Todo comenzó a finales del siglo XIX. Las vides de Burdeos enfermaron y los expertos viticultores de la región buscaron una tierra y clima similares a los suyos para seguir haciendo lo que mejor sabían hacer: vino. Así llegaron a La Rioja y así nació una de las principales regiones vinícolas del mundo, que ayudaría a que España se convirtiese en una de las grandes potencias del vino.
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España es el país con mayor extensión de viñedo del mundo, el primero en producción y el principal exportador en términos de volumen. El pasado año se vendieron un total de 2.256 millones de litros de vino, cifras muy superiores a las de nuestros competidores más cercanos, Italia y Francia, que exportaron 2.042 y 1.439 millones de litros, respectivamente, según los últimos datos elaborados por el Observatorio Español del Mercado del Vino. Concretamente, el País Vasco facturó del orden de 195 millones de euros, siendo la comunidad que más creció respecto al ejercicio anterior (+14,6 millones).
Y sin embargo, no estamos ni entre los 15 países más consumidores de vino en el mundo. De hecho, el consumo está en continuo descenso, situándose en niveles de países muy alejados de la cultura enológica. ¿Cómo es posible que tengamos tan poco interés en disfrutar de algo que el resto del mundo considera excepcional?
Los caldos españoles están presentes en los cinco continentes y gozan de prestigio internacional. Por ejemplo, recientemente CVNE, nuestra bodega, ha sido galardonada como la mejor bodega española en los International Wine and Spirit Competition, los premios que Reino Unido da a la industria del vino, e Imperial, nuestro vino buque insignia de la compañía, cuenta en su palmarés con el título al mejor vino del Mundo por la prestigiosa revista estadounidense Wine Spectator. Países con Estados Unidos o Reino Unido, líderes no solo en el mundo del vino sino también a nivel económico, son capaces de ver lo que por lo visto aquí nos cuesta más apreciar.
Recuperar la cultura del vino
El problema está en que se ha perdido la cultura del vino y es necesario que las bodegas nos volquemos en recuperarla, por dos motivos. El primero es el económico. No cabe duda de que el sector vitivinícola es de vital importancia tanto por el valor económico que genera como por la población que ocupa. Y el segundo motivo, mucho más romántico, pero absolutamente imprescindible: porque el vino nos hace disfrutar. Tenemos que aprender de nuevo a disfrutar de una buena copa de vino al llegar a casa, entre amigos, para celebrar una buena noticia, para saborear durante una buena comida Nuestra gastronomía ha conseguido recuperar todo su prestigio y más. El siguiente paso es conseguirlo con el vino.
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Por ello, en los últimos años las bodegas hemos dado un giro a la forma de enfocar nuestros negocios y estamos aprendiendo a compartir lo que hacemos con los amantes de los viajes y la gastronomía. En CVNE nos hemos volcado en organizar un amplio abanico de actividades para acercar al público a la bodega y que las familias puedan disfrutar de mucho más que nuestros vinos con el objetivo de hacer entender la cultura del vino a las próximas generaciones.
Somos muchas bodegas y entre todas tenemos que contribuir a poner a un sector tan importante como el vitivinícola en el lugar que le corresponde. Nuestros vinos ya son estandarte en el exterior, pero en nuestra mano está ser profetas en nuestra tierra.
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