Jorge Murcia
Viernes, 9 de septiembre 2016, 13:42
La revolución de los vehículos eléctricos es imparable, aunque de momento también demasiado lenta. La implantación de este tipo de movilidad verde se ve frenada por la aún escasa demanda por parte de los usuarios, en buena medida motivada por lo que consideran una insuficiente ... infraestructura de recarga. El miedo a quedarse sin batería en mitad de un trayecto está muy presente en los conductores que sopesan la posibilidad de cambiar la gasolina por los kilovatios como fuente de propulsión de sus vehículos. Y a su vez, las empresas del sector temen no poder rentabilizar sus inversiones en puntos de recarga debido al todavía escaso número de vehículos en circulación.
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Carlos Madina, Inmaculada Zamora y Eduardo Zabala, investigadores de Tecnalia y la UPV/EHU, han publicado en la revista Enery Policy un estudio titulado 'Metodología par la evaluación de los modelos de negocio de infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos'. La investigación analiza las ventajas e inconvenientes de las distintas modalidades de recarga con las que hoy en día cuentan los usuarios de este tipo de coches: las cargas en casa, las rápidas (establecidas fundamentalmente en las autopistas) y las semi-rápidas, ubicadas en puntos de interés como centros comerciales o parkings urbanos.
Y concluye que la primera de ellas es la opción más aconsejable, al menos en cuestión de precio. En primer lugar, porque la recarga a través de un poste instalado en el garaje propio supondría aprovechar las ventajas de las tarifas eléctricas nocturnas (las 'supervalle'), lo que permitiría cargar la batería del vehículo por un coste «que apenas llegaría a un euro», asegura Carlos Madina. «Otra ventaja de la carga privada sería la comodidad, por hacerla en casa y no tener que identificarte, pagar aparte, etc...», añade.
El tiempo de repostaje bajo esta modalidad es de aproximadamente 6-7 horas, dependiendo de la capacidad de carga de la batería. Las de la mayoría de los coches eléctricos que circulan hoy día por las carreteras vascas (menos de medio millar) es de 24 Kilovatios/hora (Kw/h), mientras que la potencia de los postes de recarga convencional es de 3,7 Kw. Uno de estos surtidores se pueden conseguir por aproximadamente 700 euros, a los que habría que añadir el coste de instalación.
Carga rápida en gasolineras
La carga rápida, por su parte, permitiría aumentar la autonomía del coche en muy poco espacio de tiempo, entre 20 minutos y media hora de recarga. «Pero es muy cara, tanto para el cliente como para el propietario del poste. El precio que pagaría el usuario dependería del uso de la infraestructura de recarga, ya que la mayor parte de los costes del operador de la misma son costes fijos», dice Madina. Calcula que cargar el vehículo para recorrer unos 100 kilómetros costaría unos 10 euros. Un precio que, matiza, podría ser menor «en puntos de repostaje con mucho uso». «En principio la infraestructura de carga rápida se podría ubicar en las gasolineras existentes, aunque habría que comprobar la disponibilidad de la red eléctrica para permitir cargar a las potencias requeridas», explica Madina. Cada cargador demanda desde unos 50 Kw hasta varios centros, lo que se multiplicaría por el número de los que disponga cada estación.
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Por último, el repostaje eléctrico en puntos de interés permitiría aumentar el rango diario a precios más bajos. «Por ejemplo, si se ha agotado la autonomía por desplazarse a realizar compras o por motivos de ocio, los precios son más asequibles, comparables al coste por kilómetro de un coche convencional: unos 5 euros (que darían para unos 70 kilómetros de autonomía) y en tiempos razonables: dos horas, que se pueden dedicar a ir al cine, de compras, etc...», sostiene el informe. Los autores de la investigación calculan que, para que al gestor de los postes le salieran rentables a ese precio, deberían registrarse unas tres o cuatro cargas al día. «Si hablamos, por ejemplo, de un parking del centro de Bilbao, igual no es un objetivo muy complicado», dice Madina.
En Euskadi existen en la actualidad casi 70 puntos públicos de repostaje para vehículos eléctricos, de los que sólo cuatro (ubicados en Bilbao, Barakaldo, San Sebastián y Vitoria) son de carga rápida. En cuanto a la autonomía real de los coches eléctricos que más se venden en el mercado (inferior a la oficial declarada por los fabricantes, que se calcula a través de unos test concretos), oscila entre los 100 y 140 kilómetros. Aunque modelos más desarrollados, como el Bmw i3, o el elitista Tesla, podrían alcanzar los 200 kilómetros.
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