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Ana Barandiaran
Jueves, 1 de octubre 2015, 01:59
Durante siglos los mineros bajaban a la mina con un canario en una jaula. Si el pájaro dejaba de cantar y se quedaba inconsciente, era señal de que había habido un escape de gas con lo que había que evacuar a toda velocidad. La multinacional ... minera Glencore podría estar ejerciendo ahora el papel de esos canarios en la crisis de las materias primas derivada de la desaceleración de China. Si se colapsa y deja de piar, como auguran algunos analistas, será señal de que el desplome de las 'commodities' amenaza de muerte a toda la economía mundial y que hay que abandonar los mercados a todo correr.
Glencore lleva una semana de infarto en la Bolsa. El lunes se hundió un 30% después de que un informe de Investec Securities advirtiera de que si los precios de las materias primas no se recuperan, las acciones del grupo pueden bajar a cero. Los mensajes de tranquilidad de la propia compañía, reivindicando su solvencia, y el apoyo de bancos de inversión como Citigroup permitieron que la cotización se recuperara durante el martes y el miércoles. No obstante, acumula una caída del 67% en lo que va de año y todos los inversores miran a su jaula.
El gigante suizo, que 'mueve' como intermediario un tercio del petróleo y la mitad del cobre y el café de todo el mundo, se ha convertido en un termómetro del impacto del declive que experimentan las materias primas desde 2011. El índice Bloomberg que integra las principales 'commodities' acumula un descenso del 50% desde los máximos de ese año. La desaceleración de China es la principal causa de este hundimiento dado que el 'dragón rojo' consume cerca del 50% del total mundial de acero, aluminio, níquel, cobre y zinc. A menor crecimiento, menor demanda.
Algunos analistas consideran que el desplome de las 'commodities' anticipa una crisis económica global. Entre ellos figura Juan Ignacio Crespo, un estadístico del Estado que estudia los ciclos económicos y que ha llegado a una conclusión escalofriante: "Desde 1950, las caídas de las materias primas han coincidido con el comienzo de una recesión o se han adelantado a ellas en un plazo que va desde los seis meses a los cinco años". Teniendo en cuenta que esta vez llevan descendiendo cuatro años y medio, la profecía está a punto de cumplirse. El mal comportamiento de las bolsas en estos dos últimos meses responde a este temor.
A Glencore este desplome le pilla en un momento delicado debido a su elevada deuda, superior a 30.000 millones de euros. Ante el riesgo de que las agencias de 'rating' le bajen la nota, lo que encarecería su financiación, la multinacional suiza ha tomado medidas drásticas: cierre de las minas de cobre del Congo y Zambia, suspensión del pago de dividendo para los próximos años y venta de activos agrícolas. Aún así hay serias dudas de que pueda seguir adelante sin una reestructuración de su pasivo.
Glencore, a la que se acusaba de ser tan opaca como los bancos suizos, protagonizó en 2011 la mayor OPV en la historia del mercado británico con la colocación del 20% de su capital. Entonces valía 58.000 millones de dólares. Ahora ronda los 20.000 millones. Entre medias, en 2013, compró la anglosuiza Xstrata, una operación que le permitió dar el salto a la liga de los grandes del sector pero que también ha contribuido a agravar sus problemas. Y es que con esa adquisición aumentó sus activos mineros justo cuando la ralentización de China se empezaba a notar en las materias primas.
Un millonario donostiarra, entre los afectados
Se da la circunstancia de que entre los accionistas de Glencore figura el donostiarra Daniel Maté, una de las mayores fortunas del país aunque totalmente desconocido para el público en general. Su nombre salió a la luz a raíz de la salida a Bolsa de la multinacional y entonces se supo que tenía un 6% del capital debido a que participó en la fundación de la empresa y es todavía uno de sus principales directivos. Su paquete accionarial fue tasado entonces en 2.500 millones de euros, lo que le dio un puesto en la lista Forbes de los más ricos junto a Amancio Ortega y Rafael del Pino. En ese momento se conoció algún detalle personal de su vida como que había estudiado en La Comercial de Deusto, que vivía en Baar (Suiza) y que estaba casado con una navarra. Ahora su fortuna habrá descendido hasta los 535 millones.
También ha sido un varapalo para el fondo soberano de Qatar, que controla un 12,8% de la compañía minera. Su caso es peor porque es además accionista de Volkswagen, con un 8,2%, y la compañía alemana se ha hundido en Bolsa tras descubrirse que manipulaba los motores para engañar a los controles de emisiones.
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