Los 20 empleos con los que van a acabar los robots

«Nunca ha sido peor momento para un trabajador sólo con capacidades comunes», alerta la ONU

José V. Merino

Miércoles, 16 de diciembre 2015, 12:31

Todos recordamos a Charlot en 'Tiempos Modernos', el paradigma del cambio de las personas por las máquinas. Poco han evolucionado algunas cosas desde entonces. Y la ONU así lo pone de manifiesto en el 'Informe sobre Desarrollo Humano 2015', que acaba de difundir. En los ... últimos años, el conocimiento se ha convertido en un aspecto esencial de la producción y los autores subrayan que «nunca ha habido peor momento para tener un perfil de trabajador sólo con competencias y capacidades comunes», ya que las computadoras y los robots están adquiriendo esas destrezas con una rapidez extraordinaria.

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Hasta el punto de que han elaborado un listado con los 20 empleos con mayor y menor probabilidad de ser sustituidos por la automatización derivada de la revolución digital, que pese a estar asociada a industrias de alta tecnología, también está influyendo en otras muchas actividades más informales, desde la agricultura hasta la venta ambulante. Lo han elaborado con arreglo a la probabilidad de informatización de los distintos trabajos y ajustándose a la clasificación de ocupaciones del Departamento de Trabajo de Estados Unidos.

Los analistas de la ONU son muy precisos a la hora de especificar quién tiene más riesgos y quiénes serán los «grandes perdedores» en esta batalla incruenta: los trabajadores menos especializados y con capacidad para realizar únicamente tareas rutinarias. Y los citan: teleoperadores, redactores de resúmenes, trabajadores de alcantarillado, técnicos matemáticos, relojeros, contables, bibliotecarios, oficinistas, tasadores, árbitros y cajeros, entre otros.

La salud, en auge

Entre los 20 empleos más «seguros» abundan los relacionados con la salud. Del cuerpo y del alma. Por ejemplo, terapeuta, trabajador social para salud mental y toxicologías, protésicos, cirujanos maxilofaciales, dietistas o psicólogos. Sin olvidar los engarzados con la educación, como maestros de escuela primaria.

Los autores del trabajo son conscientes de que la revolución tecnológica ha venido acompañada de un aumento de las desigualdades. De hecho, los trabajadores tienen una menor participación en la totalidad de los ingresos. Y «es posible que incluso las personas con mejores niveles de educación y formación que tienen la posibilidad de trabajar de un modo más productivo, no se vean compensadas de manera acorde en lo que respecta a ingresos, estabilidad o reconocimiento social».

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La reflexión que cierra el trabajo no es demasiado alentadora. «¿Están preparados los trabajadores, los empresarios y los encargados de la formulación de políticas para responder a los desafíos que plantea el nuevo mundo laboral? Ante este panorama, los conocimientos específicos se quedan rápidamente obsoletos, y las políticas y las normas de ayer podrían no servir para afrontar los desafíos actuales o futuros». En cualquier caso, sí dejan una receta: hay que formarse, porque, en general, a más formación, más posibilidades de encontrar un trabajo y, en consecuencia, de no engrosar el paro.

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