mejorar. ¿Debemos olvidarnos ya del mundo tal y como lo conocíamos antes de la crisis?
No. El problema es que durante la crisis no hemos sentado las bases de una economía más basada en el ámbito industrial, en la fabricación de productos que compitan no en base al coste, sino en base al valor añadido. En vez de eso, la crisis ha servido de excusa para recortar derechos con dos reformas laborales que desequilibran las relaciones entre trabajadores y empresas, y dejan todo el ámbito de decisión en las condiciones de trabajo a la parte empresarial. Se ha instalado el paradigma neoliberal. Y ahora es cuando debe haber un reequilibrio entre los empresarios y la clase trabajadora. Para ello, seguiremos pidiendo la derogación de las reformas laborales.
¿Eso es pasar a la ofensiva?
Con lo de pasar a la ofensiva me refiero a que, aunque vamos a seguir defendiendo el marco de negociación colectiva sectorial, porque es el que mejor garantiza la igualdad para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras, queremos mejorar la acción sindical en los centros de trabajo. Hablo de cuestiones de formación para que la gente esté preparada para cambios tecnológicos; de la seguridad en el trabajo, ahora que la precariedad está aumentando la siniestralidad; y también hablo de reforzar el papel sociopolítico del sindicato. Uno de los retos a corto plazo es recuperar el 20% de la representatividad en Euskadi (ahora está en el 18,89%).
Sin cambios a la vista
En el País Vasco existe el problema adicional de unas relaciones laborales enrarecidas. Usted ha negociado con ELA, LAB, Confebask... ¿Con quién se siente más cómoda en la mesa?
Estoy cómoda con las propuestas de CC OO, y no estoy especialmente incómoda con nadie. Ojalá podamos ir a escenarios en los que todos estemos representados, pero no prevemos que vaya a haber cambios porque ELA y LAB no han mostrado ninguna intención de cambiar.
¿Cuándo se desbloqueará entonces la negociación colectiva?
Cuando los sindicatos que tienen una posición mayoritaria tengan a bien sentarse a negociar, y cuando Confebask asuma que una negociación es discusión, trabajo y búsqueda de acuerdos. La patronal debe ser consciente de que la situación económica ha cambiado y tiene que haber una redistribución de las rentas.
¿Cuánto cree que deberían subir los sueldos?
Depende de los sectores. Hay ámbitos en los que puede ser el 8%, y otros del 3 ó 4%. Lo que no puede ser es que haya 12.000 trabajadores cobrando la RGI, sueldos de miseria, contratos precarios... Nadie puede hacer un proyecto de vida en esas condiciones, y estamos generando una desigualdad muy profunda. A esto hay que darle un vuelco.
Estamos en pleno debate fiscal: ¿Deberían las empresas pagar más impuestos para contribuir más al Estado Social, o pagar menos para que Euskadi sea un país más atractivo a las inversiones?
En Euskadi las empresas pagan menos impuestos que en otros lugares. Y no hay que perder de vista que el Impuesto de Sociedades se aplica sobre el beneficio empresarial. Yo creo que hay margen de aumento de este impuesto y, en todo caso, es urgente una reforma fiscal, porque ahora la carga impositiva cae mayoritariamente sobre la clase trabajadora.
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