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Amparo Estrada
Viernes, 4 de marzo 2016, 16:30
Hace algo más de un siglo -en 1911-, 146 mujeres trabajadoras, la mayoría jóvenes judías e italianas de entre 14 y 23 años, murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Estaban encerradas en la fábrica porque protestaban para reivindicar mejoras laborales y los dueños de la fábrica ordenaron cerrar las puertas. Muchas se tiraron por la ventana en un intento de escapar de las llamas. El suceso conmocionó tanto al mundo que provocó que se introdujeran mejoras legislativas de seguridad y salud en el trabajo.
No ha sido el único suceso luctuoso relacionado con mujeres trabajadoras y todos ellos se recuerdan al conmemorar el 8 de marzo. Una fecha que, no por casualidad, la ONU declaró en 1977 Día Internacional por los Derechos de la Mujer y también de la Paz Internacional. En la actualidad, las reivindicaciones laborales en los países desarrollados se centran en la igualdad y en la conciliación. La brecha salarial entre hombres y mujeres en España se sitúa en el 24%, la más alta de los últimos seis años, según un análisis de UGT de la última Encuesta Anual de Estructura Salarial (con datos de 2013).
Eso significa que las mujeres tendrían que trabajar 88 días más que los hombres para cobrar lo mismo. Una brecha que se debe fundamentalmente a que la presencia laboral femenina es mayor en los trabajos con sueldos más bajos. También entre las mujeres es mayor la precarización, con predominio en los trabajos a tiempo parcial.
Menor caída en la tasa de empleo
Sin olvidar todos estos elementos negativos, los datos reflejan que la crisis económica ha sido menos dañina en el empleo femenino que en el masculino. La tasa de empleo entre las mujeres ha caído mucho menos. Así, de una tasa de empleo del 44,5% que tenían a finales de 2007 han bajado al 41,6% al cierre de 2015, menos de tres puntos porcentuales, mientras que el empleo masculino ha caído doce puntos: desde una tasa del 64,5% en 2007 al 52,6% en 2015.
Esta elevadísima destrucción de empleo masculino viene provocada fundamentalmente por el hundimiento de la construcción, sector donde la presencia de trabajadoras es escasa, y que expulsó al comenzar la crisis a más de un millón de trabajadores. En consecuencia, la pérdida de ingresos en las familias ha empujado durante la crisis a muchas mujeres a salir a buscar trabajo. Por eso, la tasa de actividad femenina (refleja el porcentaje de personas dispuestas a trabajar) ha subido casi cuatro puntos -hasta el 53,8%-, mientras que la masculina ha disminuido cuatro puntos -bajando al 65%-.
En Euskadi se han reproducido las mismas tendencias, aunque más amortiguadas. La tasa de empleo femenina apenas ha caído un punto porcentual entre 2007 y 2015, situándose en el 44,6%, frente a un descenso de más de diez puntos porcentuales en el empleo masculino, que ha pasado del 64% al 54%. Incluso se ha producido un incremento de la tasa de actividad de las mujeres de dos puntos porcentuales alcanzando el 51,6%, mientras que en los hombres ha bajado cinco puntos, al 62%.
Mayores de 45 años
Entre las mujeres que se esfuerzan en encontrar trabajo hay un colectivo que merece una mención especial: el de las mujeres mayores de 45 años. Entre 2008 y 2015, más de un millón de mujeres de esta edad, que eran ajenas al mismo, se han incorporado. En un contexto en el que hay un millón y medio de hogares con todos sus miembros en paro, las mujeres entre 45 y 60 años han tomado el relevo para lograr aportar algo a la economía doméstica y contrarrestar la pérdida de ingresos.
Y dentro de ellas, las más vulnerables y las más valientes son las mujeres mayores de 45 años que buscan su primer empleo -desde 2009 cada año más de 20.000 mujeres senior se han incorporado-, según un informe de Adecco. Gran parte de las que llegan por primera vez al mercado laboral lo hacen directamente al desempleo: el paro de larga duración entre las desempleadas de más de 45 años afecta al 73%.
No obstante, la tasa de paro general en el colectivo de mujeres es del 22,5%, tres puntos superior a la de los hombres (19,5%). También en este caso, la situación en Euskadi es mejor que la media nacional: la tasa de paro femenina se situaba en el 13,5% en la última Encuesta de Población Activa correspondiente al cuarto trimestre de 2015 y la masculina en el 12,3%.
Y si la igualdad es difícil de alcanzar en salarios o en simple presencia en el mercado laboral, en los puestos directivos la brecha es mucho mayor. Aunque la ley de igualdad española recomienda que el 40% de los puestos directivos estén ocupados por mujeres, la realidad es que apenas representan menos del 19% en los consejos de administración de las empresas del Ibex-35 y sólo en tres hay una mujer como presidenta o consejera delegada.
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