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Los dos jóvenes posan con sus vacas en el caserío del barrio abadiñarra de Gaztelua. I.L.
«Nuestras vacas son parte de la familia»

«Nuestras vacas son parte de la familia»

El abadiñarra Ibon Lasuen y la elorriarra Esther Ugaldea son unos emprendedores que sobreviven en un sector ganadero que atraviesa una situación complicada

Martes, 16 de enero 2024

Un 'hobbie' desde pequeño casi convertido en profesión. Poniendo de relieve el sector rural, el abadiñarra Ibon Lasuen comenzó con 16 años con su propio ganado y ahora, a sus 33 años, este licenciado en ingeniería técnica dedica minuciosamente su tiempo a más de una treintena de vacas en su caserío en el barrio de Gaztelua.

Acompañado de su mujer Esther Ugaldea, técnica de recursos humanos en una empresa, se dedican a cuidar su ganado en un oficio que atraviesa una situación complicada. «Ahora, al parecer todo va en contra. Tanto en consumo como en viabilidad como empresa no hay mucho margen de negocio. Además, con los focos de la enfermedad hemorrágica epizoótica en explotaciones bovinas hemos pasado canutas. Aunque no afecte al consumo de la carne directamente, a las ventas sí que puede repercutir», resume.

¿Y de dónde le viene esa pasión? «Cuando era adolescente, puse mi nombre a las primeras vacas. En casa, siempre ha habido ganado y la ganadería empezó con las vacas de mi abuelo materno y vacas que tenían mi padre y mi tío Jesús. Poco a poco, ellos fueron dejando y cogí yo, empecé con cuatro vacas. En la actualidad, hay 35 pero lo que más hago es cebar terneros de caseríos de los pueblos de la comarca y País Vasco, que hay como un centenar. Conlleva mucho sacrificio e inversión», confiesa.

«Hay que estar todo el año pendiente. No estamos haciendo tornillos, son animales que tienen 24 horas para estar libres. Por ejemplo, pueden meter la cabeza y se quedan atascadas. No hay horario, hay que dejar lo que estás haciendo y hay que ir a solucionarlo. Que hay un parto, pues hay que estar atentos. Son parte de la familia, al cuidado de su bienestar. Estamos trabajando para ellas», explica.

Tanto Ibon como Esher se esmeran en cuidar con el más mínimo detalle a sus animales. Hace cuatro años, decidieron dar un paso más y lanzarse a la aventura empresarial con la creación de la marca Latxaberri (jugando con los nombres de los caseríos en los que han nacido tanto Ibon como Esther) Txahal Okela. «Yo empecé cebando terneros para carniceros de la zona de alrededor y en 2019, mi mujer me dijo: '¿Por qué no empezamos a vender en paquetes? Al final, tenemos un buen producto y aunque a mí al principio me echaba para atrás porque era un poco jaleo tener clientes y demás, hemos visto que ha merecido la pena. Estamos vendiendo una ternera a la semana en paquetes puerta a puerta en los hogares del Duranguesado. Tiene mucho trabajo y se necesita mucha dedicación, pero nos deja algo de margen, motiva más para engordar el ternero», manifiesta.

En el día a día de un ganadero, hay que diferenciar dos épocas del año. «Yo tengo las vacas estabuladas y hay que atenderlas más. Ahora, en invierno, están atadas y hay que ir tres veces al día a la cuadra. Yo voy a las seis de la mañana, se saca el estiércol, se les da de comer y después voy a mediodía. Se les arrima la comida y al atardecer, se les hace las camas y vuelven a alimentarse. En los meses de primavera y verano, en cambio, el ganado pasta fuera y nos dedicamos a recolectar el forraje para darles en invierno de comer», subraya.

Por otro lado, todas las semanas realiza el servicio puerta a puerta y el reparto en restaurantes de la zona como el Tabira Etxea de Durango o el Abarkateruena de Abadiño, que consumen su carne. «Ahora, hemos conseguido un buen cliente en Eibar, que nos lleva nueve paquetes y nos vamos abriendo un poco», confiesa.

¿Cómo lo distribuyen? «Empezamos con lotes de 5 kilos, divididos en ocho paquetes de 650 gramos cada uno. Ahora hemos empezado con los paquetes individuales, ofreciendo un servicio más a la carta. Es una locura porque tienes que matar todas las semanas el ternero y con eso, nos da más opción a ampliar un poco el negocio. Hay veces que en vez de 5 kilos nos piden 4,5 kg de carne o 3,5 kg en diferentes paquetes. Ya somos como una carnicería».

No obstante, el sector ganadero está atravesando una situación complicada, ya que como señala Lasuen, se encuentran con precios de venta de hace dos décadas con precio de coste de este año. «Está costando el relevo generacional, hay algunos jóvenes carniceros pero no muchos. Estamos atravesando una gran incertidumbre. El futuro de las vacas de carne es un sector que cada vez estamos menos, pero estamos vendiendo a precios de hace muchos años y los costes son actuales. La materia prima ha subido un montón. Ahora mismo, estamos casi viviendo de las ayudas y rentabilizando nuestro negocio a base de ayudas: pagar nuestras horas de trabajo. No se cuenta que nos hayamos levantado a las seis de la mañana y que a las nueve de la noche, estemos atendiendo por si hay algún imprevisto en la cuadra» analiza.

En los meses de invierno el guisado es lo más demandado, mientras que en navidad el entrecot y solomillo son los productos estrella. «La gente ha cambiado de hábitos y a los que les gusta el kilómetro cero, les gusta cocinar. Ves a gente joven que empieza a preparar guisado. Las mayores ventas por kilos son en invierno y con el frío, se vende más carne de ternera».

Todo aquel amante del sector, puede encontrar a este joven matrimonio en las ferias de exposición de San Blas en Abadiño, Urkiola en San Antonio y Elorrio en Ferixa Nausikoak. En el mes de marzo, estarán presentes en el BEC en una feria con productos de kilómetro cero.

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