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Jorge Murcia
Sábado, 13 de mayo 2017, 10:03
El coche siempre ha sido una de las más populares expresiones de libertad individual y, por qué no decirlo, de estatus social. Pero cada vez lo es menos. Pese al arraigado sentido de la propiedad que caracteriza a los ciudadanos latinos en general, poco a ... poco van calando nuevos modelos de movilidad más allá del vehículo particular. Alquilar un coche -en sus muy diferentes variantes-, compartirlo, o pagar única y exclusivamente por su uso son algunas de las alternativas de transporte al alcance del consumidor. Muchas de ellas respaldadas por las instituciones, y todas ellas madurando al amparo de las nuevas tecnologías, que facilitan la usabilidad de los servicios ofrecidos por las distintas plataformas de movilidad.
La incorporación de los denominados 'millennials' (la generación de los nacidos en las décadas de los 80 y 90) al mercado potencial del automóvil ha dado un impulso a estos nuevos usos. Los jóvenes quizá ya no quieren tener un coche en propiedad o sencillamente no pueden. La dura crisis de la que aún salimos ha hecho mella en las expectativas de una generación que está interiorizando la economía colaborativa como modo de vida. «Tienen otras prioridades, son más pragmáticos. Y a su vez, están muy familiarizados con las aplicaciones móviles, que permiten interactuar entre las distintas formas de transporte: 'carsharing', taxis, transporte público», sostiene Jaime Barea, director jurídico de Ganvam, asociación que representa a vendedores de coches y talleres de reparación.
El caso es que un ciudadano, sea joven o no, cuenta con muchas opciones de moverse en coche, aunque no sea suyo
'Renting'
«¿Realmente queremos invertir en un bien que se deprecia un 20% por qué comprar un bien que se deprecia un 20% en cuanto sales del concesionario cuando es más rentable pagar por su uso?», se pregunta Manuel Orejas, director de Desarrollo de Negocio de Arval. Alquilar un coche por un periodo de tiempo que, como mínimo, suele ser de doce meses, es una opción cada vez más contemplada por los ciudadanos. El pasado año la representación de los particulares en el renting creció más de un 65% el año pasado, según datos de la Asociación Española de Renting (AER).
El 'renting' suele consistir en el alquiler de un coche a cambio de un pago mensual que suele incluir impuestos, seguros, mantenimiento, reparaciones y asistencia. Es frecuente que en los contratos de 'renting' suela fijarse un número máximo de kilómetros a recorrer durante un año. Si se excede, habrá un sobrecoste. Por eso es una opción recomendable para conductores que no hagan un uso intensivo de su coche. Al finalizar el periodo de alquiler (que suele oscilar entre los doce meses y los cinco años) el coche vuelve a manos de la empresa alquiladora. Si la modalidad de arrendamiento es el 'leasing' (dirigido sobre todo a empresas y autónomos), el cliente tiene la opción de comprar el vehículo cuando el contrato llegue a su fin (suelen tener una duración establecida de entre dos y cinco años).
'Carsharing'
Es una modalidad de alquiler, solo que pensada para trayectos más cortos, y durante un espacio de tiempo mucho más reducido que en el caso del 'renting' o el 'leasing'. Además, se acerca mucho más al concepto de pago por uso. Dentro del 'carsharing' también hay distintos modelos. Uno de ellos es el flexible, que consiste en coger un coche de alquiler en uno de los distintos puntos habilitados por la empresa, y depositarlo posteriormente en cualquiera de ellos. Normalmente se paga por tiempo de uso (céntimos por kilómetro), y a partir de determinada distancia recorrida (generalmente, 50 kilómetros) se empieza a abonar también por una cantidad por kilómetro, aunque también hay tarifas por días enteros. A ello hay que añadir la posibilidad de una serie de recargos por grúa, multas o gestión de recobros. El combustible está incluido en el precio del servicio.
