Rafael Rubio, Luis Carlos Croissier, Elvira Rodríguez y Alejandro Ramírez, durante el debate organizado por Inversión.

"La mala imagen de la CNMV no ha sido por la filiación política de sus dirigentes"

Luis Carlos Croissier, primer presidente, y Elvira Rodríguez, actual máxima responsable, conversan sobre el presente, pasado y futuro del organismo supervisor

alejandro ramírez/rafael rubio

Domingo, 3 de enero 2016, 19:06

Además de una larga trayectoria política, aunque en partidos diferentes, Elvira Rodríguez con el PP y Luis Carlos Croissier con el PSOE, ambos tienen en común que accedieron a la presidencia de la CNMV después de haber ocupado el cargo de ministro. Croissier ocupó la ... cartera de Industria y Energía entre 1986 y 1988 con Felipe González, mientras que Elvira Rodríguez fue ministra de Medio Ambiente con José María Aznar entre 2003 y 2004.

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Los dos han tenido experiencia en un ministerio. ¿Sirve de ayuda al acceder a la presidencia de la CNMV?

ELVIRA RODRÍGUEZ. La responsabilidad política de haber sido ministra me ha resultado útil al llegar a la CNMV. Es una institución clave para el buen funcionamiento de los mercados de valores y, sin duda, esa experiencia previa ayuda. Dicho esto, el enfoque y el tipo de responsabilidades diferente: más política en el ministerio y más técnica en la CNMV. En cualquier caso, el punto en común es cuando surgen crisis. La diferencia es que en la CNMV, en muchos casos, son crisis inesperadas, mientras que en el ministerio a veces las puedes prever. También tenemos un mandato de 4 años, aunque creo que en la CNMV debería ser de 6 años, como en el Banco de España, porque para determinados cambios se necesita tiempo.

-LUIS CARLOS CROISSIER. Son dos mundos muy diferentes. En el Gobierno, las variables de opinión pública son decisivas. En la Comisión estás más aislado. Solamente en determinadas circunstancias es importante saber moverte en el mundo externo. Un ministerio es un trabajo eminentemente político y la Comisión es un organismo mucho más técnico donde se aprende mucho y todo está bajo el control de uno. Es verdad que en la Comisión se tiene la sensación de caminar por un campo minado y, donde uno menos se lo espera, salta la bomba. En el ministerio ves venir las cosas y las tienes previstas.

¿Qué se encontraron cuando llegaron a la CNMV?

E.R. Me encuentro con una organización con un personal muy cualificado. Pero, también, con el problema de las preferentes y una institución es en el respaldo político que tiene el presidente de la CNMV. Y, en ese sentido, la trayectoria política te puede dar ese respaldo. Creo que si la Comisión ha tenido mala imagen no viene por el pasado político de sus presidentes, sino por los problemas internos, por los conflictos entre los presidentes y los vicepresidentes, que han dado, a veces, una imagen de "jaula de grillos".

¿Qué echaron de menos al llegar a la CNMV?

LCC. En los primeros momentos se echaba de menos la falta de cultura de regulación en el mercado y hacer aceptarla necesidad, por ejemplo, de publicar las auditorías. El que los consejeros de sociedades cotizadas publicaran sus acciones en dicha sociedad costó lo que no puede imaginarse. Recibí cartas en las que se me acusaba de propiciarlos secuestros y los atentados de ETA.

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-E.R. En los tres años que llevo se ha vuelto a producir una reforma radical de nuestro entorno. Ahora, Europa nos dice lo que debemos hacer y cómo debemos hacerlo. Yo echo de menos flexibilidad a la hora de utilizar los recursos que tengo. Por ejemplo, para hacer frente a lo que se nos viene encima con la Mifid II. Una institución con un personal muy ajustado debe hacer frente, por ejemplo, a una crisis como la de Banco de Madrid, que exige rápidamente que diez personas se dediquen a ese asunto.

Cuando salta algún escándalo, siempre surge la duda de si la CNMV cuenta con las herramientas para haberlo evitado. ¿Es el Parlamento sensible a sus demandas?

