Urgente Retenciones en el Txorierri por la avería de un camión
Manifestación celebrada en abril del pasado año en Bilbao en reclamación de una política industrial «real».

Lo que la economía vasca le pide a 2017

Acercar la tasa de paro al 10%, normalizar las relaciones laborales, acelerar el crecimiento de la recaudación fiscal para garantizar la sostenibilidad de las prestaciones sociales, y avanzar en la competitividad de las empresas son algunos de los retos más inminentes que implican a instituciones públicas, empresarios y sindicatos de Euskadi

Jorge Murcia

Jueves, 5 de enero 2017, 18:33

Cada año que comienza trae consigo una considerable carga de nuevos propósitos. Los de la economía vasca podrían no ser, en esencia, demasiado diferentes a los de otras latitudes de la geografía española o incluso europea. Pero lógicamente Euskadi presenta sus propias particularidades. Las de ... un territorio con una tasa de desempleo sensiblemente inferior a la estatal, pero que también ha de soportar el avance de la precariedad laboral y el aumento de la desigualdad durante la crisis. Con un alto grado de industrialización, pero igualmente expuesto a la intemperie de una globalización inmisericorde que pide más y más competitividad. Con un crecimiento económico encauzado en la senda de la recuperación, pero que apenas procura unos ingresos fiscales lo suficientemente robustos como para mantener el generoso sistema de prestaciones sociales que ofrece a la población.

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Instituciones públicas, empresarios, sindicatos y expertos en economía tienen más o menos claro el camino a seguir para consolidar la salida de la crisis en Euskadi y afrontar el futuro -incierto como hasta ahora pocas veces lo ha sido- con garantías de éxito. En lo que difieren -y en algunas ocasiones de manera sustancial- es en la manera de aplicar esas recetas.

-Aumentar la recaudación fiscal para mantener el gasto social

La vasca es una economía bastante saneada si se la compara con la de otras comunidades autónomas. Siempre cumple con sus objetivos de déficit, y es el segundo territorio menos endeudado, después de Madrid. En términos de de Producto Interior Bruto (PIB), Euskadi habrá crecido el pasado año -aún no se conoce el dato exacto- un 3%.

Este año será el cuarto de crecimiento consecutivo de la economía vasca, «si bien más moderado, pero en línea con lo que ocurrirá en el Estado, y otra vez superior al europeo», aventura Eduardo Arechaga, director general de Confebask. La patronal vasca calcula un avance del PIB para este año del 2,5%, dos décimas superior al que maneja el Gobierno vasco en su cuadro macroeconómico 2017. Un crecimiento del 2,3% «que no permitirá muchas alegrías» en lo que a ingresos fiscales se refiere.

Así lo reconocía hace poco el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, que tendrá que lidiar con la tarea de confeccionar unos presupuestos constreñidos por los exiguos márgenes que deja la consolidación fiscal impuesta por las autoridades estatales -vía Europa, eso sí- y con una recaudación fiscal que no será tan boyante como el generoso sistema vasco de prestaciones sociales requiere.

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Ya se vió el pasado año. Las autoridades vascas habían fijado para ese 2016 un objetivo de recaudación un 7% superior al de 2015. En vista de que, con el transcurrir de los meses esa meta se veía inalcanzable, el Consejo Vasco de Finanzas decidió en octubre rebajar sus previsiones a un objetivo más realista: el 3,3%. Hasta ese mes, lo recaudado por las tres Haciendas vascas suponía un 3,1% más que en el mismo periodo del ejercicio anterior.

Para 2017 el Gobierno vasco se ha fijado una meta de crecimiento de los ingresos del 3,5% Todo será poco para alimentar la maquinaria de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), que en 2016 consumió 400 millones de euros de recursos públicos. El ejecutivo autónomo se enfrenta ahora a la tesitura de trasladar o no a la RGI el incremento aprobado por el Gobierno español del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) del 8%. En caso afirmativo, rompería totalmente los esquemas de Azpiazu y su equipo económico.