Las empresas de 'carsharing' están proliferando en las grandes ciudades, donde su negocio tiene visos de resultar más rentable. Por ejemplo, en Madrid, donde operan Car2go (del grupo Mercedes-Daimler) y emove (de PSA). Ambas tienen en común el hecho de que su flota se compone exclusivamente de vehículos eléctricos, y que su ámbito de circulación se limita a la almendra central de la ciudad.
Car2go, con apenas año y medio de experiencia en la capital de España, ha alcanzado los 150.000 usuarios en la capital de España, que es utilizado por más de 1.000 empresas, según datos de la propia compañía. Fuentes del sector dudan de la rentabilidad de este tipo de iniciativas, sobre todo por la dificultad de amortizar una flota compuesta únicamente por coches eléctricos. Orazio Corva, responsable de Car2go en Madrid, defiende que la empresa «ha probado que nuestro modelo de negocio es rentable y exitoso a nivel local». Y admite que la firma «está evaluando» expandirse a oras grandes ciudades de España.
Tanto Car2go como emove son dos conocidos exponentes del llamado 'carsharing' flexible, cuya competencia directa es el taxi y el transporte público. Aunque existen estudios que tratan de demostrar cómo los usuarios de estas plataformas complementan en muchas ocasiones sus necesidades de desplazamiento con el transporte público.
También existe el llamado 'carsharing' tradicional o de bases, que fundamentalmente se diferencia de aquel en que el punto de recogida y de entrega del vehículo siempre es el mismo. El objetivo de estas empresas es el de restar protagonismo al coche privado de particulares o empresas radicadas en la zona de influencia de las bases.
Euskadi cuenta con una asociación -Eusko Car Sharing Elkartea- dedicada a promocionar e impulsar este tipo de movilidad. Pero no hay demasiadas empresas. Una de ellas es Click Car, fundada hace seis años. Cuenta con una flota de 18 vehículos, que se entregan y recogen en dos parkings de Bilbao. Su fundador, Andoni Bengoetxea, dice que el balance hasta ahora «es positivo, porque si no, no habríamos llegado hasta los seis años». Pero admite que «pese a que el carsharing es una idea que a todos nos parece bien, es muy difícil supera el intangible de la emoción de 'mi' coche. Y a ello hay que añadir el sentido latino de la propiedad». Sus clientes se dividen a partes más o menos iguales (o ese es al menos el objetivo) entre empresas (que sobre todo contratan entre semana) y particulares (más proclives al alquiler durante las tardes laborables, o los fines de semana enteros). Y, por supuesto, residentes en Bilbao.
Bengoetxea lamenta que la implicación institucional -al menos de Bilbao- en este tipo de movilidad no es todo lo efectiva que debería serlo, a su juicio. «Por ejemplo, nuestra plataforma requiere que el coche esté conectado a internet para su recogida y entrega. Y resulta que el 90% de los parkings de la ciudad no tienen cobertura», explica.
'Carpooling'
Consiste en compartir coche privado con otras personas para realizar un viaje. Los usuarios se han de poner de acuerdo en la forma de cobro: normalmente, por kilómetro recorrido. Plataformas como Blablacar han popularizado este tipo de movilidad, que también se intenta promover desde las instituciones como forma de disminuir el tráfico, la contaminación, y mejorar la utilización del espacio público. Por ejemplo, el Gobierno vasco ha lanzado la plataforma Moveuskadi, que entre otros servicios habilita un espacio de encuentro con ciudadanos que están dispuestos a compartir sus vehículos para determinados trayectos. El ayuntamiento de Bilbao también ofrece un servicio similar, llamado 'Compartir coche' mediante el que las personas previamente inscritas pueden ponerse en contacto con otras que están interesadas a realizar el mismo recorrido en el mismo vehículo.
Según el informe 'Los españoles ante la nueva movilidad' -elaborado por la revista especializada Aurofácil, la plataforma AutoScout24, Pons Seguridad Vial y lainformacion.com, el 22% de los españoles ha utilizado en alguna ocasión este tipo de servicios.