L.C.C. El mayor problema es la lentitud del procedimiento legal porque la norma siempre va por detrás del mercado. Creo que, a veces, lo que no puedes es pedirle a la CNMV lo que la institución no puede hacer y, además, no debe. Se trata de un organismo de supervisión y extralimitarse no es bueno. La CNMV no puede ser el auditor de todas las empresas porque ningún supervisor puede evitar problemas cuando hay algún gestor que falsea la contabilidad y la auditoría no lo detecta. Mientras haya un administrador dispuesto a robar y un auditor que no lo detecte saltará el escándalo sin que sea responsabilidad de la CNMV.

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-E.R. Yo me siento respaldada por el Parlamento, que aprobó prácticamente por unanimidad la Ley de Tasas; y también la Ley de Financiación empresarial, que también nos afectaba dándonos nuevas herramientas. Tampoco se me puso una sola pega en la dotación de la Ley de Presupuestos. En verdad, me gustaría tener más flexibilidad para poder contratar personal. Pero lo primero que hay que hacer, en ese caso, es convencer al Gobierno y, luego, tratar de convencer al Parlamento. Tenemos en la CNMV recursos financieros suficientes, ya que nuestros presupuestos se financian con las tasas que se cobra a la industria. Pero, paradójicamente, tenemos muy limitada la capacidad de convocar oposiciones para contratar más personal. Esta situación se agrava cuando, como sucede actualmente, cada vez se otorgan más competencias y responsabilidades a la CNMV, que requieren de nuevas herramientas y nuevo personal técnico.

¿No sienten cierta frustración con el tratamiento que se hace de las quejas de los clientes?

E.R. Acabamos de hacer una revisión sobre el funcionamiento de los servicios de atención al cliente de las entidades financieras. Nos hemos dado cuenta de que muchas de esas reclamaciones van a la papelera y el sistema dice que se han de tener en cuenta, aunque el banco no pueda estar de acuerdo con la reclamación. En la CNMV analizamos las quejas con el servicio de supervisión y el servicio jurídico. A los departamentos de supervisión, las quejas les sirven para detectar problemas. Cuando entran muchas iguales, a la entidad le cae encima el servicio de supervisión.

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-L.C.C. Yo echo en falta que la Comisión pudiera personarse en determinados supuestos en causas civiles solicitando daños y perjuicios. Eso daría una gran eficacia a esta labor. Pero las resoluciones no pueden ser ejecutivas porque un organismo administrativo no puede ordenar que una entidad financiera le pague un dinero a un cliente. Eso lo decide un juez.

-E.R. Las sanciones son bajas. Yo intenté que, con las nuevas herramientas que me daban, me dejaran publicarlos expedientes abiertos. Y solo me dejan hacerlo en circunstancias especiales. Estoy convencida de que, cuanto antes se sepa una actividad mal llevada a cabo, más preventivo es.

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¿Con qué iniciativas se quedan de las que han puesto en marcha en sus respectivos mandatos?

L.C.C. Hay una cosa que ha sido fundamental y que ha pasado desapercibida: el sistema de anotaciones en cuenta. Ha sido el motor sobre el que se ha movido todo el crecimiento del mercado español. En los primeros tiempos de la reforma, buena parte de la negociación se iba a Londres y Nueva York. Con el nuevo sistema, fuimos recuperando volumen. Sólo hay que recordar que se tardaba tres semanas para asignar al comprador un título y esa práctica generaba una liquidez para la Bolsa de Madrid del orden de 10.000 millones de pesetas. La seguridad del mercado y su dinamismo ha reposado sobre las anotaciones en cuenta, un gran éxito de nuestra reforma que fracasó en París y Londres.

-E. R. Ahora estamos con la siguiente reforma del sistema de compensación y liquidación, y hay que decir que el anterior ha durado 26 años sin ningún problema. Por mi parte, me quedo con la iniciativa de abrir la comunicación de la casa, con la reforma del Código de Buen Gobierno y con la puesta en marcha de la supervisión preventiva, que es algo que hemos instaurado precisamente para evitar de forma anticipada crisis masivas en la comercialización de productos financieros entre minoristas.

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