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Luis López
Jueves, 26 de noviembre 2015, 19:10
Es cierto que Kutxabank tiene por delante tiempos revueltos, retos importantes y mucho que mejorar. Pero también es verdad que el banco vasco no se ha relajado en cuanto a solvencia y, en este sentido, sigue siendo la entidad más de fiar del sistema financiero ... español. Los test de estrés del Banco Central Europeo (BCE) ya la habían encumbrado a lo más alto de este particular pódium en 2014, y el pasado martes la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) lo ratificó: con un Core Tier 1 del 13,95% sigue siendo el banco más solvente de España y uno de los que más crecen en este indicador.
Esencialmente, eso supone que Kutxabank dispone de una gruesa armadura que le protege de posibles contingencias; un colchón mullido con el que plantar cara al futuro si vienen mal dadas. En fin, lo que equivaldría a un montón de dinero en la recámara.
¿Y para qué sirve eso? Para mantener la calma ante situaciones como la conocida el miércoles: el posible hundimiento de Abengoa, gigante de las renovables que amenaza con protagonizar la mayor quiebra en la historia de España. Es cierto que está en Sevilla, y Sevilla queda muy lejos de Bilbao. Pero CajaSur, entidad adquirida en su día por BBK, sí tenía tratos con la firma andaluza. Y de ahí le viene la afección a Kutxabank. Según distintas fuentes, el banco vasco asumiría un riesgo de 60 millones de euros (entre líneas de circulante, 'proyect finance' y préstamos corporativos) si finalmente sobreviniese el peor escenario. Son migajas si esa cifra se compara con los 8.800 millones de deuda que tienen expuesta el conjunto de entidades financieras, pero supondrían una buena avería para un banco cuyos beneficios en 2014 fueron de 150 millones.
Pero en Kutxabank están tranquilos porque se sienten preparados para el peor escenario. No hay que olvidar que sólo en el primer semestre del año destinaron a provisiones 292,5 millones de euros, un 30% más. Según ha sabido este periódico, Abengoa no ha incurrido de momento en ningún impago y el banco dirigido por Gregorio Villalabeitia no ha realizado ninguna dotación específica para hacer frente a fallidos. Sin embargo, la política de prudencia a ultranza de Kutxabank le ha llevado a dotar unas provisiones genéricas que les permitirían asumir la caída del gigante andaluz sin que generase impacto alguno en la cuenta de resultados.
La calificación de la EBA
Así que la solvencia servía para esto. Además, es un activo al que, de momento, el banco surgido de las viejas cajas sigue prestando mucha atención. Y hay pruebas: el ejercicio de transparencia de la EBA, que elevaba el CET1 al 13,95%, se refería al cierre de junio de este año. Pues bien, según asegura el banco, a finales de septiembre ya había subido al 14,13%. Incluso si se tienen en cuenta los requisitos exigidos por Basilea III para el año 2019 (lo que se llama la versión 'fully loaded') el porcentaje se situaría en el 13,4%, según la autoridad europea, una cifra desconocida para el resto de bancos españoles.
El punto de partida es, pues, bastante prometedor. Pero no hay que echar las campanas al vuelo. Debe recordarse que el primer semestre del año fue especialmente propicio para engordar grandes números: la venta del 20% de las acciones de Euskaltel reportó un ingreso extraordinario de 138 millones de euros y, además, Kutxabank soltó lastre en forma de ladrillo al deshacerse de activos inmobiliarios por valor de mil millones, toda una limpieza de balance.
Por otra parte, hay que recordar que el reto ahora es mejorar la bajísima rentabilidad, ganar dinero, y hay muchas dudas de que esto sea posible sin sacrificar en alguna medida la solvencia. Lo bueno es que, con la atractiva foto actual, hay margen para ello.
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