El barril de petróleo ha caído a niveles de la recesión, no así la gasolina.

¿Por qué el precio de las gasolinas baja menos que el del petróleo?

Las claves del desfase entre el desplome del crudo y el suave abaratamiento de los combustibles

ander goiri

Jueves, 27 de agosto 2015, 00:12

Los precios del petróleo caen a plomo en los mercados internacionales en medio de un palpable nerviosismo global sobre el futuro económico de China y su impacto en el resto del planeta. El barril de tipo Brent, la principal referencia en Europa, se ha hundido ... hasta niveles desconocidos desde los momentos más crudos de la recesión -este miércoles cotizaba a 43,06 dólares, el mínimo desde los primavera de 2009, cuando la crisis azotaba con toda su virulencia a la UE-, en un movimiento que no se ha visto acompasado por un abaratamiento similar de los carburantes. Este verano el crudo ha descendido un 32%, mientras las gasolinas lo han hecho apenas un 4,4% y el gasóleo un 8,7%.

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¿Por qué se hunde el precio del petróleo?

Los productores están sacando al mercado más materia prima de la que que necesitan los países consumidores, lo que empuja los precios a la baja. La Asociación Internacional de la Energía calcula que el desfase es de unos tres millones de barriles diarios. Aunque esa situación se mantiene desde hace meses y reduce la cotización del crudo, la OPEP -controlada por Arabia Saudí- se niega a corregirla. Con esa medida pretende asfixiar la peligrosa competencia que le ha surgido en Estados Unidos. El espectacular desarrollo de nuevas técnicas de extracción, como el 'fracking', ha contribuido al autoabastecimiento de EE UU y, por tanto, a reducir sus compras a los países árabes. Esa controvertida fórmula, cuestionada por grupos ecologistas, obliga a inversiones millonarias que sólo son rentables si el 'oro negro' cotiza a unos precios en torno a los 60 dólares. Aunque decenas de compañías han cerrado en los últimos meses arrastradas por sus fuertes pérdidas, el sector norteamericano está resistiendo mejor de lo que se esperaba e incluso ha aumentado su producción hasta desbancar a Arabia Saudí como líder mundial en ese terreno. Arabia Saudí, cuyos costes de extracción son muy inferiores a los de los sistemas no convencionales, puede permitirse aguantar con el petróleo por los suelos; incluso, a un precio muy por debajo del actual. Por ahora, parece decidido a mantener esa estrategia para no perder cuota de mercado frente a otros rivales. Una postura letal para otros productores -Rusia y Venezuela, entre ellos- cuyas finanzas públicas pierden oxígeno por cada dólar que baja la cotización.

¿A qué se debe la acelerada caída de los últimos días?

El barril de Brent superaba los 110 dólares en el verano del pasado año. Ahora ronda los 43 cuando, tras una vertiginosa caída a principios de año, parecía haber tocado fondo y llegó a superar los 66 en junio. El temor a una recuperación mundial más débil de la prevista había rebajado su cotización en las últimas semanas, ya que ese escenario se traduciría inevitablemente en un menor consumo de petróleo. La puntilla han sido las alertas encendidas sobre China, cuya economía empieza a ofrecer síntomas preocupantes que han disparado el nerviosismo en los mercados. El brusco frenazo de la actividad en la gran potencia asiática -la que más ha contribuido a aumentar la demanda de crudo en los últimos años- es una pésima noticia para el sector. Una crisis en China tendría repercusiones demoledoras en la economía mundial.

¿Continuará el descenso del crudo?

Los expertos dan por sentado que sí al no atisbar señales de una palpable recuperación de la economía mundial a corto plazo que eleve la demanda de petróleo. Además, el actual exceso de la oferta se agudizará, salvo que la OPE adopte medidas, con el previsible aumento del bombeo de crudo iraní tras el levantamiento de las sanciones internacionales.

¿Por qué el abaratamiento del petróleo apenas se nota en el precio de los carburantes?

La materia prima representa una parte minoritaria en el precio de un litro de gasolina o gasóleo: algo menos del 40%. La bajada del crudo, por tanto, sólo podría aplicarse, a lo sumo, a ese apartado. El resto son costes fijos ajenos a la cotización: impuestos (el especial de hidrocarburos, el IVA....), gastos de distribución, refino y transportes, y otros varios. Entre estos últimos figura el margen bruto de las estaciones de servicio, que ronda el 1,5%. Por tanto, aunque los operadores aplicaran de forma estricta la caída del petróleo a sus tarifas, una caída del Brent del 20%, por poner un ejemplo, nunca equivaldría a unos carburantes un 20% más baratos.

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Pero el desfase entre la caída del petróleo y la registrada por las gasolinas es brutal.

Las petroleras, que tienen libertad para fijar sus precios en función de las circunstancias del mercado, no han trasladado a las estaciones de servicio todo el descenso del cruto. Es evidente. Este verano el barril de Brent ha bajado un 32%. Sin embargo, la gasolina lo ha hecho sólo un 4,4% y un 8,7% el gasóleo. Según los datos del Boletín Petrolero de la UE, un litro de gasolina cuesta de media en España 1,25 euros; es decir, 0,14 más que en enero, cuando el Brent se encuentra en niveles similares. El ascenso en el caso del gasóleo ha sido de cuatro céntimos.

¿Qué medidas se pueden aplicar para evitar esa situación?

La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia acaba de plantear al Gobierno un paquete de medidas para romper las "fuertes barreras de entrada" que se encuentran los nuevos operadores que quieren trabajar en el sector. El regulador, que ha acusado a las petroleras de trasladar con cuentagotas los abaratamientos del crudo y de forma inmediata sus alzas en una burda estrategia para ampliar sus márgenes, exige básicamente más competencia. Es decir, facilidades para la implantación de nuevas compañías al margen de los "operadores tradicionales" (Repsol,Cepsa y BP), que a su juicio tienen un poder de mercado "significativo" y "no replicable", y a los que ha impuesto recientemente multas millonarias por pactar los precios. Entre otras acciones, propone reducir la presencia en el accionariado de CLH (la compañía que se encarga de distribuir los carburantes) a cualquier empresa que se realice actividades de refino. También defiende limitar la influencia de los operadores integrados verticalmente que controlan el mercado mayorista (el de la distribución entre estaciones de servicio) y el minorista (la comercialización de carburantes al consumidor).

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