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A sus 95 años Javier Fondado es el exalumno más veterano de Maristak Durango Ikastetxea, un centro que este sábado ha celebrado su 120 aniversario. ... Allí Javier ingresó con 10 años para estudiar Artes y Oficios y estuvo hasta los 15, momento en el que se incorporó al mundo laboral. «Entonces era habitual que los directores de las empresas de la zona viniesen al colegio a elegir a los alumnos que sacábamos mejores notas. A mí me ofrecieron ir a Hijos de Mendizabal, donde trabajé durante muchos años como ajustador», recuerda. Más adelante iniciaría una andadura empresarial por su cuenta en el sector de la chatarra, pero esa es otra historia.
Ochenta años después de dejar el centro en el que se formó, Javier aún recuerda «el mal genio del hermano Bernabé» o las amistades que hizo en Maristak. Como 'aitite' del colegio, ha sido homenajeado como representación de los miles de alumnos que han pasado por estas aulas desde 1904. «Con este acto celebramos el agradecimiento que tenemos hacia la sociedad donde hemos crecido y a la que hemos ayudado a crecer. No somos nada sin el Duranguesado, pero también creemos que esta comarca tiene mucho de nosotros», ha destacado Daniel Irazola, director y también exalumno del centro.
Este colegio ha vivido numerosos cambios educativos a lo largo de sus 120 años de historia, pero siempre ha estado orientado a proporcionar mano de obra cualificada para las empresas del entorno. «Desde nuestra fundación nos hemos dedicado a formar personas y trabajadores. Ha sido un xirimiri de profesionales que ha calado en las industrias de esta comarca», ha resaltado Irazola.
Dos de estas gotas han sido Iñaki Gallastegi y su hijo Javi. El primero es un veterano que cuenta ya 88 años y que recuerda aún cómo se fue ampliando y construyendo algunos de los pabellones del centro. «Lo que menos me gustaba del colegio eran las clases de catecismo. Aquí estaba para aprender mecánica y eso era lo que me interesaba, no el tema de la religión», recordaba con una sonrisa. Su hijo Javi también guarda buen recuerdo de su paso por el centro. «Estudié la rama del metal, como mi padre. En aquellos años, además de formarme para trabajar, hice amistades para toda la vida», apunta. De aquella etapa destaca las fiestas del colegio. «Eran tremendas. Nos unían mucho y servían para estrechar lazos entre profesores y alumnos».
Otro de aquellos estudiantes que pasó por Maristak Durango fue el padre de Elixabete Etxanobe. La diputada general de Bizkaia ha asistido al acto y ha destacado el «fuerte compromiso» del centro con Durangaldea y su «proyecto educativo muy pegado al entorno». «Maristak ha contribuido a que esta comarca sea punta de lanza de la industria de Bizkaia y es un aliado para que el territorio siga avanzado».
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