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Aún así, Comisiones Obreras (CCOO) de Euskadi considera que los ingresos fiscales vascos se sitúan por debajo de la media de la zona euro «en más de 6 puntos». La central que dirige Unai Sordo cree que esa diferencia se puede recortar «incidiendo en las rentas altas. Los tramos altos del IRPF y sobre todo el montón de deducciones, bonificaciones y exenciones con los que cuentan las empresas. En general, los rendimientos económicos que provienen del capital tienen un tratamiento privilegiado frente a ls rentas medias procedentes del trabajo».

En el extremo opuesto de esta argumentación se sitúa Confebask. En opinión de su presidente, Roberto Larrañaga, «los impuestos en Euskadi son más caros que en otras economías de nuestro entorno, estamos advirtiendo de que competimos en peores condiciones. Y eso significa menos ventas, menos inversión, menos empleo, menos futuro». «Los empresarios/as queremos pagar impuestos porque somos conscientes del enorme valor social de nuestra aportación. Pero lo que no queremos es que terminen por ahogar nuestra actividad. Hay que llegar a un necesario punto de equilibrio, y cuando menos nuestro compromiso para este 2017 es plantear a las administraciones nuestras propuestas y consideraciones al respecto con la esperanza de llegar a un acuerdo», añade,

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En opinión de Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), «crecer y crear empleo es la primera condición para recaudar más. Pero el segundo elemento es que los salarios crezcan». A este respecto, de la Rica considera que ha llegado el momento en que «muchas empresas, con beneficios positivos, suban los salarios».

-Acercar la tasa de paro a la barrera psicológica del 10%

El pasado año fue «histórico» en cuanto al descenso del paro, tanto en España (-9,54%) como en Euskadi (-9,23%), lo que en palabras de la consejera del ramo, Beatriz Artolazabal, «anima» al Gobierno vasco en su objetivo de reducir la tasa de paro por debajo del 10% en los próximos cuatro años. Confebask prevé que ya este año se consiga bajar al 11%, «la tasa más baja en los últimos cinco ejercicios». Ahora mismo se sitúa alrededor del 13%, por lo que alcanzar ese propósito a lo largo de esta legislatura «es bastante asumible», según Sara de la Rica, «si el empleo sigue creciendo en torno al 2%, y la demografía sigue arrojando una incorporación de jóvenes muy escasa, tal y como está sucediendo».

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A su juicio, el ciclo económico más favorable «ayudará a las personas desempleadas de corta duración a encontrar trabajo. Pero aquellos que llevan desempleados 2, 3 o más años por sí solas tienen enormes dificultades para encontrar trabajo». De ahí que considere necesario «seguir reforzando las instituciones para que estos desempleados puedan tener una orientación integral», lo que requiere «de un Lanbide que refuerce muchos estas acciones».

De la Rica pone el dedo en la llaga de una de las patatas calientes a las que se enfrenta el nuevo ejecutivo vasco: la de reformar y modernizar un servicio que hasta el momento se ha mostrado bastante incapaz de cumplir uno de sus grandes cometidos: el de facilitar a los parados la tarea de encontrar un empleo. Porque «las mejoras en las políticas activas son elementos estratégicos de medio y largo plazo» que, si bien no incidirán en la evolución del empleo en 2017, «hay que abordar necesariamente», en opinión de CC.OO.

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El sindicato cree que el volumen de empleo «va a depender de la actividad económica que se genere, y su calidad de cómo se regule. Por tanto, es necesaria una política salarial más expansiva que mejore la demanda agregada interna». Además, apuesta por «atacar la temporalidad injustificada, que es la mayoría. Encarecerla y hacer que no 'merezca la pena' a la empresa».

