Ana Barandiaran
Martes, 16 de febrero 2016, 01:11
Cuando el cantautor Paco Ibañez soñaba un mundo al revés aparecían un lobito bueno, un príncipe malo y una bruja hermosa. Pues lo mismo ocurre ahora con el mundo financiero, donde se está debatiendo la posibilidad de que los deudores cobren por las hipotecas y ... que los depositantes paguen a los bancos por dejarles sus ahorros. Estas paradojas son consecuencia de unos tipos de interés en negativo, que cada vez preocupan más en los mercados. Hasta hace poco los inversores celebraban las bajadas del precio del dinero y las medidas no convencionales de los bancos centrales, pero comienza a cundir la inquietud por las consecuencias de estas políticas tan heterodoxas que no parecen tener fin.
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El euríbor a doce meses, la principal referencia para las hipotecas, entró en terreno negativo el pasado 5 de febrero ante la expectativa de que el Banco Central Europeo (BCE) adopte nuevas medidas de estímulo en marzo. Desde entonces se mantiene bajo cero y la media mensual en lo que va de febrero tiene signo negativo. Es verdad que para llegar al punto de plantearse que la entidad pague al hipotecado el euríbor tendría que sumergirse tanto como para compensar el diferencial que le acompaña. Pero eso no quita para que la situación sea totalmente extraordinaria. Nunca en la historia había pasado algo así. Se ha generado un debate jurídico sobre si llegado el caso el prestamista debería compensar al prestatario.
En los depósitos ocurre exactamente lo mismo. Los bancos han ido reduciendo los tipos a los que remuneran el ahorro y la media en España para las familias se situó en diciembre en el 0,39%. Pero hay países en los que se ha llegado incluso a cobrar por este concepto, no de forma generalizada sino a determinados segmentos. En Dinamarca, por ejemplo, hay tipos negativos en los depósitos de empresas desde abril de 2015 y en Suiza para todos aquellos con un volumen superior a los 100.000 francos suizos. Suecia también penaliza a las grandes empresas.
Cobrar por los depósitos corrientes
Los bancos quieren evitar castigar a las familias porque temen que se lleven el dinero a otra entidad o que terminen por guardarlo debajo del colchón. Por eso rebajan la remuneración hasta acercarse lo máximo posible a cero aunque sin cruzar esa línea roja. No obstante, hay alguna excepción. Es el caso de Alternative Bank Schweiz, un pequeño banco suizo dedicado a inversiones sostenibles que desde el pasado enero cobra a sus clientes una tasa por los depósitos corrientes de -0,125% hasta 100.000 francos y -0,75% para importes superiores.
Este fenómeno -que muchos califican de aberración- es consecuencia de las políticas de los bancos centrales, que intentan evitar con todos los medios a su alcance otra recesión. El BCE puso su tasa de depósito en negativo en junio de 2014 -implica cobrar por el exceso de reservas que las entidades dejan aparcado en su seno con el fin de obligarles a mover ese dinero y prestarlo a empresas y familias-. Al principio les aplicaba un -0,1% pero en diciembre colocó la tarifa en el -0,3% y no se descarta otra vuelta de tuerca en marzo. Japón siguió su ejemplo en enero y otros países como Suiza o Dinamarca llevan tiempo con esta estrategia.
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Incluso la Reserva Federal de EE UU, que en diciembre acabó con la política de tipos cero al aprobar una primera subida, ha tenido que reconocer ahora que no descarta dar marcha atrás y entrar también en terreno negativo. Se supone que esta medida incentiva el crédito barato y también promueve la actividad al depreciar la moneda del país. Pero tiene efectos negativos que cada vez preocupan más; conlleva el riesgo de una guerra de divisas y un destrozo para las cuentas de los bancos.
El negocio tradicional de la banca consiste en captar ahorro con una remuneración y prestarlo obteniendo un interés mayor. Pero ese margen se ha estrechado hasta niveles insoportables. Por eso crecen las dudas sobre las entidades financieras. Se teme que, ante la falta de ingresos, dejen pagar sus cupones o directamente quiebren. Y todo ello se da en un momento de escasa liquidez en el mercado de bonos corporativos, lo que explica en gran medida los vaivenes de las últimas sesiones.
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Ante esta situación, cada vez son más los expertos que piden a los bancos centrales medidas de estímulo alternativas a los tipos de interés negativos como la compra directa de bonos -especialmente 'cocos'- o activos similares.
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