¿Se disipan los fantasmas económicos?

Casi descartada una recesión en EE.UU., y con China dispuesta a sostener un sólido crecimiento económico, las mayores dudas vienen de una Europa que sin embargo cuenta con el apoyo del BCE

cristina vallejo

Viernes, 4 de marzo 2016, 16:28

La reunión del G-20 ha tenido lugar en un momento de fuerte incertidumbre sobre la economía mundial. De acuerdo con el comunicado posterior al encuentro, la recuperación global continúa, pero con un ritmo frustrante y desequilibrado y con unos riesgos y vulnerabilidades que se ... han incrementado, lo que puede empujar a nuevas revisiones a la baja para las previsiones de crecimiento mundial. De todas maneras, en opinión del G-20, la reciente volatilidad a la que se ha asistido en los mercados no refleja la situación económica global. En definitiva, la economía está débil, pero no tanto como reflejan los movimientos últimos de los activos financieros.

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La primera respuesta del mercado a las conclusiones del G-20 fue negativa. Pero, poco a poco, como anticipó José Luis Martínez Campuzano, de Citi, terminó cotizando lo que de positivo tuvieron sus conclusiones: en primer lugar, que no se cuestionaran las políticas monetarias extremas, como los tipos de interés negativos que se están aplicando en cada vez más economías; en segundo lugar, que se esté de acuerdo en acompañar la actuación de los bancos centrales de otras políticas fiscales, posiblemente expansivas; en tercer lugar, el mensaje de que las autoridades continuarán vigilando la evolución de los mercados.

Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac, no es tan optimista como José Luis Martínez: «Como se temía, las discusiones y conclusiones del G-20 confirman que los políticos todavía no han sentido de forma suficiente la presión de los mercados. Siguen como sonámbulos e incapaces de reconocer los riesgos que se ciernen sobre la economía global y cómo afrontarlos de una manera coordinada».

¿Política fiscal expansiva?

Si nos quedamos con la interpretación más positiva, que incluye apoyo de una política fiscal expansiva, viviendo en Europa y, sobre todo, en uno de los países que más recortes presupuestarios ha aplicado en los últimos años, cabe preguntarse si el tiempo de la austeridad ha quedado atrás ante el consejo del G-20 de incrementarla inversión. Parece que la lectura no debe ser exactamente ésa: «Hay que tener cuidado con la interpretación de la recomendación del G-20. No podemos pensar que la receta es de universal aplicación, porque incrementar el gasto y mantenerla idea del equilibrio presupuestario o incrementar el gasto y no querer que la deuda pública exceda ciertos niveles es incompatible.

El incremento del gasto debe compensarse, a la vez, con una reducción del gasto: incremento del gasto productivo (inversiones) y recorte del gasto no productivo (gasto corriente) y, en paralelo, conseguir que la fiscalidad libere recursos para invertir y consumir, aliviando la carga de familias y empresas», explica Luis Fernando Utrera, del IEB. «Las diferentes formas de interpretar esta propuesta son patentes dentro del G-20, más aún en un periodo preelectoral estadounidense y con la aparición de movimientos disgregadores amenazando países dela UE. Parece que el consenso es que, para financiar esa fase de ajuste, algunos países del G-20 que tienen margen para incrementar el gasto sin incurrir en situaciones insostenibles lo hagan», concluye Utrera. Aunque en la reunión se escucharon palabras, como las de Lael Brainard, de la Fed, a favor de que la política fiscal expansiva acompañe a una política monetaria laxa.

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Impulso chino

Y el país que se ha puesto inmediatamente a ello ha sido China. No podía ser otra economía: Reino Unido está inmerso en un proceso de ajuste, Japón planea subidas de impuestos sobre el consumo, Alemania sigue con su eterna preocupación sobre un crecimiento basado en la deuda y EE.UU., paralizado por un presidente demócrata en su último año de mandato y conviviendo con un Congreso republicano. El impulso de China no viene sólo porque, como explica el profesor del IEB, ya esté incrementando sus emisiones de deuda para financiar el incremento de inversiones públicas, sino porque el mismo lunes tras el fin de semana de la reunión de los veinte grandes, decidió reducir el ratio de reservas dela banca, tras afirmar, además, su autoridad monetaria que tiene margen para poner en marcha más medidas.

