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Julio Arrieta
Viernes, 29 de julio 2016, 11:00
La renta básica universal no es una novedad y, como propuesta social y política para combatir la pobreza y las desigualdades, tiene un recorrido mucho más amplio del que se pudiera suponer. Dar a conocer el origen y la evolución de este planteamiento, así como ... contribuir a enriqucer el debate que genera, es el objetivo del libro 'La renta básica', obra de Los profesores Philippe van Parijs y Yannick Vanderborght, de las universidades belgas de Lovaina y Saint-Louis, respectivamente.
De entrada, ambos consideran que es «imposible concebir, a día de hoy, el porvenir de la protección social, en Europa como en el resto del mundo, sin tomar en consideración la propuesta de la renta básica». Tal y como la definen los autores, una renta básica «es un ingreso conferido por una comunidad política a todos sus miembros, sobre una base individual, sin control de recursos ni exigencia de contrapartida». La idea no es nueva, y sus orígenes se pueden rastrear hasta Tomás Moro (1478-1535) y Juan Luis Vives (1492-1540), aunque fue formulada por vez primera en profundidad «en las postrimerías del siglo XVIII». Después, su historia transcurrió con discreción y en el mundo de la teoría hasta que, «casi fortuitamente, fue instaurada en Alaska». Sí, el estado de Alaska, cuyos residentes reciben, todos ellos, sea cual sea su edad y la duración de su residencia allí, una renta básica desde 1982. Se trata de un dividendo que «corresponde a una parte del rendimiento medio, a lo largo de los cinco precedentes, del fondo permanente constituido a partir de los ingresos de la explotación del petróleo» de la bahía de Prudhoe, explican los autores.
A la hora de plantear la viabilidad de la renta básica universal, los recursos de los que debería nutrirse y, sobre todo, la falta de contrapartida son los dos principales escollos a los que se enfrentan sus defensores y que utilizan como ariete sus detractores, que ven en ella poco menos que una invitación al paro voluntario y a la holgazanería. Una cita de J. Elster que recoge el libro resume muy bien esta percepción: «Es injusto que personas capaces de trabajar vivan del trabajo de los demás». Esta de J. Rawls, más pintoresca pero memorable, también la refleja: «Los que surfean todo el día en las playas de Malibú deben encontrar un medio para satisfacer por sí mismos sus propias necesidades, y no deberían beneficiarse de fondos públicos».
Los autores «no pretenden ser neutrales» en este debate, como reconocen ellos mismos. De hecho, van Parijs preside la Red Global de Renta Básica. Saben que el debate sobre este subsidio universal suele ser enconado y en ocasiones muy extremo, con detractores que alertan contra la exaltación de la vagancia y defensores que ven en la renta básica una panacea social fácilmente alcanzable. Van de Parijs y Vanderborght resumen bien las posturas: «Para algunos, la renta básica constituye un remedio decisivo para numerosas calamidades, empezando por la pobreza y el paro. Para otros no es más que una absurda quimera, económicamente impracticable y éticamente repugnante». Sin embargo, saben exponer los pros y contras de la medida y los argumentos de los defensores y detractores con documentación abundante y una objetividad notable. Esta es una de las grandes virtudes de este libro, a la que se suman otras que son muy de agradecer en estos casos, como la claridad y la brevedad.
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