OHL fue castigada en Bolsa tras los registros efectuados por la Guardia Civil en su sede.

Los índices sostenibles, bajo la lupa por Indra y OHL

Ambas compañías, pese a los escándalos de corrupción, recientes y algo más antiguos, siguen formando parte de indicadores que quieren ser una referencia para los inversores que quieren apostar por empresas con buen gobierno corporativo, respetuosas con el medio ambiente y con los derechos humanos

cristina vallejo

Viernes, 28 de abril 2017, 12:38

Mir, imputado en la Operación Lezo. Javier López Madrid, consejero de la constructora y consejero delegado del Grupo Villar Mir, fue detenido y quedó en libertad tras el pago de una fianza de 100.000 euros, y ya estaba condenado por las 'tarjetas black'. La ... sede de la misma OHL fue registrada por la Guardia Civil. El consejero delegado de Indra, Javier de Andrés, está imputado desde abril de 2015 en la Operación Púnica. Y, a propósito del último escándalo de corrupción, su sede corporativa fue objeto de registro. Estas noticias provocaron fuertes caídas, aunque de un solo día, el jueves, 20 de abril, en la constructora y en la tecnológica (de casi un 9 por ciento en la primera y de algo más del 2 por ciento en el caso de la segunda).

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Por sí solas, estas noticias son muy graves: la coincidencia de intereses empresariales y políticos para el saqueo de fondos públicos debería bastar para que las acciones de las compañías implicadas sufrieran de manera importante en Bolsa, sobre todo en un momento en que se presupone que los inversores son más sensibles a cuestiones relacionadas con el buen gobierno corporativo, el respeto del medio ambiente y a los derechos humanos.

Usando como gancho esta creciente sensibilidad social, nacieron índices promovidos por firmas como FTSE, Dow Jones, Morningstar..., que seleccionan a las compañías por su ejemplaridad medioambiental, de gobernanza y de respeto a los derechos de los trabajadores para servir de referencia a inversores particulares e institucionales. El problema llega cuando caemos en la cuenta de que tanto Indra como OHL siguen siendo componentes de uno o varios de estos índices.

Ambas forman parte del FTSE4Good Ibex, índice que se compone de valores, según se informa en la página web de Bolsa de Madrid, «que cumplen con los criterios de buena práctica en responsabilidad social corporativa (RSC)», de empresas «que trabajan por la sostenibilidad medioambiental, el desarrollo de relaciones positivas con los grupos de interés de la compañía y el apoyo y preservación de los derechos humanos universales».

A la pregunta de si OHL e Indra merecen seguir perteneciendo a este índice de sostenibilidad, fuentes de Bolsa de Madrid responden: «El índice cuenta con un comité independiente encargado de, en base a dichos criterios, establecer la permanencia o salida de un valor. Nosotros no podemos entrar a realizar valoraciones».

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El índice se evalúa semestralmente, por lo que habrá que estar pendiente de la siguiente revisión, por si alguna de las dos empresas resultan expulsadas. Si OHL forma parte del indicador desde su creación en 2008, Indra participa con la valoración más alta, cinco puntos, en los ámbitos de gobierno corporativo, medio ambiente y lucha contra el cambio climático, así como en estándares laborales. El pasado octubre, la tecnológica también renovó por undécimo año consecutivo su presencia en el Índice Sostenibilidad de Dow Jones.

Desde RobecoSAM, la 'boutique' especializada en inversión en sostenibilidad, que provee el análisis para la construcción de los índices DJ Sustainability, comentan, respecto a una posible exclusión de una empresa de los índices sostenibles Dow Jones: «Una compañía que está en el índice podría ser excluida por dos vías. En primer lugar, si en cualquier punto durante el año nuestro equipo se encuentra con información que señala un deterioro en el comportamiento sostenible de la empresa, se puede abrir un caso, que puede acabar en exclusión. La otra vía por la que una empresa puede ser excluída es en el proceso anual de revisión, si su puntuación medioambiental, social y de gobernanza baja o si la capitalización no es suficiente».

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Ni OHL ni Indra están incluidas en los indicadores sostenibles europeos de Morningstar. Según explica Fernando Luque, de esta firma, la formación de los índices se realiza basada en el análisis de un tercero, Sustainalytics, y supone que una compañía involucrada en un caso de corrupción tendría que salir del índice. En principio, las revisiones se realizan trimestralmente.

Los índices no son garantías

A la vista de lo que ocurre, tener como referencia un índice sostenible no es una garantía de invertir en una compañía respetuosa al menos con las buenas prácticas en cuestiones corporativas. Por eso, Toby Belsom, responsable de investigación de ShareAction, una ONG que promueve la inversión responsable, comenta que, por su naturaleza, los fondos indexados pueden a menudo incluir compañías que están implicadas en actividades controvertidas. Por eso, aconseja a los inversores comprobar si entre las veinte compañías que más ponderan hay componentes inmersos en tales controversias.

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Como problemas adicionales a éste, Belsom señala el hecho de que algunos índices no desglosan sus miembros y, también, que el proceso de investigación es a menudo complicado y falto de transparencia. Javier Flores, de Asinver, añade que el problema está en que no hay criterios internacionales ni objetivos para medir la sostenibilidad de una empresa. Son discrecionales por parte de cada índice.

Así, hay indicadores que excluyen a determinadas actividades, como el petróleo o el armamento. Y, como añade Belsom, otros índices se limitan a escoger a las mejores compañías de cada sector. Esa falta de objetividad y uniformidad de criterios provoca que los diferentes proveedores de este tipo de ratings a menudo lleguen a diferentes conclusiones sobre el comportamiento medioambiental, social y ético de negocios específicos.

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Como plantea Belsom, «es evidente que la pertenencia a un índice de sostenibilidad no es una garantía de un 'estado de salud' limpio en términos de un historial ético o ambiental de las corporaciones o su comportamiento futuro». Por eso, aconseja al inversor realmente comprometido con la ética empresarial a que promueva activamente y anime a su gestor a que se comprometa con las compañías en las que ha invertido para promover las mejores prácticas a través de los instrumentos a su alcance.

También es aplicable a los gestores de fondos socialmente responsables no indexados. Quizás ha llegado el momento de los accionistas activistas que regeneren la vida empresarial. Para Flores, intuitivamente, lo que ha ocurrido en Indra y en OHL debería tener consecuencias, debería llevar a su exclusión de los índices. Y dice más: si con la controversia de OHL en México se hubiera tomado la decisión de sacarla del índice, se habría evitado la pérdida que han sufrido los inversores asociada a los últimos escándalos.

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En todo caso, también apunta que los inversores, además de tener en cuenta los ratios económicos clásicos, deberían incorporar criterios relacionados con las buenas prácticas empresariales, como criterio para analizar la rentabilidad futura: «No se ve el riesgo real hasta que pasa algo serio, como el vertido de BP en el Golfo de México». Flores añade que los requisitos para pertenecer a estos índices son de mínimos, lo que viene a implicar que la membresía se convierte más en una herramienta de márketing, en un argumento de venta, que en un compromiso.

¿Puede reclamar un inversor por haber confiado en el índice sostenible y haber invertido en él sin que todas las empresas fueran completamente limpias? Flores comenta que únicamente si el índice tiene un supuesto que encaja exactamente con el caso que nos ocupe, o si la empresa, cuando se incorporó al indicador, realizó una declaración que haya resultado ser falsa. Entonces, dice Flores, el índice debería actuar. Y si éste no hace nada, entonces, los inversores deberían conminarle a hacerlo.

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