Jorge Murcia
Viernes, 15 de julio 2016, 15:44
La actividad de refino se ha convertido en la tabla de salvación de muchas empresas petroleras castigadas por el descenso en el precio del crudo. Un hecho constatable más que nunca durante 2015, cuando las plantas que se dedican a la transformación del crudo en ... productos petrolíferos (gasolinas, queroseno, nafta, parafinas, etc) alcanzaron su mayor volumen de procesamiento, y unos márgenes de beneficio muy por encima de los alcanzados en épocas anteriores. Y todo ello en medio de un sombrío panorama del sector en Europa, que ha visto cerrar más del 10% de sus refinerías, incapaces de sobrevivir en un entorno tremendamente competitivo y en el que actores de otras partes del mundo (sobre todo el Golfo Pérsico) juegan con la ventaja de sus menores costes y unas laxas exigencias medioambientales.
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El caso es que las nueve refinerías que existen en España procesaron el pasado año 65,66 millones de toneladas de crudo, un 6,9% del año anterior. Se trata de la cifra más elevada desde el comienzo de la crisis, alcanzada gracias a un incremento de 5 puntos en el grado de utilización de la capacidad de refino, que se situó en una media anual del 85%. Según figura en la 'Memoria 2015' de la Asociación de Operadores Petrolífero (AOP), esta mayor actividad fue la que permitió reducir las importaciones de los productos petrolíferos en un 5,7%, mientras que la capacidad exportadora creció un 8,7%, el doble que en 2014.
«Hasta hace bien poco las refinerías españolas no eran capaces de satisfacer la demanda interna», reconocen fuentes de la AOP. Sin embargo, esa tendencia fue dando un giro de 180 grados a medida que las plantas de procesamiento aumentaban no sólo su capacidad, sino también su eficiencia, y el consumo de combustibles caía por efecto de la crisis económica. De esta manera, España pasó a ser en 2012 un país exportador neto de productos petrolíferos. El saldo comercial favorable fue de 5,9 millones de toneladas el pasado año, un 83% superior al del ejercicio anterior.
El refino español acometió un ambicioso plan inversor durante el periodo 2008-2013 cuantificado en más de 6.500 millones de euros. Por ejemplo, los más de 1.000 invertidos por Petronor (participada en un 85% por Repsol, y en un 15% por Kutxabank) en su Unidad de Reducción de Fueloil (URF), destinada a reemplazar la producción de un combustible cada vez menos utilizado como el fueloil por otros con mayor demanda como las gasolinas, fundamentalmente el gasóleo. Petronor es, junto a la de Cartagena (también propiedad de Repsol) la segunda refinería en capacidad de destilación, sólo por detrás de la de San Roque (Cádiz), gestionada por Cepsa.
«Las refinerías que no hayan invertido en adaptarse a la demanda, en ser más eficientes y capaces de procesar crudos más pesados tendrán serios problemas en el futuro. Afortunadamente, el refino español ha finalizado su esfuerzo inversor para adaptarse a las nuevas realidades del mercado», sostienen en la AOP. Efectivamente, la caída de la demanda, la competencia del refino procedente de fuera de la UE, y como consecuencia de todo ello los bajos márgenes, han obligado a numerosas refinerías del continente a cerrar sus instalaciones. Se calcula que Europa ha perdido en torno a un 10% de su capacidad de refino.
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Márgenes de 8 dólares el barril
La actividad del sector se vio beneficiada el pasado año por unos márgenes de refino inusualmente altos, hasta de ocho dólares el barril. Sin embargo, en lo que va de año esos vientos de cola van cambiando de dirección. Los márgenes vienen determinados por factores diversos, como por ejemplo la complejidad de las refinerías. Es decir, su capacidad de procesar la materia prima -como los crudos más pesados y con un mayor contenido en azufre- en productos de valor añadido.
Pero también por los precios de la materia prima. En este sentido, las empresas del sector ya están notando -aunque quizá antes de lo que esperaban- las consecuencias de la correlación existente entre la cotización del crudo y las de los productos finalmente procesados. Cuando el precio del petróleo baja -cosa que empezó a suceder, y de qué manera, a mediados del pasado año- el de los productos refinados aún tarda en hacerlo. Por eso las compañías se benefician de ese desfase y los márgenes aumentan. Cuando por fin ese descenso se traslada a los precios de las gasolinas, queroseno, GLP, etc y al mismo tiempo -como es el caso- la cotización del crudo está en ascenso, el beneficio cae. Es lo que ha ocurrido en la primera parte del año, cuando el margen de refino prácticamente se ha reducido a la mitad respecto a los valores de 2015.
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