Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Un proyecto de investigación sobre el hogar de auxilio social que albergó Abadiño durante el franquismo. Una historia desconocida para muchos de los vecinos de la comarca. Gracias a su trabajo, la duranguesa Marta Calvo ha recibido el premio a la mejor investigadora de la asociación cultural Gerediaga. La autora ha indagado en la historia del internado Nuestra Señora de Begoña, uno de los primeros que se puso en marcha en las primeras décadas de la dictadura. Permaneció abierto durante más de un lustro, con la presencia de 65 niños de edades comprendidas entre los tres y siete años.
«Estoy haciendo un doctorado sobre los hogares de protección de niños y adolescentes en Euskadi y por casualidad, me llegó este tema y comencé a investigar. La historia de estos centros durante el franquismo está muy poco estudiada y en Euskadi menos», explica.
Fundada en 1936, el Auxilio Social fue una organización de socorro humanitario que existió en España durante la dictadura franquista. Surgida en la zona sublevada durante la Guerra civil española —originalmente como «Auxilio de Invierno»—, constituyó un importante medio de propaganda política del régimen.
«Era 1943 y ya había una planificación gigante para construirlo en Gallarta, se estaba construyendo otro en Mungia y en Bizkaia, ya se había construido el de Portugalete junto con el de Abadiño. «Me llamó mucho la atención encontrar una estructura así cerca de mi pueblo. «Era un hogar, un modelo total, con todos los servicios que reciben los niños de forma comunitaria: educación, sanidad, religión… No tenían relación personal con nadie del pueblo», subraya esta joven investigadora.
Eran menores supuestamente abandonados, aunque la ideología de sus progenitores fue el desencadenante de numerosas separaciones forzadas. Además, las mujeres de la Sección Femenina se encargaban de la custodia siguiendo los preceptos de la Iglesia católica. Hoy en día, la estructura ha pasado a conocerse como Hotel Zelaieta.
«En un momento dado, llegó a haber hasta 85 plazas. No sé cómo pudieron acoger a tantos niños en un edificio de tres plantas. Desde el bando franquista, indicaron que los niños huérfanos de la guerra necesitaban atención. No obstante, eso es discutible, ya que la decisión fue más política. Tenían que ver con el adoctrinamiento de los niños que tenían cierto riesgo por la ideología de sus padres», añade.
Consciente de que la dificultad de investigar esta historia, la duranguesa explica que los niños que estuvieron internados, muchos de ellos han fallecido o tienen edades comprendidas entre 85 y 90 años. «Sabemos bastante poco de las condiciones, pero algunos investigadores recalcan que eran muy malas, con mucha hambre y sed. Desde el bando franquista, afirmaron que no tenían ningún problema con los niños de los rojos, pero hay una parte de castigo, escasez y corrupción. En aquel momento había mucho estraperlo y se sabe que había casos de desnutrición y diferentes tipos de maltrato», explica Calvo.
Esto contrastaba con la apariencia de los niños, siempre impecables vestidos y peinados, con la ropa hecha con todo detalle y recibían educación religiosa y moral. «El día a día no era tan bonito como ellos decían. Las chicas que cuidaban no estaban formadas para ser educadoras. La formación que recibían las niñas era similar a un convento, con un gran adoctrinamiento religioso. Muchas de ellas terminaban siendo monjas, mientras que los niños estaban destinados a ser obreros, aprendiendo desde bien pequeños el oficio. Querían que fueran buenos trabajadores y cristianos y buenas amas de casa, rompiendo con la idea de que alguien se pudiera desarrollar en otros ámbitos.
Calvo cursó estudios de trabajo social y un máster en Participación y Desarrollo Comunitario. Actualmente realiza el doctorado en Ciencias Sociales, Políticas y Culturales, en el que está investigando el sistema de protección de la infancia y la adolescencia en Euskadi. Descubrió la existencia de una residencia creada por falangistas en Abadiño buceando en los archivos de la Fundación Sancho el Sabio. «Es difícil la investigación porque no hay mucha información de aquella época y los archivos de documentación no se sabe dónde están. Además, algunos de aquellos niños y niñas han fallecido y de los vivos es difícil que se acuerden porque eran muy pequeños, pero intentaré continuar seguir investigando», añade.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.