-Normalizar las relaciones laborales

El 60% de los convenios laborales en Euskadi ya no están vigentes; al 24% se les aplica la ultraactividad, y sólo el 16% están en vigor. Casi 360.000 personas están pendientes de renovar sus condiciones laborales, y a 70.000 se les aplican convenidos estatales. Y muchos trabajadores se incorporan al mercado laboral con el Estatuto de los Trabajadores como único paraguas legal. Es el resultado de años de unas relaciones laborales lejos de la normalidad. Los desencuentros no se reducen a la tradicional confrontación patronal-sindicatos, sino que entre las propias centrales de trabajadores hay profundas discrepancias en la manera de abordar la negociación colectiva.

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Es uno de los grandes retos para éste y los próximos ejercicios, aunque a finales del pasado año ya se dieron algunos pasos en la buena dirección. Por ejemplo, ELA, -la central mayoritaria en Euskadi- mostró su disposición a no poner palos en las ruedas del proceso abierto en Confebask y sindicatos para alcanzar un acuerdo que blinde los convenidos vascos respecto a los estatales (Acuerdo Marco Interprofesional). En opinión de Tomás Arrieta, presidente del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), «parece que ahora sí hay condiciones para normalizar la negociación colectiva». CC.OO considera que esa normalización «pasa por apostar por ámbitos de negociación que generen derechos colectivos amplios con el desbloqueo del marco sectorial de negociación, buscando acuerdos y dar preferencia aplicativa a los firmados aquí, a través de un acuerdo de estructura de eficacia general».

En opinión de Sara de la Rica, «el bloqueo en las relaciones laborales ha sido sin duda muy pernicioso para  Euskadi en los últimos años. Es preciso que las relaciones se desbloqueen, y que la mayoría de los trabajadores vuelvan a tener un convenio colectivo provincial-sectorial en vigor, que en estos momentos no sucede».

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Por su parte Confebask admite que uno de los desafíos del presente ejercicio es el de lograr «unas relaciones laborales que aseguren las colaboración entre los diferentes integrante de la empresa», y en ese sentido aboga por «profundizar en el diálogo social». Todo ello para lograr un modelo de relaciones laborales «que tenga como base la transparencia en la gestión».

-Retener en Euskadi los centros de decisiones de las grandes empresas

La toma de control de Gamesa por parte de Siemens, o la dominación ya absoluta que la británica Rolls Royce ejerce sobre ITP ha puesto sobre la mesa la necesidad de retener en Euskadi los centros de decisión de grandes empresas tractoras de la economía. Y no sólo en el terreno industrial. También el sector servicios -como evidenció la compra de Ticketbis por parte del gigante Ebay- se ve afectado por una serie de movimientos corporativos que amenazan con difuminar la vinculación de las empresas absorbidas con su territorio nativo.

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Para evitar estas situaciones, es imprescindible presentar «una oferta de entorno competitivo, basado sobre todo en la dotación de infraestructuras adecuadas para el desarrollo empresarial, una gestión adecuada del conocimiento y la formación que garantice el desarrollo de procesos y productos de vanguardia». Todo ello acompañado «de un empleo de calidad que implique a los trabajadores y trabajadoras en los proyectos empresariales», en opinión de CC.OO.

Sara de la Rica opina que hay que hacer valer «no sólo la fuerte tradición industrial con buena reputación profesional» de la que goza Euskadi. «También su mano de obra, en su mayoría muy cualificada. Y la desaparición de la amenaza terrorista también debe ayudar a que Euskadi sea un foco de atracción de empresas, y no un territorio del que las empresas vascas se van».

A este respecto el Gobierno vasco ha comenzado a trabajar en la creación de un fondo, mezcla de capital público y privado, como instrumento de inversión en empresas que se consideran estratégicas. De forma añadida, las antiguas cajas vascas potenciarán una estrategia de toma de participación en empresas que consideren «interesantes». El primer paso en este sentido lo ha dado recientemente Kutxa, con la adquisición de un 2% de CAF.