De todas maneras, China continúa siendo una de las principales incertidumbres para los mercados. Según Estefanía Ponte, de BNP Paribas Personal Investors, «hasta que no veamos los PMIs (índices de gestores de compras) por encima de los 50 puntos, no vamos a estar tranquilos». Además, seguramente por China y sus movimientos desde el verano para devaluar el yuan, el G-20 se ha mostrado preocupado por las consecuencias de la guerra de divisas, en riesgo de recrudecerse por culpa de los tipos de interés negativos de algunas economías, como la japonesa.

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Más allá de China, Estados Unidos sigue siendo un foco de preocupación, aunque quizás ésta haya remitido un poco en los últimos días, como dice Estefanía Ponte. A ello ha contribuido la revisión al alza del PIB del cuarto trimestre del 2015, así como el ISM manufacturero publicado el 1 de marzo. Aunque según Groupama, como este indicador no es compatible con la mayoría de las encuestas regionales publicadas recientemente, es pronto para considerar que el punto más bajo ha quedado atrás.

Sector servicios estadounidense

En el caso de que la mejora industrial se hubiera asentado, para ayudar a reducir las incertidumbres del todo, según con Ponte, el pasado jueves 3 de marzo debería haberse publicado un buen PMI del sector servicios, dado que la última decepción que propinó fue el detonante de que en el mercado se incrementara la probabilidad de una recesión en Estados Unidos por el contagio de la desaceleración desde el sector manufacturero al sector servicios.

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«Sus cifras de empleo son magníficas y la segunda revisión del PIB del cuarto trimestre de 2015 ha sido algo mejor de lo esperado. La incertidumbre exterior supone un horizonte incierto. Son esas expectativas negativas lo que más desconfianza genera en las autoridades americanas. Pero no creo que la economía americana entre en recesión, aunque sí va a sufrir una ralentización», comenta el profesor Hurtado. Según Daniel Pingarrón, de IG, si bien se pensaba que 2016 iba a ser parecido a 2015 en la economía americana, ahora ya se piensa que va a ser peor, aunque cree que el ejercicio puede terminar con un crecimiento de entre el 2 y el 2,5 por ciento. Por eso las expectativas respecto al nivel que pueden tener los tipos de interés en Estados Unidos se han reducido.

La próxima reunión de la Reserva Federal norteamericana tendrá lugar el 16 de marzo. Según Estefanía Ponte, no subirá los tipos de interés, pero sí lanzará la idea de que este año habrá más endurecimientos monetarios. Ello, en su opinión, puede cotizar de forma negativa, pero a la larga puede ser positivo, puesto que enviaría al mercado el mensaje de que la economía no está en un grado de deterioro muy importante. Ponte dice que este año puede haber dos subidas más de los tipos de interés, aunque matiza que todo va a depender de los datos que se vayan publicando.

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Las dudas puramente políticas también tuvieron su hueco en el G-20, como el crecimiento de las fuerzas populistas al calor de la gestión de la Unión Europea de la crisis de los refugiados. Pero sobre todo el 'Brexit'. Respecto a la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea también ha hablado Black Rock estos días: la mayor gestora de fondos del mundo ha advertido sobre el enorme coste que ello tendría para el Estado británico y para los agentes privados. Mientras que JP Morgan ha anticipado mayor depreciación de la libra, caída dela bolsa y de los precios inmobiliarios, así como crecimiento económico y tipos de interés más bajos.

¿Qué hará el BCE?

