![«¡Echo de menos los pintxos de Euskadi, que son insuperables!»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201912/30/media/cortadas/vascos-kLaC-U901083819215qAF-624x385@El%20Correo.jpg)
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MARISOL MATTOS
Lunes, 30 de diciembre 2019, 00:23
Cardiff, la capital de Gales, atesora castillos, torres y palacios. Sus calles están impregnadas de la arquitectura victoriana y eduardina. Además, es «una ciudad donde puedes unir la hierba de las montañas y la playa», describe Naroa García Tejedor, una galdakaotarra de 34 ... años. Recién graduada como licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, hace ya 11 años, consiguió una beca de cinco meses para realizar prácticas en el departamento de I+D+i de una empresa de biotecnología en la también conocida como ciudad del carbón.
Por aquel entonces, cuenta, no sabía ni dónde quedaba pero le parecía «muy interesante» adquirir experiencia en el extranjero y no se lo pensó dos veces. Actualmente trabaja en la misma empresa, en el departamento de calidad y legislación. Naroa es responsable de que las enzimas alimentarias que producen cumplan con la legislación establecida en diferentes geografías a nivel global.
Su estancia no ha sido complicada. «Al venir con la idea de pasar solo cinco meses, creo que el entusiasmo podía con todo». Aunque si tiene que añadir momentos duros apunta a las despedidas de sus amigos «cuando deciden dejar Cardiff detrás». Y ni mencionar a la familia porque se le agrieta el corazón cada vez que falta a los encuentros familiares. Pero yendo al ámbito más práctico en el día a día o fin de semana, Naroa no tiene dudas: «¡Echo de menos los pintxos de Euskadi, que son insuperables!», bromea. Este sentimiento es similar al que sintió cuando se fue a vivir unos meses a Edimburgo junto a su esposo, Urtzi.
Para su gusto, Cardiff es una ciudad muy cómoda para vivir, con un programa de ocio muy amplio, tanto cultural como deportivo. Hay parques muy bien cuidados, mar, gran variedad de restaurantes y tiendas, y prácticamente se puede llegar a pie a cualquier lugar de interés.
Sus días transcurren entre el trabajo y actividades como yoga, salsa o bachata. A veces cae algún plan con los amigos para cenar o dar un paseo. Los fines de semana «los aprovechamos para relajarnos y desconectar, en ocasiones escapándonos más hacia los parques nacionales que hay en los alrededores». No obstante, en las próximas semanas las excursiones tendrán una tregua con la llegada de una niña.
La comida es una de las costumbres con las que ha tenido que lidiar. Si habitualmente en su casa de Galdakao todo se celebraba con una buena comida y «su posterior sobremesa con copas y lo que surja», en Cardiff «pasan directamente a la acción con la bebida, lo que me sabe a poco». En ese sentido, considera que Gales y Reino Unido, en general, tienen mucho que aprender de Euskadi. Recuerda que los primeros años sus compañeros de trabajo siempre iban a su piso a la hora de comer. «Se quedaban asombrados con lo que cocinaba. Ni Urtzi ni yo preparamos platos muy elaborados. Ellos con un sándwich, una bolsa de patatas fritas y un par de chocolatinas están satisfechos, el típico 'meal deal' que venden aquí en todos los supermercados», señala.
Naroa reconoce que los cardifianos «son muy abiertos». En esa ciudad no es raro que la gente te hable, «cosa que pocas veces pasa en Euskadi, o eres de la cuadrilla o está complicado». Sin embargo, valora la fidelidad de los vascos y «de la capacidad de estar a las duras y a las maduras».
De momento no tiene planeado volver a Bizkaia. «Hace unos meses compramos una casita. Así que empezamos una nueva etapa y estamos más ilusionados que nunca». Aun así, la vida da muchas vueltas y no descarta volver, incluso empezar de nuevo en otro país si surgiera la oportunidad o «nos picara el gusanillo». Por eso «mantengo la mente abierta a cualquier posibilidad. Al fin y al cabo solo se vive una vez».
Mientras que el fútbol y, en particular, el Athletic son la religión en Bizkaia, en Cardiff son más de rugby y de la selección de Gales. «La ciudad se transforma por completo cuando hay partidos de rugby». Entre las similitudes destaca la segunda lengua oficial, el galés, que «no se parece en absoluto al inglés y se habla más en el norte». «Por ejemplo, 'gracias' en galés se dice 'diolch', y 'feliz cumpleaños' se traduce como 'pen-blwydd hapus'», ilustra.
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