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Manu Alvarez
Domingo, 2 de abril 2017, 02:36
Ha sido condenado por los tribunales y no oculta la herida que este proceso ha supuesto para su honor. Quizá el bien más preciado para quien ha trazado su vida pegado precisamente al Derecho -el arma con el que ha sido golpeado- y una mezcla ... de rigor y austeridad permanente. A sus 73 años, Mario Fernández, el expresidente de Kutxabank condenado a seis meses de prisión por haber facilitado la contratación -los jueces sostienen que irregular- del exdelegado del Gobierno central en Euskadi con el PSOE Mikel Cabieces, espera que el Tribunal Supremo ponga «las cosas en su sitio».
Mientras tanto, no ha abandonado ni la ironía marca de la casa ni las ganas de trabajar. Al día siguiente de su dimisión en el banco, a finales de 2014, abrió su nuevo despacho de abogado, en el centro de la capital vizcaína, que hace compatible con la docencia en varios cursos de postgrado de la UPV y su puesto en el consejo de administración de la multinacional Repsol. También escribe sus memorias que, anuncia, «tendrán un par de capítulos muy interesantes».
¿Se arrepiente de lo que hizo?
Desde luego que no. Volvería a hacer lo mismo en idénticas circunstancias. Defenderé siempre que ayudar a volver a la actividad laboral a alguien que ha estado en la primera línea de la lucha contra el terrorismo era una obligación. Y eso a principios de 2012, cuando ETA no había protagonizado todavía el sainete de enseñar una caja de cartón con unas armas, que quizá eran de la guerra de secesión de los Estados Unidos. En este país perdemos la memoria con facilidad, pero los archivos de la CNMV están llenos de nombres de personas a quienes, en idénticas circunstancias, se les dio una salida en empresas privadas. A ministros del Interior y también a consejeros de Interior del Gobierno vasco.
«Conciencia tranquila»
Usted contó la verdad desde el primer momento apelando a esa «norma no escrita». ¿Ha pensado alguna vez que quizá debería haber mentido un poco?
No. Tengo la conciencia tranquila y para mí lo más importante es no tener nada que ocultar. Al menos, la sentencia ha dedicado varios párrafos a reconocer que yo no me llevé ni un solo euro, pese a lo fuerte que suena ser condenado por un delito de apropiación indebida.
Usted reconoció que aceptó buscar un trabajo para Mikel Cabieces por la llamada de dos dirigentes políticos. No lo ha dicho usted, pero sí ha dado a entender que eran del PSE y del PP. Ninguno de los dos partidos, ningún dirigente de estas formaciones ha salido en su defensa. ¿Es un acto de cobardía?
La calificación la pone usted. Yo me he portado con honradez no desvelando quienes fueron, pero las primeras reacciones de ambos partidos fueron manifiestamente mejorables.
¿Lo conocía el PNV? Su dirección dijo que no.
Lo siento mucho por la acusación popular, que era lo que más le interesaba, pero el PNV no estaba en esto. Han tenido mala suerte.
¿Le ha llamado algún dirigente político ahora para mostrarle su apoyo tras la sentencia?
La verdad es que no.
¿Y algún miembro del Gobierno vasco?
Eso sí.
Devolver al banco el dinero que cobró Cabieces, ¿le hizo culpable desde la casilla de salida?
No lo pensé así. Simplemente, desde el momento en que alguien me dice que he causado un daño al banco, a una entidad que yo creé, algo más que un proyecto profesional en mi vida, no lo dudé ni un minuto. Pagué inmediatamente.
La carga de la prueba
La sentencia dice que Mikel Cabieces no demostró que hubiese trabajado esos tres años.
- Lo que se intuye como una negociación del PNV con el PP ha permitido flexibilizar las condiciones de control de Kutxabank ¿Se equivocó usted al plantear la salida a Bolsa del banco?
- Yo no hablaba de una salida a Bolsa inmediata, sino de un proceso de entrada de capital que permitiese dos cosas que las fundaciones tuviesen muchos recursos para la Obra Social y que además se mantuviese el control de la entidad. Cuando comprobé que esa estrategia no tenía el respaldo del accionista, dimití. Era lo más sensato.
- ¿Lo seguiría defendiendo ahora?
- Hace tan sólo unos días, altos responsables del BCE han vuelto a hablar de la necesidad de una concentración bancaria. Ahí están Unicaja e Ibercaja, encaminándose hacia la salida a Bolsa. Quedarse solo en algo o ser el último, me da la sensación de que no es bueno. Además ya hay experiencias. La Caixa, CaixaBank, está en Bolsa y nadie duda de su arraigo catalán o de quién tiene el control.
Lo acreditó quien lo podía acreditar, las personas que estaban en el despacho de abogados. La carga de la prueba le corresponde a la acusación y no al acusado. Por cierto, que también trabajó para otra compañía durante ese mismo periodo y con un contrato de remuneración similar.
¿Guarda rencor a alguien a quien usted identifique como responsable del proceso judicial?
No tengo rencor, pero tengo memoria. Y hacia Kutxabank, como entidad, menos aún. Kutxabank es de sus accionistas, de los clientes y de sus trabajadores y no tengo problemas con ninguno de estos colectivos.
Su abogado, Carlos Bueren, llegó a decir en el juicio que estábamos ante un proceso político. ¿Comparte esa tesis?
Por parte de la sala no, en absoluto. Tengo el máximo respeto por el poder judicial y soy de los que creen en su independencia. Pese a haber sido condenado, creo que el respeto a las decisiones judiciales es un principio básico. Otra cosa es que algunas decisiones de los jueces puedan ser discutidas y para eso está la vía del recurso.
¿Por qué dijo aquello de que usted nunca deja heridos?
La frase tuvo un éxito notable, pero reconozco que debería haberme contenido. Salía de declarar ante la juez, de conocer muchos detalles. Nadie me había dicho que se habían tomado ya un montón de medidas dentro de la entidad cuando yo pagué ese dinero. Me sentía engañado.
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