La presión sobre el Banco Central Europeo ha aumentado desde la publicación de los últimos datos de evolución de los precios. En tasa interanual, la inflación en la zona euro cae ya a un ritmo del 0,2 por ciento. Y en algunos países, como España, la situación es aún más dramática. «Si esto se traslada a salarios, lo que es previsible, querrá decir que la caída del precio del crudo estará afectando a toda la economía, lo que llamamos efectos de segunda ronda. Y eso aventura una situación complicada, ya que supone caída del consumo», comenta Luis Fernando Utrera, del IEB.

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Además, los índices de gestores de compras en la zona euro también se están debilitando, aunque este enfriamiento ha llegado con más retardo del que pensaba Estefanía Ponte, de BNP Paribas Personal Investors. Como señala Daniel Pingarrón, de IG, si hace unos meses se pensaba que el crecimiento europeo se iba a acelerar en 2016, sólo se va a mantener respecto a 2015. Con estos números, el presidente del BCE, Mario Draghi, debería tenerlo fácil para incrementarlos estímulos. Pero, como recuerda Javier Casal, director de deuda pública de Ahorro Corporación, el Bundesbank continúa alertando contra la adopción de medidas expansivas.

Los expertos no ven muy posible que el BCE vuelva a frustrar expectativas como en diciembre. «No va a defraudar esta vez», afirma Estefanía Ponte, de BNP Paribas Personal Investors. «Mario Draghi va a tener en cuenta dos cuestiones: la gran decepción de diciembre y el giro a la baja de la inflación», dice Daniel Pingarrón, de IG. ¿Cuáles son las medidas que puede adoptar? Según Casal, bajar el tipo de depósito al -0,40 por ciento, además de una de estas dos cosas: incrementar la compra de activos mensual eso variar el tipo de activos que adquiere. En su opinión, lo más acertado sería que, más que bonos de gobierno y cédulas hipotecarias, comenzara a comprar deuda corporativa, puesto que a los bancos sí les consume capital tenerla en cartera. Aunque Félix López, de Atl Capital, comenta que comprar bonos corporativos no serviría de nada, puesto que ayudaría a un activo que ya cotiza con unos tipos de interés muy bajos. En cambio, sí apuesta porque incremente las compras mensuales hasta los 70.000 millones de euros, frente a los 60.000 millones actuales.

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Para Daniel Pingarrón, además de incrementar las compras en 5.000 o 10.000 millones de euros al mes, también podría prolongar otro medio año la duración del programa. Para más adelante, nadie se atreve a descartar tipos negativos en Europa.

La reacción del mercado

¿Cómo reaccionará el mercado a estas medidas? Según Pingarrón, hasta que se celebre la reunión, la expectativa de que se tomen estas medidas va a seguir impulsando el rebote. Los inversores llevan ya un tiempo recogiendo la posibilidad del incremento de los estímulos sobre todo en el euro, que ha perdido posiciones con fuerza. A partir de la reunión, dependerá de lo que se anuncie de verdad, aunque no descarta que los inversores compren con el rumor y vendan con la noticia, o que se interprete negativamente, puesto que certificaría que las expectativas se han deteriorado. Para Ponte, el BCE va a apuntalar el rebote, pero sin que ello signifique que las bolsas van a comenzar a subir sin descanso, porque por delante seguirá habiendo incertidumbres, como las que vienen de China o de EE.UU.

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Javier Casal sí contempla la posibilidad de que el BCE reparta sus nuevos estímulos entre las reuniones de marzo y junio. En ese caso, dice que las bolsas pueden reaccionar a la baja y el tipo de interés de los bonos españoles, por ejemplo, puede subir hasta el 1,75 por ciento. En caso, en cambio, de que las medidas se adopten ya en marzo, espera mejoras en la bolsa, en la deuda corporativa y en la de los países periféricos: el interés delos bonos españoles a diez años puede bajar hasta el 1,50 por ciento y la prima de riesgo, hasta los 125-135 puntos básicos.

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