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adolfo lorente
Jueves, 17 de diciembre 2015, 22:07
Todas las miradas, todos los pensamientos y todos los análisis se centraban ayer en él, en Joaquín Almunia, el comisario europeo que ya no está pero que sí estuvo. Le tocó bailar con la cartera más fea, aunque quizá la que aporta más caché internacional: ... Competencia. Lo hizo entre 2010 y 2014. Antes, de 2004 a 2010, lo fue de Asuntos Económicos, el otro victorino de la Comisión. Si se une con su personalidad y con su origen (Bilbao, 1948), se encuentran muchas de las respuestas de quién es Joaquín Almunia, uno de los pocos políticos españoles cuyo apellido es capaz de sostener un título del Financial Times.
Ayer, cuando se conoció que el Tribunal de Justicia de la UE anulaba la decisión del Ejecutivo Comunitario que declaraba ilegal el tax lease del sector naval español, todos se acordaron de él. Almunia se fue el 31 de octubre de 2014 y, desde entonces, sus apariciones han sido escasas. No quiere hablar, como pudo comprobar ayer EL CORREO, pero no será por ganas, porque si algo ha demostrado Almunia a lo largo de todos estos años es que, para bien o para mal, pocas veces se ha arrugado pese a tener que tomar decisiones de enorme calado político para España; comenzando por las vacaciones fiscales de su Euskadi natal y terminando con el contencioso del tax lease, que le costó graves críticas al ser considerado el malo de la película.
Para muestra, la decisión del Ayuntamiento de Vigo de declararle persona non grata. Preguntado por ello en su última entrevista antes de dejar el cargo, concedida a este periódico, respondió con contundencia. Muy a la Almunia: «Si en España hay gente que piensa que mi tarea era ser embajador del país en la Comisión, se equivocaba. Aquí no se viene a quedar bien. Yo juro ser independiente y no favorecer a mi país. Soy comisario europeo. Cosas como eso de que un ayuntamiento me declare persona non grata, incluso si me mirase al espejo me vería una cierta sonrisa».
Luces y sombras
Pero más allá de polémicas políticas de índole nacional, el dirigente socialista dejó la cartera de Competencia tras imponer cerca de 10.000 millones en sanciones, la gran mayoría referidas a cárteles empresariales. Destacan dos: una de 1.471 impuesta a Panasonic, Philips y LG por pactar precios y repartirse el mercado de pantallas de TV y ordenadores; y la segunda, «histórica», de 1.712 millones, a media docena de bancos por manipular el euríbor. También firmó la multa de 561 a Microsoft por posición dominante en el mercado.
Decisiones que pueden considerarse medallas, pero que sin embargo están acompañadas de borrones en su currículo. Quizá el del tax lease es el de mayor relevancia por todo lo que supuso al sector naval español, pero también hay otros patinazos considerables. Uno de ellos se conoció precisamente 24 horas antes, el miércoles, cuando el TJUE anuló la multa de 790 millones impuesta en noviembre de 2010 por la Comisión a once compañías aéreas, entre ellas Air France o British Airways, por participar en un cártel del sector del transporte de mercancías.
El otro gran golpe asestado por el equipo de Almunia a las firmas españolas finalmente anulado por el Tribunal de la UE fue el del llamado fondo de comercio financiero. El 15 de octubre de 2014, a sólo dos semanas de abandonar el cargo, la Comisión declaró ilegal una herramienta que permitía a las grandes multinacionales beneficiarse de ciertos incentivos fiscales en sus operaciones de expansión internacional. Banco Santander, Telefónica, Abertis, Iberdrola o Axa son algunas de las firmas afectadas.
Sobre las vacaciones fiscales vascas, la controversia no fue en torno al fondo del asunto, sino sobre la cuantía de la multa que tuvo que pagar el Reino de España por no haber recuperado las ayudas a tiempo. Bruselas pedía 64,5 y al final se quedó en 30 millones. Menos de la mitad. Y para ataques políticos, los lanzados desde Euskadi, donde Almunia logró poner de acuerdo en su contra a todas las fuerzas políticas al considerar que podía haber hecho más de lo que hizo. Cuestionado sobre estas críticas, he aquí otra de las respuestas made in Almunia. Febrero de 2013, a EL CORREO: «A veces he dicho a mis colaboradores que me ha dado la impresión de que en algún momento alguien en Euskadi ha estado tentado de aplicar a la legislación europea el principio del pase foral, se acata pero no se cumple. Pero es que la legislación europea hay que acatarla y cumplirla».
Joaquín Almunia ya no está, pero sí estuvo. Y, ayer, muchos se acordaron de su figura.
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