-Los múltiples retos de la industria vasca

El Gobierno vasco se ha propuesto recuperar el peso de la industria en la economía vasca. En la actualidad el anteriormente conocido como sector secundario supone aproximadamente un 23% del PIB vasco, y la intención es la de alcanzar el 25%. Un objetivo que a simple vista puede parecer no demasiado complicado, pero que necesariamente debe ir acompañado por otra serie de transformaciones que contribuyan a consolidar un sector fuerte y menos voluble a los vaivenes de la globalización. Por ejemplo, el de aumentar la competitividad de las empresas, a través de diferentes vías. Una de ellas es la de ganar en tamaño. Al igual que ocurre en el resto del Estado, el tejido empresarial vasco está formado por pequeñas y medianas empresas, lo que supone un serio obstáculo a la hora de sobrevivir en un entorno hostil.

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«A mayor tamaño, más exportación, mejor financiación, más innovación y mejor posición competitiva», resumía el presidente de Confebask, Roberto Larrañaga, en el blog de la página web de la patronal. «Y sin  embargo, no todos nos damos cuenta de la necesidad de colaborar entre nosotros. Muchos siguen percibiéndose más como competidores que como colaboradores necesarios, y eso, debe cambiar. Lo está haciendo ya en buena medida, pero habrá que seguir mejorando por ese camino», reflexionaba.

Otro reto ineludible es el de profundizar en la llamada industria inteligente o 4.0, para lo que se requiere mantener la apuesta por la innovación. En este sentido, el nuevo ejecutivo que conforman PNV y PSE se ha propuesto aumentar la inversión en I+D+i un 5% durante al menos «un ciclo de 5 años». CC.OO. Considera que los sectores tradicionales y los nuevos «van a verse modiicados por cambios tecnológicos y un proceso incierto de digitalización creciente», por lo que cree necesario articular «un espacio tripartito para prever los cambios sectoriales que se van a dar en la industria». «Estos cambios, unidos a una competencia global pero sin normas globales (laborales, sociales o medioambientales) requieren una respuesta política que va más allá de Euskadi», añaden en el sindicato.

«Es bueno que en Euskadi se prime una actividad industrial fuerte, pero sin duda hay que apostar por sectores estratégicos, quizá emergentes, a la vez que consolidar aquellos más consolidados en los que somos fuertes, como el sector automovilístico, aeronáutico, y otras actividades dentro de la fabricación avanzada», sostiene Sara de la Rica, quien además anima a «no descuidar el sector servicios, que genera mas del 70% del PIB y del empleo vascos». A este respecto, destaca que «Euskadi tiene un enorme potencial en el sector turístico, ofreciendo calidad en la oferta, que es muy rica y variada, y que puede atraer, si la apuesta es acertada, mucho turismo con alto poder adquisitivo».

En esa carrera por adaptarse a los nuevos tiempos, la industria vasca se encuentra sin embargo con un serio problema: la falta de trabajadores cualificados en determinadas actividades. Falta cantera. El entorno social, económico y educativo debe promover de forma «ineludible» la incorporación «de los jóvenes y la formación permanente» para que «nuestras empresas y nuestra sociedad no se queden atrás», cree Roberto Larrañaga.

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En este sentido, los responsables de Comisiones Obreras en Euskadi abogan por establecer «políticas de formación (entendida de forma integral, reglada, universitaria, profesional, para el empleo) de forma permanente y no sólo en las grandes corporaciones, sino para la clase trabajadora en los distintos perfiles de empresas o sectores».

En opinión de Sara de la Rica, se trata de avanzar hacia «una sociedad moderna» en el sentido de apostar «por un crecimiento basado en el alto valor añadido, con una apuesta firme no sólo en la I+D+i y la generación de conocimiento, sino también por una apuesta clara por la formación continua de los trabajadores, que permitan desarrollar y retener el talento».

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