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Ivia Ugalde
Martes, 18 de abril 2017, 01:22
Tras el pinchazo sufrido con la crisis, la recuperación del empleo avanza en Euskadi a paso decidido entre los jóvenes de 16 a 25 años. La tasa de ocupación de este grupo de edad ya es del 68,8% son 32.200 personas, el nivel ... más alto desde 2010, cuando comenzó el declive de la contratación. El dato, difundido ayer por la firma de recursos humanos Randstad en un informe que toma como base la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística correspondiente al cuarto trimestre, coloca al País Vasco en un escenario optimista: se trata del tercer año consecutivo de incremento y sitúa a la comunidad autónoma muy por encima de la media española.
En el conjunto del territorio nacional, el número de ocupados menores de 25 años asciende a 816.500, lo que equivale a una tasa de ocupación del 57,1%. Son 12 puntos porcentuales menos que en Euskadi, la cuarta autonomía donde más ha crecido la incorporación al mercado de trabajo en el último año. En concreto, la subida respecto al último trimestre de 2015 fue del 15%. Sólo le preceden Navarra, Asturias y Cantabria. Al respecto destaca el gran salto de la Comunidad Foral, que ha experimentado en sólo un ejercicio un alza del 66,7%. La peor parte se la llevan Baleares, Aragón, Madrid, Canarias y Andalucía, las únicas zonas en las que ha habido descensos.
Al margen del dispar comportamiento, los datos «confirman que se consolida el empleo», sostiene Luis Pérez, responsable de relaciones institucionales de Randstad. Concede especial importancia al buen comportamiento en el País Vasco, porque «Euskadi y Cataluña con una tasa de ocupación de menores de 25 años del 67,7% son siempre las primeras comunidades en las que se estabiliza la recuperación», comportamiento que luego siguen el resto. Aunque reconoce que «queda trabajo por hacer», apunta a otros dos factores que animan: «la consolidación de las empresas y la mejoría del consumo».
Hablar de empleo juvenil viene asociado muchas veces a la palabra precariedad. Contratos temporales, parciales, poco remunerados que son denunciados recurrentemente por las organizaciones sindicales y agentes sociales. La problemática no es puntual. Está extendida y se deja notar con fuerza también en Euskadi, donde el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno vasco tiene como una de sus prioridades la mejora de las condiciones laborales de los recién incorporados al mercado de trabajo, tal y como avanzó recientemente la consejera Beatriz Artolazabal.
El reto no es ajeno para Luis Pérez, director de relaciones institucionales de Randstad, quien admite que los empleos que se crean para los jóvenes de 16 a 25 años son «de corta duración» y se realizan fundamentalmente «en jornadas no lectivas o fines de semana» para que sean compatibles con los estudios. Los sueldos, por tanto, son en su mayoría bajos al ser «proporcionales a las horas de trabajo realizadas».
Aun así, que los menores de 25 años tengan en Euskadi una tasa de ocupación del 68,8% y en España del 57,1%, lo valora positivamente Pérez. No por el tipo de empleo del que generalmente se trata, sino porque «abre la puerta a encontrar empleos más estables y de calidad». «Tenemos que verlo como una oportunidad porque más precario es el desempleo y toda la contratación ilegal y alegal que hay en el país», asegura, convencido de que es un primer paso necesario.
A su modo de ver, estos trabajos de corta duración, que van ligados «al turismo y la hostelería, la logística y el pequeño comercio», constituyen una «fuente de experiencia» que es conveniente tener desde primeras edades para pasar futuros procesos de selección y engrosar el currículum. «El empleo genera conocimientos y experiencia, y esto es precisamente lo que permite conseguir empleos de más duración».
Una de las principales tesis que se extrae del estudio de Randstad es que a más nivel educativo, mayor es la tasa de ocupación. En España, el 66% de los jóvenes que están trabajando tienen estudios superiores, frente al 55,4% que ha cursado enseñanza secundaria y el 38,3% que cuenta únicamente con educación primaria. Aquí reside uno de los factores que colocan a Euskadi en una buena posición, ya que más de la mitad de su población ocupada, lo que incorpora todas las edades el 55,7% es universitaria, mientras que la media nacional se sitúa en el 42%.
Pero no es la única circunstancia que juega a favor de la comunidad autónoma. Además del alto nivel formativo, Pérez apunta «al tejido del PIB vasco», donde el «motor industrial» tiene un protagonismo innegable. Éste es precisamente el sector que ha registrado en España el mayor crecimiento de un 5,5% desde 2015 entre los jóvenes de 16 a 25 años, seguido de la construcción (4,2%) y los servicios (3%). En Euskadi, además, el año pasado la industria alcanzó los niveles precrisis al aumentar el empleo en 23.200 personas. De ese modo, ya representa el 23% del total de los puestos de trabajo, tal y como refleja un reciente informe de la UPV/EHU realizado por el equipo de la catedrática de Economía Sara de la Rica.
Dar cabida a mayores de 45
En esa nueva ola de contrataciones de la industria, se torna imprescindible para las empresas incorporar a sus plantillas a recién graduados conocedores de las nuevas tecnologías. Profesionales, en definitiva, capaces de dominar los procesos de fabricación surgidos de la revolución industrial denominada 4.0. Por eso, Pérez apunta que el verdadero problema del mercado laboral no radica tanto en hacer un hueco a las nuevas generaciones, sino «a los mayores de 45 años», personas que antes de la crisis trabajaban en sectores como la construcción y que «ahora tienen una complicada inserción laboral y reciclaje». En el caso vasco, como advirtió De la Rica, de los 126.000 parados que había a finales de 2016, «60.000 son desempleados estructurales, que quedarán aunque se supere la crisis».
En términos absolutos, la mayoría de los trabajos de los jóvenes de 16 a 25 años se realiza en el sector servicios. En concreto, son 658.000 los españoles comprendidos en este tramo de edad que desarrollan su actividad en el sector terciario, lo que supone el 80,6% del empleo total. En segundo lugar, y a gran distancia, está la industria con 93.200 (11,4%), la agricultura con 40.400 empleados y la construcción, con 24.900. Éstas dos últimas representan el 4,9% y el 3%, respectivamente.
Otro detalle significativo que arroja el informe de Randstad es que de los 816.500 menores de 25 años ocupados en España, el 34% compagina sus trabajos con los estudios. Se trata, específicamente, de 488.100 jóvenes para los que su formación es el objetivo prioritario. Por ese motivo, son las jornadas parciales o temporales las que mejor suelen adecuarse a sus necesidades.
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