Pago por uso
Algunas marcas automovilísticas están introduciendo el concepto de alquiler y pago por uso. Por ejemplo, el Pay4use de Kia. En su caso, el coche se alquila por un plazo de 12 meses y un máximo de 10.000 kilómetros recorridos, aunque con la posibilidad de excederse en otros 3.000. El cliente paga una reserva no reembolsable de 700 euros, once cuotas mensuales en concepto de renta (280,70 euros mensuales y 421,08 euros de cuota final) y otras tantas por el seguro (24 euros mensuales y 36 euros de cuota final). El coste total del programa es de 4.509 euros al año. Luego existe una regularización por kilómetros de más recorridos. Regularización que, sin embargo, no se aplica si la distancia es menor de los 10.000 kilómetros contemplados en el contrato, lo que al final el programa se acerca más al concepto de tarifa plana que de pago por uso.
El sistema Pey per Drive de Toyota es una modalidad de financiación que permite acceder en régimen de alquiler -durante dos, tres o cuatro años- a uno de los coches de la gama de la firma japonesa (solo están excluidos dos modelos). Con tarifas mensuales que van desde los 110 euros que cuesta un Aygo, hasta los 500 de un Land Cruiser. El precio incluye IVA, transporte, impuesto de matriculación, promociones oficiales, aportación del concesionario, 3 años de garantía o 100.000 km (lo que antes suceda), y 3 años de asistencia en carretera. Al finalizar el contrato, el cliente decidirá si lo cambia por otro y continúa pagando una cuota para el nuevo modelo, o se queda con el coche.
Vehículos de alquiler con conductor (VTC's)
Plataformas como las muy conocidas Uber o Cabify permiten al usuario acceder a un servicio de transporte con chófer a través de una aplicación. El cliente, que previamente debe haberse registrado en el sistema, solicitará un servicio a través de la aplicación móvil, que le ofrecerá distintas opciones de viaje, el tiempo de espera, la capacidad y el precio. Después, una vez introducida su ubicación de recogida y realizar la solicitud, el conductor le recogerá en unos minutos. El pago se realiza a través de la tarjeta registrada, y el cliente tendrá la opción de calificar al conductor una vez finalizado el trayecto.
Estas plataformas han revolucionado el sector del transporte privado por sus precios y flexibilidad. Pero también han soliviantado al gremio de los taxistas, que entre otras cosas protestan por la «concesión indiscriminada de licencias» en todo el Estado. La Federación Vasca del Taxi (que agrupa a más de 1.780 profesionales) destaca que en Euskadi el número de autorizaciones VTC asciende a 600, mientras que las licencias de taxi se acercan a las 2.000. Y reclaman un marco legal que proteja al gremio frente a una competencia, la de las VTC que a su juicio aprovechan la falta de una regulación clara para robarles cuota de mercado.
Cambio de modelo
Todas estas opciones de transporte configuran un nuevo modelo de movilidad que «está aquí para quedarse. Es un sector que ya está sufriendo un cambio radical», cree David Murillo, profesor del departamento de Ciencias Sociales de ESADE. «La economía digitla lo está cambiando todo, y la movilidad no es una excepción. Lo que pasa es que aquí en la Europa continental, al contrario que por ejemplo en Estados Unidos o Gran Bretaña, aún tenemos un cierto 'respeto' por la regulación», añade. Pero, a su juicio, ni esta ni otras barreras, como el arraigo por la propiedad que caracteriza a la sociedad española, podrán imponerse a «los cambios socioeconómicos, demográficos y de patrones de consumo que vienen. Lo que se vende ahora es la experiencia. Los jóvenes no buscan tanto la posesión». Eso sí, también matiza que «no existe un perfil unitario, porque no es lo mismo un entorno urbano que uno rural».
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